Cuando se habla de una nueva generación de consolas es fácil perderse en una amalgama de números y denominaciones técnicas. Las habrá en este análisis pormenorizado de Xbox Series X, la apuesta más ambiciosa de Microsoft en entretenimiento doméstico, pero procuraremos mantenernos en ... la línea de lo que concierne al jugador de a pie. De nada sirven unas especificaciones de infarto si, en la práctica, cuesta percibirlas. Ya os adelantamos que no es el caso.
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Dispuestos a no repetir los errores cometidos en el lanzamiento de Xbox One, los de Redmond han cuidado hasta el mínimo detalle. El desempaquetado de Series X supone en sí mismo toda una declaración de intenciones: la máquina hace acto de presencia nada más abrir la caja, bajo una faja de cartón con el eslogan 'Power your dreams'. Por supuesto, no tardamos en liberarla de su envoltorio, momento en que reparamos en su considerable peso. Ocurre al contrario con el tamaño, quizás una de las mayores preocupaciones de los usuarios desde su anuncio.
Quienes esperasen algo parecido a una 'torre' de ordenador se llevarán una agradable sorpresa, pues lo que tenemos es un monolito de lo más compacto; tan sobrio y discreto que encaja perfectamente en el mueble del televisor. Incluso en horizontal, aunque así el diseño pierda gran parte de su atractivo. La peana integrada invita a colocarla verticalmente, dando protagonismo al detalle de la rejilla superior: según la perspectiva apreciaremos el característico verde de la marca con mayor o menor intensidad, lo que supone todo un guiño a sus incondicionales y una forma de romper con el negro profundo que colorea la carcasa.
Imaginad dos Nintendo Gamecube apiladas y sumadle unos pocos centímetros en altura. Es la mejor forma de visualizar las dimensiones de la plataforma, limpia en su frontal salvo la discreta ranura de su lector de discos, un puerto USB de fácil acceso y el botón para el emparejado de accesorios. A la trasera encontramos conectores para los cables de alimentación y Ethernet, salida HDMI, otros dos puertos USB y una ranura para tarjetas de memoria propietarias NAND Flash. Desaparecen así la salida de audio óptico (tildada de obsoleta por muchos), el HDMI de entrada y el conector para Kinect, periférico que ya no tiene cabida en la estrategia de Microsoft.
Al encender la máquina se atestigua el empeño puesto en la comodidad del usuario, así como la importancia de la nueva aplicación para smartphones. Descargándola e iniciando sesión con nuestra cuenta obtenemos acceso al almacenamiento del sistema, pudiendo comandar instalaciones e incluso jugar en remoto. Antes de eso encaramos un proceso de configuración tremendamente sencillo: basta introducir el código numérico que aparecerá en la pantalla del televisor para determinar los ajustes fundamentales mientras Series X instala su primera actualización. Curiosamente, ambos procesos terminan casi a la par (sea cosa de nuestra conexión o del disco SSD integrado, los 'updates' vuelan en comparación a One X).
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Es entonces cuando la espectacular fanfarria y el logo de Xbox aparecen en pantalla para dejarnos, por fin, frente a la nueva interfaz. Aunque no será una sorpresa para quienes vengan de una Xbox One actualizada a la última versión, el menú de la consola supone todo un avance respecto a lo visto en 2013. Formalmente puede seguir recordándonoslo, pero se ha rediseñado por completo para que todo esté al alcance, pueda personalizarse a nuestro gusto y la navegación resulte instantánea. Ahora podemos fijar diferentes fondos (dinámicos, imágenes de logros o personalizadas…) y la guía permite acceder a todas las opciones del sistema sin necesidad de salir al menú principal. La joya de la corona es la nueva Microsoft Store, con un diseño muy atractivo por categorías, que facilita encontrar lo que buscamos en pocos segundos.
Menos cambios ha experimentado el Xbox Wireless Controller, ratificándose aquello de «si algo funciona…». Esto no quita para que los ingenieros hayan introducido algunas mejoras: para empezar el cuerpo es ligeramente más pequeño y tanto los gatillos como las agarraderas presentan una textura rugosa muy agradable al tacto. Por su parte, la cruceta se amolda a lo visto en la gama 'Elite', lo que arroja mayor precisión en los juegos de lucha (así lo hemos comprobado con 'Killer Instinct'). La última adición en el plano físico es el botón 'Share', con el que tomar capturas o clips de vídeo a una sola pulsación, sin farragosos menús de por medio. Hereda así la practicidad del botón al efecto en Nintendo Switch, culpable de que nos pasemos más tiempo preservando estampas que jugando.
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Pero el mando también depara sorpresas en su interior, como la adopción del nuevo estándar Bluetooth 'Low Energy', que además de traer aparejado un importante ahorro de batería facilita la conexión a otros dispositivos. Así, ya no es necesario acceder al menú de ajustes de Windows (por ejemplo) para vincular este Wireless Controller al sistema operativo. Finalmente, la tecnología 'Dynamic Latency Input' promete rebajar el tiempo de respuesta (el transcurrido desde que pulsamos un botón hasta que vemos la acción reflejada en pantalla). No es algo que hayamos sido capaces de percibir en nuestra primera semana con Series X, pero imaginamos que marcará la diferencia al jugar a 120 frames por segundo, una de sus capacidades más atractivas.
