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En las campañas de marketing, como en la vida, las primeras impresiones son determinantes. Me viene a la cabeza Nintendo y su Wii U, introducida durante la Electronic Entertainment Expo de 2011. Los japoneses proyectaron un vídeo para ejemplificar los múltiples usos del 'GamePad', ... lo que desconcertó a buena parte del respetable (servidor incluido). El Nokia Theatre de Los Ángeles se copó de murmullos, repitiéndose la misma pregunta en no pocos idiomas: -¿No estábamos aquí para la presentación de una consola?.
Así era, sólo que los japoneses decidieron ceder protagonismo a su particular esquema de control. La máquina propiamente dichas apenas se distinguía en segundo plano, por lo que muchos usuarios pensaron que Miyamoto y compañía estaban vendiéndoles un accesorio para Wii (en forma de tablet). Los responsables de prensa insistieron: «Wii U es la sucesora de Wii; la nueva consola de sobremesa de Nintendo», pero de nada sirvió.
La primera campaña navideña de Wii U resultó anodina en cuanto a ventas y las cajas comenzaron a acumularse en los almacenes. Para más inri, el nombre propició muchas compras en falso, adquiriéndose versiones para Wii U por confundirlas con las de su predecesora (que se lo digan a 'Just Dance 4', por poner sólo un ejemplo). Entonces, algunas tiendas se vieron obligadas a colocar carteles informativos: «Los juegos para Wii U, de caja azul, no son compatibles con Wii».
El resto es historia: con poco más de 13 millones de unidades colocadas, Wii U se convirtió en la sobremesa menos exitosa de Nintendo, sin importar las muchas joyas que atesoró su catálogo. Se demuestra, como decíamos, que la forma en que introduzcas un producto resulta vital para su desempeño comercial.
Otra oportunidad perdida para impresionar fue la de Microsoft con Xbox One. Más allá de lanzarse cien euros por encima de su más directa compeditora (PlayStation 4), la plataforma quedó 'tocada' por una concatenación de malas decisiones. Primeramente el presentarla como un centro de entretenimiento multimedia, prestando escasa atención a su catálogo y obligando a pagar por el sucesor de Kinect (la exitosa cámara de detección de movimientos). Pero el mayor error fue, seguramente, el radiar a diestro y siniestro que Xbox One sería una consola permanentemente conectada y contraria al mercado de la segunda mano. Esto último enfureció tanto a los usuarios como a las distribuidoras, lo que obligó a publicar un listado de preguntas frecuentes donde se matizaban los postulados de la nueva máquina.
Poco antes del lanzamiento, Microsoft depuso las armas y decidió que One sería una consola al uso (es lo que tiene verles las orejas al lobo). Fue inútil: los consumidores habían interiorizada toda suerte de ideas negativas en torno a la sucesora de Xbox 360 y Sony consiguió imponerse en todos los mercados. Así hasta que Phil Spencer lideró la divisón y consiguió salvarla de la quema, armando un provechoso ecosistema de juego con Windows 10 y el servicio de suscripción líder en materia de ocio electrónico (Game Pass).
Con semejantes predecentes, muchos cofiaban en Xbox Series X como un borrón y cuenta nueva para la marca. Habiendo identificado plenamente los errores cometidos (y con una importante cartera de estudios propietarios en su haber), Spencer debía ofrecer una máquina atractiva en cuanto a especificaciones, precio y catálogo, sin concesiones a otras funcionalidades ni controversias innecesarias. No obstante, ya está aquí la primera: Matt Booty, cabeza visible de Microsoft Studios, ha declarado que Series X no contará con juegos first-party exclusivos en su primer (o segundo) año.
La medida convencerá especialmente a quienes acaben de hacerse con una Xbox One ('All-Digital', 'S' o 'X'), puesto que tienen garantizados bastantes meses de vida útil por delante y su inversión no habrá caído en saco roto. Ahora bien, ¿acaso no echará para atrás a cuantos pensaran hacerse con una Series X de lanzamiento? ¿Qué puede ofrecerles Microsoft para que 'pasen por el aro' si ya tienen una One o PC con Windows en casa? Recordemos que Nintendo 3DS pasó momentos harto complicados al poco de comercializarse (aquello de los gráficos estereoscópicos suscitó muchas dudas), pero pesos pesados como Mario Kart y Pokémon revirtieron la situación con creces. No será el caso de la nueva Xbox, por lo que nos cuentan sus responsables... al menos hasta el segundo año desde su lanzamiento, cuando PlayStation 5 podría haberse distanciado de forma irremediable.
A fin de cuentas, los de Redmond necesitan que esta Xbox Series X sea percibida como un salto hacia adelante más que una versión vitaminada de One X, algo a lo que no ayudan ni la propia nomenclatura ni el diseño, con bastantes reminiscencias al 'Project Scorpio'. A este respecto, tras el anuncio de The Game Awards, uno de los comentarios más repetidos en redes sociales fue: «¿Esto es la nueva consola?». Combatir cualquier tipo de duda será la tarea prioritaria de Microsoft hasta la próxima Navidad, para lo que ayudan poco o nada declaraciones como las de Booty.
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