Google Stadia cierra sus equipos de desarrollo y ofrecerá su tecnología a terceros

Google podría haber puesto el primer clavo en el ataúd de Stadia, su servicio de juego en streaming. El gigante de internet ha anunciado el cierre de los dos estudios de desarrollo propietario engendrados en torno a la plataforma (Stadia Games and Entertainment, ubicados en Los Ángeles y Montreal). Al tiempo, ofrecerá su tecnología e infraestructura de cloud gaming a teceras compañías, sobre lo que no ha ofrecido más detalles.

Leemos en el comunicado de Phil Harrison, vicepresidente de Google Stadia: «En 2021 centraremos nuestros esfuezos en que desarrolladores y editoras saquen partido a nuestra tecnología. Vemos ésta como una oportunidad para trabajar con terceros en la búsqueda de soluciones basadas en nuestras herramientas y avazanda infraestructura técnica. Creemos que es la mejor vía para hacer de Stadia un negocio sostenible a largo plazo, que contribuya al crecimiento de la industria«.

El movimiento recuerda a las declaraciones de intenciones de otras compañías, meses antes de que abandonasen por completo iniciativas fracasadas. Véase SEGA, que prometió implementar el hardware de Dreamcast en dispositivos set-top-box (lo que nunca ocurrió) tras el cese de producción de la consola; o Nokia, que convirtió su particular máquina portátil (N-Gage) en una plataforma de juego inherente a muchos de sus terminales.

Sea como fuere, Google Stadia mantendrá su cuota de suscripción (Stadia Pro, indispensable para jugar a 4K) y seguirá sumando juegos de terceros a su catálogo. En lo que a la divisón de Jade Raymond respecta, se lanzarán los proyectos exclusivos cuyo desarrollo esté próximo a concluir, reubicándose a posteriori sus 150 empleados: «Crear juegos punteros desde cero requiere de muchos años e inversiones significativas, algo que no casa con nuestra nueva estrategia. A consecuencia, Jade Raymond ha decidio abandonar Google en busca de nuevas oportunidades».

Cuando se cumplen catorce meses de su lanzamiento, Stadia aún no ha recibido muchas de las funcionalidades prometidas de inicio. Su integración en los últimos modelos de reproductores multimedia y televisiones debía suponer una tabla de salvación (dada su pobre acogida) que ahora se pone en duda.