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La octava edición de Fun & Serious Game Festival reconocerá la trayectoria de Fumito Ueda con uno de sus premios honoríficos. Pocos desarrolladores alcanzan la categoría de autor al cabo de dos proyectos, pero así ocurrió con el japonés, dada la tremenda personalidad ... de «ICO» y «Shadow of the Colossus» en la segunda PlayStation.
Ueda nació en 1970 en la localidad de Tatsuno, perteneciente a la prefectura de Hyogo. Su interés por la animación y el movimiento quedó patente a temprana edad, lo que encaminó sus pasos hacia los estudios artísticos. Así hasta graduarse por la Osaka University of Arts en 1993, cuando la industria del videojuego se encontraba en pleno auge.
Dos años después, Ueda se convierte en desarrollador propiamente dicho. Consiguió su primer trabajo en WARP, estudio fundado por Kenji Eno («D», «Real Sound: Kaze no Regret»), donde ejerce como animador para una de las exclusivas más aclamadas de Sega Saturn. La producción de Enemy Zero se antojó, en cualquier caso, ardua y farragosa.
Indispuesto a seguir trabajando para terceros, Fumito se une a la división japonesa de Sony Computer Entertainment, más concretamente a Japan Studio («Ape Escape», «Legend of Dragoon»). Allí comanda una pequeña escisión apodada Team ICO, en alusión a su primer proyecto como diseñador.
«ICO» fue producto de diez personas (cuatro de ellas artistas) con el único propósito de mostrar cómo la inteligencia artificial podía amoldarse a las acciones del jugador; de eliminar todo lo superfluo: «Es un juego sin tutorial, sin indicaciones... en muchos sentidos se define por lo que no tiene», explicó Ueda allá por 2005. Dicho y hecho: la relación de ICO y Yorda se convirtió en protagonista indiscutible, bajo un estilo visual minimalista y sin diálogos de por medio: «Llegamos a la conclusión de que expresiones sutiles como tomarse de la mano o llamarse eran maneras más naturales de comunicación».
Aunque ICO no fue un éxito inmediato en ventas, escaló rápidamente a título de culto; el ejemplo más representativo del llamado «diseño por sustracción». No extrañó entonces que Sony concediese plenos poderes a Ueda, dispuesto a su aventura más ambiciosa. Durante un tiempo y cual secuela, «Shadow of the Colossus» fue referido como «NICO», pero el desarrollo evolucionó por sus propios derroteros. Encarnamos a un exterminador de gigantes, nuevamente bajo un diseño artístico sutil pero hermoso, donde la banda sonora aparece de forma puntual y concisa. Así hablamos de su remasterización el pasado febrero: «Que un juego con más de una década a sus espaldas consiga transmitir las mismas sensaciones es todo un síntoma de grandeza. La de una producción que rezuma calidad y magia por cada uno de sus poros».
Ya en lo más alto, Ueda enfrentó una etapa oscura. Su tercer juego debía superar no pocos listones autoimpuestos, pero la dificultad de programación de PlayStation 3 y una hoja de ruta borrosa comprometieron el desarrollo hasta su práctica cancelación. Así, The Last Guardian permaneció en el limbo desde 2007 hasta el verano de 2015, cuando Sony lo reintrodujo como exclusiva para PlayStation 4. Cuatro años antes, Ueda había abandonado la multinacional japonesa para convertirse en freelance, lo que sembró dudas sobre su implicación.
Pero la sangre no llegó al río. The Last Guardian culminó su desarrollo y, aristas técnicas a un lado, ofreció toda una lección sobre inteligencia artificial gracias a «Trico». Estrechar lazos con el grifo co-protagonista resultó un proceso tan minucioso como apasionante, hasta el punto de considerarlo una mascota virtual. Lo describió a la perfección Juan Gómez-Jurado, jurado de los Premios Titanium: «Trico es tan delicioso que a los 10 minutos de juego ya estaremos rendidos a sus encantos. La relación evoluciona a lo largo del juego: poco a poco iremos conociendo mejor qué le gusta, qué le da miedo, qué necesita… Y cada cinco minutos estaremos llamándole para acariciarle, algo que resulta extrañamente relajante teniendo en cuenta que es un videojuego. Es como tener perro, pero sin los inconvenientes».
A fin de cuentas, Fumito Ueda ha logrado lo que tantos creadores sueñan: la autenticidad de sus obras, reconocibles al primer vistazo. Director, animador, diseñor de personajes y mecánicas... todo un hombre orquesta al que tan sólo podemos reprochar su escueto catálogo. O no, por aquello de que las mejores recetas se cocinan a fuego lento.
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