El sinsentido de PS5 Pro

Hace unos días saltó la noticia de que PlayStation 5 Pro, modelo vitaminado en especificaciones respecto a la sobremesa estándar de Sony, se encuentra «100% en desarrollo».

La tendencia por las iteraciones de hardware a mitad de generación hizo acto de presencia con Xbox One y PlayStation 4, aunque los más puntillosos aludirán a New Nintendo 3DS o al mismísimo 32X (por mucho que, en cuestión de catálogo, se tratase de un sistema independiente). Con todo, PS4 Pro y Xbox One X surgieron por motivos distintos: Sony quiso afianzar su liderazgo y Microsoft se había quedado atrás en el plano técnico, lo que propició comparativas sonrojantes de numerosos títulos multiplataforma.

Con Xbox Series, los de Redmond optaron por la segmentación de mercado desde el minuto uno: Series S supondría una puerta de entrada económica a su nueva generación, mientras que Series X echaría toda la carne en el asador en pos de los usuarios más sibaritas. Por contra, Sony decidió comercializar dos modelos en base a la inclusión (o no) de un lector de discos. 100 euros marcan así la diferencia entre la versión exclusivamente digital y aquella preparada para el vetusto formato físico.

Sendas opciones de la multinacional japonesa recuerdan un poco a la estrategia de los cines con la venta de palomitas: el cubo mediano cuesta unos céntimos menos que el grande, lo que incentiva a adquirir este último. La escasa penetración de la PlayStation 5 'Digital Edition' nos da la razón. -¿Compensa ahorrarse 100 euros si a largo plazo no vas a poder adquirir o revender discos? Para ahorrar en costes de producción se comenta que Sony lanzará a final de año un rediseño de PS5 con lector de discos extraíble. De este modo bastará con incluir o no la unidad óptica en las cajas distribuidas, lo que a su vez permitirá ajustar mejor el stock.

Está por ver si este modelo responderá a la veterana línea 'slim' de Sony, dado el diseño tosco de la PS5 primigenia. Sea como fuere, la rumoreada PS5 Pro se antoja a todas luces innecesaria por varios motivos. La presente generación de consolas ha atravesado problemas de reposición durante sus tres primeros años y hasta hace tan solo unos meses. En consecuencia, los desarrollos intergeneracionales se han prolongado más que de costumbre. Esto atañe también a numerosas exclusivas de Sony: 'Gran Turismo 7', 'Horizon Fobidden West' o el propio 'God of War Ragnarök' han visto limitado su alcance técnico por desarrollarse a medio camino entre PS4 y su sucesora. Tan sólo recientemente, Guerrilla ha apostado por una expansión exclusiva de PS5, mientras aguardamos a la primera tanda de superproducciones diseñada en torno a las interioridades de la nueva consola (con la secuela de Marvel's Spider-Man como exponente más cercano).

¿Tiene sentido una versión mejor y más cara de PS5 cuando el sistema aún está por asentarse y explotar en cuanto a ventas? En la práctica, los estudios apenas han contado con tiempo de desarrollo exclusivo bajo esta arquitectura y, si es cierto que PS5 Pro llegará al mercado a finales de 2024, tampoco es que vayan a poder aprovechar de forma significativa cuanto tenga que ofrecer el nuevo modelo.

El insider Tom Henderson arrojó más dudas el pasado marzo, cuando dejó caer que el ansiado The Last of Us multijugador se lanzaría tanto para PS4 como para PS5, en pos de congregar al mayor número de jugadores simultáneos. Dado que su lanzamiento podría no tener lugar hasta el año que viene -a tenor de los dilatados tiempos de desarrollo de Naughty Dog-, una PS5 Pro se antoja más innecesaria si cabe. Sobre todo teniendo en cuenta que la promesa de jugar a resolución 4K y 60 frames por segundo estables en todos los juegos lleva dos generaciones pendiente de cumplirse. Que se lo digan a los jugadores de 'Star Wars Jedi Survivor', cuyos problemas iniciales de rendimiento han evidenciado otro problema de plantar tantos modelos de especificaciones dispares en el mercado: una mayor dificultad de optimización.

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