Porque sí, aquí hemos venido a jugar; a demostrar que los 12 teraflops de que presume Microsoft son capaces de marcar la diferencia. Éstos y el resultado de combinar un disco duro de estado sólido con la 'Xbox Velocity Arquitecture', arquitectura responsable de muchas de las funciones que en breve repasaremos. Despejar primeramente dos inquietudes surgidas durante las últimas semanas: el ruido y el sobrecalentamiento de la nueva consola. La suscripción a Game Pass nos ha permitido comprobar sendos factores con una cantidad ingente de títulos. Desde 'Ori and the Will of the Wisps' hasta 'Red Dead Redemption 2', uno de los pocos juegos que consiguieron poner al límite la cámara de vapor de Xbox One X. Para nuestra sorpresa, Series X se mostró prácticamente muda con todos ellos; el imponente ventilador tan solo fue audible (poco) al poner en silencio nuestro televisor. También nos ha parecido efectivo en cuanto a refrigeración, algo a lo que contribuye la segmentación de la placa base: los componentes internos se calientan menos y a su vez ofrecen potencia adicional, explican los de Redmond. El aire en ascenso es más que perceptible si colocamos la mano sobre la rejilla superior, pero usualmente de forma tibia, lo que también aplica al cuerpo del hardware.
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Pero volviendo al SSD interno y dado que este tipo de unidades llevan casi una década imperando en compatibles, nos preguntamos por qué los fabricantes de videoconsolas han esperado tanto para adoptarlo. Sus beneficios son evidentes desde el primer juego que ejecutamos: 'Sea of Thieves'. El minuto y medio que esperamos a que cargase en Xbox One X se reduce aquí a poco más de veinte segundos, marcas que podrían reducirse aún más con el software desarrollado expresamente para la nueva generación. Incluso hemos visto casos en que los tiempos de carga desaparecen por completo sin que el título en cuestión haya sido optimizado: en 'The Witcher 3: Wild Hunt' los viajes rápidos resultan instantáneos, hasta el punto de adelantamos por milésimas a la carga de los escenarios.
Esta filosofía de la inmediatez también ocurre gracias a la Velocity Arquitecture que comentábamos más arriba, por mediación de lo que se ha venido a denominar 'Quick Resume'. Los últimos juegos ejecutados se mantienen en suspensión de forma automática, incluso después de apagar la consola, pudiendo cambiar de uno a otro en menos de diez segundos. Podemos dejar en pausa 'Forza Horizon 4', saltar a la pantalla de ajustes de 'Gears Tactics' y volver al mundo abierto de Playground para reanudar la partida. Esto será especialmente útil con aquellos sistemas de guardado caprichosos (que aún los hay) y podría salvarnos de una buena en caso de apagón eléctrico.
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Colegimos entonces que Series X dinamita las esperas pero, ¿qué hay del rendimiento? Si recordamos los inicios de la pasada generación, Microsoft y Sony insistieron en la promesa del juego a resolución 4K y 60 frames por segundo. Viendo que habían pecado de ambiciosos, ambos fabricantes trajeron al mundo ediciones vitaminadas de Xbox One y PlayStation 4, las cuales se quedaron a medias. Pues bien, siete años después podemos afirmar con rotundidad que la meta se ha alcanzado: el monolito oscuro cumple sin despeinarse con sus primeros juegos optimizados. Hemos dado fe con 'Sea of Thieves' o 'Forza Horizon 4', pero también con 'Gears 5', que en muy contadas ocasiones se conforma con los 1080p de One X.
La obra de The Coalition nos sirve también para ejemplificar técnicas como el 'Variable Rate Shading', que disminuye la resolución en áreas de la imagen imperceptibles para el usuario, lo que contribuye a una resolución (y tasa de frames) general mucho más elevada y estable. El resultado son unos gráficos a la altura de una tarjeta de gama alta en PC, que nos permita ejecutar el juego con todos sus ajustes en 'Ultra'. Así, apenas hemos encontrado diferencias al comparar Gears 5 bajo una Nvidia GTX 1080Ti con Series X. Incluso existen aspectos en los que la versión para la nueva sobremesa sale ganando, como bien apunta Digital Foundry en su análisis técnico: texturas bidimensionales de mayor profundidad y mejora tanto en los reflejos como en el sombreado sin necesidad de recurrir al 'Ray-Tracing' (tecnología que posibilita unos efectos de iluminación dignos de Hollywood).
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Esto último, sumado al hecho de que Gears 5 carga en menos 10 segundos por el mero hecho de estar instalado en un SSD, nos deja patidifusos: ¿de qué no serán capaces los desarrolladores entonces una vez aprovechen todas las posibilidades de Series X? Nos hubiera gustado comprobarlo con otros juegos de lanzamiento, pero al tiempo de escribir estas líneas siguen pendientes de los parches de optimización que llegarán el próximo martes. Así, nos quedamos con las ganas de dictaminar si el 'trazado de rayos' es para tanto como lleva meses vendiéndosenos, para lo que vendrán de perlas referencias como 'Watch Dogs Legion'. Tomando como muestra el 'inside look' publicado por Ubisoft hace unos días, The Verge concluye unos reflejos casi a la par de los mostrados bajo una flamante RTX 3090, nuevamente con todos los ajustes en 'Ultra'.
