'Hogwarts Legacy': Un producto a la altura del mundo mágico

Análisis ·

Avalanche firma una de las mejores adaptaciones al videojuego que recordamos

Marc Fernández

Viernes, 17 de febrero 2023, 09:06

En cierta ocasión escuché a un profesor referirse a la literatura anglosajona como la literatura del autoengaño. Esto es, fundamentalmente, centrarse en narraciones que remiten a una fuga en la que se mezclan elementos de diversos estratos históricos con otros posmodernos, con la diversión como único fin: el uso del autoengaño para el placer.

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Muy al contrario ocurre en la cultura hispano grecolatina, cuya tradición literaria siempre intenta desenmascarar el artificio de lo fantástico para situar la ficción en el contexto operatorio real: en definitiva, engaño versus desmitificación. En esta ocasión, el autoengaño se enfrenta directamente a la conciencia política del contexto social que nos ocupa, demostrando, una vez más, que la figura del autor es ontológicamente inseparable de su obra.

Por descontado me refiero a la oscura polémica que envuelve a Joanne Rowling, madre de una de las franquicias de ficción más prolíficas de la historia contemporánea, cuyo legado se extiende hoy con 'Hogwarts Legacy'. Un título que ya ha batido varios récords en ventas.

Avalanche Software ha alcanzado su cénit tras casi veinte años de historia como desarrolladora. El boca a boca y las malas lenguas no le han venido tan mal para el que ya consideramos uno de los mayores hitos de esta generación de consolas (aún sabiendo que Rowling no ha participado de ninguna manera en el proceso creativo).

Por suerte para quienes lo esperaban como agua de mayo, el software ha disipado todas las dudas respecto a su desarrollo desde el minuto uno. Nunca ha habido un juego basado en la franquicia tan grande y ambicioso en su propuesta, y no sólo dentro del mundo mágico, sino en el subgénero de las adaptaciones de licencias.

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Su principal virtud, lo que lo diferencia del resto de juegos de la franquicia es que, por fin, no estamos hablando de un producto que se limita a ser una extensión comercial de la película de turno (como ocurría con las entregas numeradas de Warner). Se trata éste de un trabajo consistente por sí solo, que respeta los pilares fundamentales del mundo mágico y a la vez expande su legado ofreciendo algo nuevo.

El mundo abierto de Avalanche está dispuesto principalmente para quienes quedaron hechizados leyendo los libros o viendo las películas. Para ello sus desarrolladores han estudiado la obra al milímetro y en su totalidad. No hay ni un solo detalle (al menos grave) que vaya a chirriar al fiel, y los vacíos están rellenos con una solvencia tan sólo aplicable a un ferviente conocedor del 'lore'.

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Incluso las licencias tomadas están resueltas con gran inteligencia narrativa: la decisión de que nuestro personaje acceda directamente a Hogwarts en quinto año no es más que Avalanche reconociendo la madurez del lector que descubrió a Harry Potter en su infancia (y hoy ronda la treintena). Carecería de sentido ponerle en la piel de un crío de 10 años que sujeta su varita por vez primera.

Otra cuestión que puede llamar la atención es que Hogsmeade pasa a sustituir en funciones al Callejón Diagon (desaparecido por el momento), donde los alumnos comprarían su material antes de la llegada del curso académico; ahora es el centro de comercios principal en el juego, integrándose perfectamente en el corpus de un mundo abierto, sin depender de un nivel exterior (Diagon está en Londres, por lo que no tendría sentido geográfico meterlo con calzador).

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Dentro del universo diegético de la franquicia, la trama de Hogwarts Legacy se sitúa un siglo antes de los acontecimientos de la Piedra Filosofal. Harry entra en Hogwarts en 1990, justo después de la segunda guerra mágica contra Voldemort, y los escarceos de Tom Riddle en la escuela británica empezaron sobre la década de los 30. Legacy da comienzo en 1890.

Aunque la trama principal sea algo nunca visto en el universo mágico, quizás pueda estar inspirada en la rebelión de los duendes de 1612, cuando la población de duendes del mundo mágico protestó contra la discriminación y el prejuicio por parte de magos y brujas. Quien haya sido un ávido consumidor de los libros sabe que, tras una lectura adulta, el universo de los magos no es precisamente muy integrador entre géneros y especies, sino más bien estratificado y endógamo: desde la división magos/muggles, pasando por las diferentes especies que habitan, e incluso entre miembros de las casas o las diferentes escuelas.

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De hecho, todos aquellos 'adelantados' que pretendan luchar por lo contrario se enfrentan a contracorriente con la propia idiosincrasia del mundo: véase el caso de Hermione con su fracasado sindicato de elfos domésticos o el de Hagrid, un semigigante socialmente excluido con un afán poco ortodoxo por convivir con criaturas no humanas. La lucha por perpetuar una sociedad desigual es el motor de la historia del mundo mágico, así que poco nos tendría que sorprender aquí.

