![Análisis Splatoon 3 para Nintendo Switch](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202209/20/media/cortadas/splatoon-kGTE-U180114037496GQF-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Con 'Splatoon 3', la franquicia se consolida como una de las propiedades intelectuales más valiosas del ocio electrónico. Sus responsables, el departamento de Planificación y Desarrollo de Nintendo, tuvieron la valentía de proponer un multijugador competitivo (disparos mediante) a la multinacional japonesa, lo que seguramente se aceptó a regañadientes por la necesidad de engrosar el catálogo de Wii U.
Splatoon supuso un soplo de aire fresco entre las fórmulas estancadas de la compañía; el resultado de ceder el testigo a una nueva generación de desarrolladores dispuestos a hacerse un hueco en el segmento del juego en línea. Todo ello bajo una estética igualmente rupturista, por la que cada entrega ha ganado tracción hasta las cifras de la que hoy nos ocupa.
No por nada, Splatoon 3 necesitó apenas tres días para convertirse en el videojuego con mejores ventas de lanzamiento en la historia de Japón (3,4 millones de copias). También en España hablamos de la iteración mejor recibida de la serie, con 22.500 unidades despachadas en su primera semana. ¿Justifican las novedades tanto entusiasmo?
En líneas generales, títulos como este prefieren actualizarse a largo plazo más que reinventarse: ofrecer a los jugadores nuevos mapas, armas e ítems con los que mantener vivo su interés durante años (en lo que ha venido a denominarse 'temporadas'). Aunque cada Splatoon ha recibido numerosos updates a lo largo de su vida comercial, la secuela llegó quizás demasiado pronto. Tal así que muchos la refirieron como 'Splatoon 1.5'. Aquel lanzamiento se justificó, sin embargo, por la necesidad de asentar la franquicia entre los millones de usuarios que no fueron conscientes de la sucesora de Wii.
Con Splatoon 3, Nintendo EPD estaba obligado a ofrecer un verdadero salto hacia adelante para convencer. Su gran mérito ha sido lograrlo (conseguir el aplauso unánime) sin revolucionar nada. En su lugar se han agarrado al dicho de que 'si algo funciona...', perfilando cualquier arista de la fórmula que ya conocemos y brindando a la postre un producto sobresaliente en todos sus apartados.
Los combates territoriales siguen siendo la piedra angular del desarrollo: batallas en las que pintar más superficie que los rivales al tiempo que los mandamos al otro barrio. ¿Qué cambia? Los 5 mapas nuevos (de la docena disponible) se han diseñado a conciencia para sacar partido a habilidades inéditas. Por ejemplo la posibilidad de saltar desde una vertical o esquivar envites mientras estamos transformados en calamares. Así quedamos menos expuestos durante los instantes de recarga o desplazamiento hacia el extremo contrario del mapa, en pos de apurar los últimos segundos de entintado.
Las incorporaciones al arsenal también permiten estrategias mucho más diversas. Tenemos desde una suerte de arco entre las armas principales hasta explosivos de toda clase entre las secundarias, sin olvidarnos de unas especiales realmente efectistas: montar a lomos de un tiburón para avasallar a los contrarios o acribillarlos sobre un cangrejo mecanizado son solo algunas de las opciones que les harán poner pies en polvorosa.
A fin de cuentas, las partidas siguen resultando tan divertidas como de costumbre (sin importar el grado de habilidad de los usuarios), pero las aproximaciones al combate se quintuplican y esto hace que tardemos en aburrirnos del juego. Se han incluido además varias mejoras de 'calidad de vida': un vestíbulo en el multijugador online para amenizar las esperas entre refriegas; la posibilidad de escuchar los anuncios de rotación de escenarios (en lugar de visionarlos íntegros) y la disponibilidad constante del modo cooperativo 'Salmon Run'. Éste incorpora nuevos tipos de Grandes Salmónidos diseñados para ponernos las cosas difíciles. Por suerte, el juego nos instruye en los puntos flacos de cada cual mediante sesiones de práctica, antes de arrojarnos al fuego real.
La nueva ciudad de Tintelia (mucho más extensa y detallada que en juegos anteriores) también alberga un guía turístico con el que recorrer a nuestro aire todos los escenarios para interiorizar sus trazados y conocer las mejores posiciones de emboscada. Así daremos lo mejor de nosotros mismos en los modos tradicionales: el mentado 'Territorial', 'Pintazonas', 'Torre', 'Pez Dorado' y el pseudo basket de 'Asalto almeja'.
Otra novedad son las 'Luchas Carterritoriales'. Se trata de un minijuego tipo puzle en el que utilizar los naipes que vamos adquiriendo de distintas formas en el juego. Cada carta muestra un patrón de casillas que hemos de colocar en un tablero, intentando ganar espacios al rival a base de importunarle. Como pasatiempo accesorio, para cuando estemos cansados de repartir tinta, nos ha parecido tan ingenioso como divertido.
Quizás el único pero del conjunto es que, junto a los mazos, encontramos una cantidad ingente de coleccionables a lo largo de todas las modalidades: licencias, cupones, caracoles, monedas... Cuesta un poco hacerse al sistema de progresión: aprender qué se granjea con qué y en qué puede invertirse cada cosa. Máxime cuando el modo historia cuenta con su propio sistema de progresión, en el que intervienen dos contadores adicionales.
Sea como fuere, la campaña para un jugador se antoja el mayor acierto de Splatoon 3. Volvemos a encontrar varias islas interconectadas, repletas de pequeños niveles a completar, pero esta vez se encuentran inundadas de una sustancia mortífera que tan sólo podemos fulminar invirtiendo caviar rojo (los puntos que conseguimos al completar fases). Dicha sustancia esconde desde rutas alternativas hasta coleccionables y misiones adicionales, siendo nuestra decisión si descubrimos el mapa al 100% o si por el contrario jugamos únicamente las fases imprescindibles para hacer frente a los jefes y alcanzar los títulos de crédito. De este modo podemos completar la historia en unas pocas horas o superar la decena junto al pequeño Cenutrín. Este acompañante consigue marcar la diferencia en cuanto a diseño de niveles: podemos arrojarlo a interruptores inaccesibles o emplearlo cual arma disuasoria para enfrentarnos con garantías a los grupos de enemigos más numerosos. Tanto nos ha gustado este recurso que lo hemos echado de menos en el marco de los combates online.
Con todo, es en el tramo final donde la campaña ofrece lo mejor de sí. Las fases encorsetadas (confeccionadas para instruirnos en determinadas armas o habilidades) dan paso a niveles con todas las de la ley por su envergadura e interconexión; culminando la historia con un enfrentamiento de los que hacen época y cinemáticas dignas del gran juego de plataformas en que Splatoon podría llegar a convertirse. Veremos si el impepinable Splatoon 4 echa el resto en el single player, dado que esta entrega ha apuntado en la dirección correcta.
A nivel técnico el juego sigue entrando por los ojos. Tan sólo algunos dientes de sierra y ralentizaciones restan puntos al conjunto (extraños, dado que Switch ha demostrado manejar cargas gráficas superiores). Las melodías desenfadadas y con toques electrónicos también siguen presentes en un título que rebosa personalidad; muy distinto a las estampas que suele dejar el género.
Splatoon 3 perfila todas las aristas de su predecesor para ofrecer una jugabilidad en línea mucho más ambiciosa: nuevos mapas, armas, habilidades e incluso modos de juego configuran la propuesta definitiva de Nintendo EPD, coronada por el mejor single player de la serie.
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