Otra comprobación fuera de nuestro alcance han sido los 120 frames por segundo en el propio multijugador de Gears 5, Dirt 5, Ori and the Will of the Wisps o 'Halo: The Master Chief Collection' (por listar algunos). Esta fluidez sin precedentes requiere de un televisor a la última, con una tasa de refresco de 120 hercios y por ende provisto de conectores HDMI 2.1 (el cable suministrado junto a Series X viene preparado para ello). Actualmente, los modelos más económicos parten del millar y medio de euros, inversión que compensa si uno quiere sacar partido a otras tecnologías inherentes a la certificación 2.1: con 'Auto Latency Mode', nuestra tele reduce su latencia al mínimo valor posible en cuanto conectamos la consola y 'Variable Refresh Rate' equipara la tasa de refresco de ambos dispositivos para suprimir defectos como el 'tearing' (cuando aparecen líneas horizontales en pantalla, como si la imagen estuviese desincronizada).
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Nuestras sesiones de prueba con la bestia técnica de Microsoft concluyeron poniendo a prueba el catálogo retrocompatible. Aquí tenemos que apelar nuevamente a la Velocity Arquitecture, responsable de que los juegos de Xbox One, Xbox 360 y la Xbox original se vean mejor que nunca sin necesidad de actualizaciones por parte de sus desarrolladores. Lo hemos probado con infinidad de títulos, tanto en formato físico (basta introducir un disco compatible) como digital, y el resultado es sorprendente. Se produce ganancia automática de resolución y tasa de frames al tiempo que se reducen los tiempos de carga. Además, los juegos 'retro' funcionan con 'Quick Resume' y en HDR (si activamos dicha opción en ajustes), lo que son noticias inmejorables a poco que uno tenga una biblioteca de peso.
Phil Spencer avanza así a pasos agigantados en su empeño por un ecosistema Xbox que nos permita jugarlo todo en cualquier plataforma. No olvidemos que Game Pass acaba de llegar a Android para disfrutar de ciertos títulos en streaming y que 'Smart Delivery' garantiza jugar la mejor versión disponible para nuestra máquina, sin coste adicional y preservando nuestras partidas guardadas. Series X aprovecha también nuestros accesorios de Xbox One, como sus mandos y baterías, aunque algunas de terceros podrían no funcionar en el nuevo Wireless Controller por su menor tamaño. Y si os lo estáis preguntando: sí, el Media Remote de One es compatible con Series X, que camufla un sensor de infrarrojos en el botón de emparejamiento.
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El hardware llega más que preparado para el entretenimiento pasivo, con aplicaciones de las principales plataformas de streaming (Apple TV inclusive) y un lector de Blu-Ray 4K que, desgraciadamente, pierde la capacidad de leer discos 3D. Además es compatible con los estándares de audio y vídeo más avanzados (HDR10, Dolby Vision, Dolby Atmos, DTS:X y Windows Sonic), procesándose estos últimos mediante hardware específico al margen de la CPU. En términos llanos, la respuesta en nuestro equipo o barra de sonido es apabullante respecto a One X, algo que hemos puesto a prueba reproduciendo distintas películas y series.
Xbox Series X es, sin lugar a dudas, la pieza de hardware más ambiciosa en la historia del entretenimiento doméstico. Tal así que algunas de sus funciones invitan a invertir en nuevos equipos de imagen y sonido. La eficiencia, rendimiento y comodidad de la máquina han quedado fuera de toda duda en estos primeros días, llegando a marcar una diferencia significativa -respecto a Xbox One X- en el acabado de títulos que tan siquiera han sido optimizados al 100%.
Tiempos de carga anecdóticos, resumen de juegos al instante, miles de títulos retrocompatibles y la promesa cumplida del 4K hasta 120 frames por segundo (bajo ray-tracing). Microsoft tiene todo lo necesario para imponerse esta generación y, al contrario que Xbox One, nos presenta una máquina preparada para el futuro. El único pero es no contar con una tanda de exclusivos AAA durante la ventana de lanzamiento (más allás de Gears Tactics por su condición de inédito en consolas), algo que 'Halo Infinite' hubiese remediado de no haber suscitado críticas tan enconadas. Los meses dirán si las múltiples adquisiciones de Xbox Game Studios se materializan en desarrollos capaces de plantar cara a titanes como Naughty Dog o Santa Monica Studio.
Sea como fuere, si pasaste de Xbox la anterior generación o buscas adscribirte a la vanguardia tecnológica , los 499 euros de Series X te sabrán mejor invertidos que nunca. Puro espectáculo audiovisual.
■ Especificaciones de Xbox Series X
■ Juegos de lanzamiento de Xbox Series X
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