'Detective Pikachu: El Regreso', lógica y deducción para niños en formato videojuego

Un lustro después de que 'Detective Pikachu' recalase en la consola estereoscópica de Nintendo (3DS), los incondicionales de los monstruos de bolsillo reciben una secuela directa. Sabíamos que 'Detective Pikachu: El Regreso' se encontraba en desarrollo, pero el oscurantismo de sus responsables impedía atisbar una ventana de lanzamiento. Tan siquiera tras el éxito incontestable de la adaptación cinematográfica, protagonizada por Justice Smith en 2019.

El anuncio de este retorno se produjo así por sorpresa, a escasos meses de su irrupción comercial y con la promesa de atar los cabos sueltos de la entrega original. En aquella, el detective adolescente Tim Goodman investigó el comportamiento errático de la fauna Pokémon en Ryme City, tras la misteriosa desaparición de su padre y en estrecha colaboración con un Pikachu parlante (al que tan sólo él podía escuchar). El resultado fue un desarrollo entre el 'point-and-click' y la aventura conversacional, fundamentada en la recolección de pistas y los interrogatorios como mecanismo para desentrañar la verdad.

Ya entonces hablamos de un título diseñado con los más jóvenes en mente: los guiaba de la mano en un baile de interrogantes tremendamente sencillos, pero el guión atesoraba el interés suficiente como para no espantar a los jugadores veteranos. Esta última baza se ha esfumado en Detective Pikachu: El Regreso, donde la trama se torna previsible hasta decir basta. De este modo, la propuesta limita su público potencial a aquellos niños con un mínimo de comprensión lectora.

Los padres que busquen una suerte de 'Vacaciones Santillana' para las próximas navidades, tienen aquí un acierto seguro: aunque los diálogos del juego se encuentran doblados al inglés (o japonés, según preferencias), los textos rezan en perfecto castellano. Y abundan. Vaya que sí. De hecho, el grueso de la partida consiste en leer y seleccionar opciones de conversación con los personajes que pueblan cada 'escena del crimen'.

Dichos escenarios (desde una mansión hasta una comisaría policial, pasando por unas ruinas antiguas) presentan una extensión comedida y habremos de transitarlos de cabo a rabo para encontrar pistas diseminadas o recabar información. Rara vez nos perderemos o deambularemos más de la cuenta, ya que el software evidencia el área de investigación (nos impide acceder a determinadas zonas cuando no toca) e incluso nos indica el siguiente paso a dar, lugar a visitar o persona a la que encarar.

Con todo, los pequeños detectives tendrán que permanecer atentos al discurrir de los hechos, de forma que puedan relacionar unas pistas con otras y desechar coartadas. Este proceso de deducción tiene lugar por medio de un archivador en el que van registrándose los hallazgos de la investigación: al reunirse el suficiente número de documentos, declaraciones u objetos, se nos brindarán varias conclusiones entre las que elegir. Por ejemplo: si topamos con una vitrina seccionada y uno de los Pokémon con los que hemos hablado tiene cuchillas por manos, ¿quién será el sospechoso más probable? No existe penalización por equivocarse: el juego razona por qué hemos escogido la opción incorrecta y nos invita a reintentarlo.

Como resultado, el jugador desarrolla su pensamiento lógico sin darse cuenta, al amparo de unos personajes (Pikachu y compañía) a los que guarda especial cariño. Ayuda la expresividad y constantes chascarrillos del roedor amarillo, que en esta ocasión debe dilucidar el origen de unos artefactos cúbicos con los que alguien intentar domar la voluntad de los Pokémon. Al tiempo tratará de dar con su ex-compañero Harry (el padre del protagonista) de una vez por todas.

Como novedades significativas de la secuela destacan las tareas secundarias que nos encargan algunos personajes secundarios (mayormente anodinas) y la posibilidad de controlar a distintos Pokémon para aprovechar sus habilidades según lo requiera la situación: seguir un rastro mediante el olfato, derribar estructuras, ver a través de las paredes en unas improvisadas secuencias de sigilo e infiltración... Encontramos incluso unos rompecabezas basados en abrirnos paso moviendo bloques, ideales para poner a prueba el ingenio de los infantes.

Cada uno de los cinco capítulos de la aventura (pueden completarse en unas diez horas) culmina con una suerte de test mnemotécnico: preguntas a modo de resumen en las que el jugador debe demostrar su capacidad retentiva. Lo que decíamos: este Detective Pikachu se antoja un cuadernillo de ejercicios extraescolares que además sabe transmitir buenos valores, como la importancia de la amistad o la persistencia.

En el plano técnico todo discurre dentro de la mera funcionalidad: aunque las mentadas animaciones de Pikachu se llevan la palma, el resto de personajes resultan un tanto inertes (incapaces de mostrar emoción) por sus rostros carentes de sombras. Los dientes de sierra y algunas texturas terminan de poner en evidencia un trabajo perezoso; especialmente si lo comparamos con títulos insignia de Switch como Tears of the Kingdom o Super Mario Odyssey. El doblaje sí que resulta cumplidor (aunque se limite a las escuetas cinemáticas), hasta el punto de salvarle la papeleta a una banda sonora de mero acompañamiento y redundante en ciertos puntos.

Colegimos pues que, para lo que tenía que contar, 'Detective Pikachu: El Regreso' podría haber sido un email. Máxime tras la sorprendente (y acertada) conclusión de la película. Aspectos como el empleo de habilidades Pokémon podrían haberse aprovechado más si cabe y el juego se habría beneficiado de un desarrollo menos guiado. Esto desde la óptica de un aficionado que roza las cuatro décadas: los niños seguramente pasen un rato estupendo mientras sus padres descubren que los videojuegos son algo más que aporrear botones sin oficio ni beneficio.

• Temas
• Nintendo
• Nintendo Switch
• Videojuegos