Por lo demás, la reconstrucción del mundo no ha podido ser más fiel a lo ya visto. El mapa de Legacy, sobre todo un castillo que aquí es la estrella, es el resultado de una más que resultona arquitectura frankenstein que anida elementos descriptivos de los libros, visuales de las películas (sobre todo de las dos primeras, las de Chris Columbus) e incluso de anteriores juegos (¡flipendo!). El castillo, en su totalidad, es un puzle inmenso lleno de zonas por explorar, multitud de desbloqueables, minijuegos, pequeñas narrativas y, en definitiva, donde por cuestiones de diseño pasaremos la mayor parte del tiempo.

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Por hacer algunas comparativas, el aula de Defensa contra las Artes Oscuras es una réplica de la segunda película: veremos las mismas escaleras por donde desciende Gilderoy Lockhart para enseñar a sus alumnos a lidiar con los duendecillos de Cornualles. La sala común luce espectacular, las escaleras movedizas están rediseñadas para no atosigar al jugador, y sumamos un sinfín de localizaciones que los jugadores más sabidos reconocerán de inmediato.

Por otro lado, los vacíos lógicos de información son copados a golpe de varita por la desarrolladora. Obviamente está lejos de la organicidad técnica de un 'Red Dead Redemption 2': su distribución encriptada anula cualquier posibilidad de narrativa emergente y se limita al mundo de los coleccionables estáticos acostumbrado por Ubisoft, cosa que, por otro lado, comprendo como decisión lógica dado el potencial 'fanservice' y los medios de la desarrolladora.

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En Hogwarts Legacy hay mucho por hacer: las posibilidades de exploración son realmente variadas y fácilmente abandonaremos las 'quest' principales para ponernos a desbloquear contenido y abrir cofres a mansalva. Estas posibilidades se amplían una vez desbloqueamos escobas y demás monturas frente a un mundo abierto con muchas más regiones de lo esperado. Todo tiene un sentido dentro del universo del juego y poco más podríamos haber pedido (miento, incluir Quidditch habría sido la repera).

Por lo general, el juego pretende que tu experiencia en Hogwarts se equipare lo máximo posible a haber recibido la tan ansiada carta: la abrupta llegada a la escuela, cada una de las clases con sus particularidades, volar por primera vez en la escoba, sacar una mandrágora de su maceta, colarse en la biblioteca prohibida tirando de invisibilidad, o buscarte problemas con Peeves (el famoso poltergeist omitido en las películas).

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El combate y el uso de los hechizos convergen en mecánicas bien resueltas: para el combate cada conjuro se dispone como la habilidad de un RPG o juego de acción, con sus efectos para con los enemigos y su tiempo de enfriamiento. Lo mismo ocurre con aquellos hechizos enfocados en la utilidad, como 'lumos' o 'revelio': cada uno cuenta con sus propias particularidades perfectamente adaptadas a cada situación en el juego. Contamos además con una serie de talentos a desbloquear mediante un sistema de puntos que potencian sus efectos.

Por hablar de lo no tan bueno, Legacy debería estar técnicamente más pulido: la versión de PC presenta bugs y bajones notorios en la tasa de frames. Aunque visualmente es espectacular, tiene sus limitaciones claras y el juego de luces y sombras no termina de ser tan resultón como debería. Por otro lado, el sistema de sigilo es bastante infame y cambiar de sets de hechizos durante el combate podría ser algo más ágil.

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En cuanto a sensaciones generales, el mundo abierto como tal es bastante convencional: las misiones al final tienen ese tufillo a recadero que los más experimentados en el género aborrecerán prontamente. Al final el único aliciente para las recompensas es el completismo al absurdo y el descubrimiento del 'lore'.

Por su parte, el doblaje al castellano es nefasto y las conversaciones suenan forzadas a más no poder. Hay también problemas con el modulador de voz de nuestro personaje y en muchas ocasiones se escucha robotizado. Son problemas que surgen de no haber ultimado los detalles como se debería. Por otro lado, el aspecto de la inmersión es inmejorable: la banda sonora es una gozada; imita el estilo de John Williams y presenta resquicios de sus temas principales.

Hogwarts Legacy, en definitiva, es el mejor videojuego ambientado en el mundo de Harry Potter jamás creado; si eres un amante de la franquicia estás tardando en lanzarte a por él. Cuenta con una infinidad de horas de contenido a desbloquear y la rejugabilidad está a la orden del día por si queremos repetir la experiencia jugando en distintas casas. Aún entre tanta polémica e imperfecciones, no hay duda de que estamos ante uno de los grandes de este primer trimestre del año.

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