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jorge garmendia
Miércoles, 22 de mayo 2019, 13:19
Hace casi una década desde que llegase a las estanterías 'RAGE', una novedosa experiencia postapocalíptica en primera persona. Desarrollada por id Software y distribuida por Bethesda, resultó ser una obra muy disfrutable en todos los aspectos, pero desafortunadamente esto no se vio correspondido en ... las cifras de ventas. Con el paso del tiempo RAGE ha logrado un merecido reconocimiento, cosechando un gran número de adeptos, pero aun así nada parecía asegurar la continuidad de la franquicia. Finalmente, en el E3 del pasado año fue anunciada la aclamada segunda entrega que correría nuevamente de la mano de la compañía estadounidense, pero esta vez con la ayuda de los especialistas del mundo abierto Avalanche Studios. La unión de ambas desarrolladoras prometía una combinación explosiva entre la acción acelerada que pudimos ver en el último 'DOOM' con un mundo abierto delirante y lleno de posibilidades al más puro estilo 'Mad Max'.
Ahora, apenas un año más tarde, recibimos RAGE 2, un título que ambiciona ser un FPS de sensaciones extremas y ardientes aderezado con un componente de mundo abierto sobrecogedor y envolvente. ¿Habrá conseguido su propósito?
La historia de Rage 2 tiene lugar pocos años después de los eventos que vivimos en el juego original, en el contexto de un mundo postapocalíptico que ya está empezando a recuperarse de la devastación. Sin embargo, los esfuerzos para impulsar la civilización se retrasan cuando La Autoridad, una facción de mutantes que juegan con la genética y pretenden el exterminio de todo lo que queda de la vieja sociedad, logra resurgir más fuerte que antes. Con el renacido General Cross a la cabeza, La Autoridad lanza un ataque devastador a la sede de La Resistencia en la ciudad de Vineland, dejando al protagonista literalmente sin compañeros ni recursos. Así, con un fuerte propósito de venganza nos pondremos en la piel de Walker, el último Ranger con vida, sobre el que recae la responsabilidad de buscar ayuda y recolectar la tecnología necesaria para aplastar de una vez por todas a La Autoridad.
La premisa es simple y directa. Tan solo un pretexto para, tras algunas misiones introductorias, lanzar al jugador hacia una exploración furiosa del mapa del juego. Esto, a priori, no tendría por qué ser algo negativo, pero el problema reside en que la trama principal no evoluciona y carece de intensidad durante sus aproximadamente doce horas de duración, por lo que en ningún momento sentimos que algo está en juego. A esto se le suman unos diálogos poco inspirados y que no convencen, el inexistente crecimiento en los personajes y unos giros en la narrativa excesivamente previsibles. Un cúmulo de despropósitos que engendran una campaña para olvidar.
Más allá de las misiones principales, encontrar algo que hacer en el yermo no es una tarea difícil, ya que en el malherido mundo de RAGE 2 no hay paz para los supervivientes. El mapa se divide en varias secciones principales, en las que hay un total de tres ciudades comerciales. En ellas realizamos compras, descubrimos misiones secundarias o mejoramos nuestra armadura con nuevos aumentos. El resto del escenario se completa con cierto número de actividades y eventos, aunque poco variados. Hay campamentos de bandidos, Arcas en las que encontrar nuevas armas, nidos mutantes para eliminar, carreras de bólidos que disputar… Sin embargo, el componente de mundo abierto pronto se vuelve extremadamente repetitivo y con el paso de las horas explorar los terrenos baldíos de RAGE 2 se vuelve poco estimulante. Esto se debe, principalmente, a que el páramo se siente despoblado y vacío en sí mismo. Falta dinamismo en su conjunto, las largas carreteras carecen en gran medida de actividad enemiga y son pocos los tipos de actividades secundarias diferentes que realizar.
Los escenarios, al igual que en la mayoría de los juegos de ambientación postapocalíptica, alternan entre grandes desiertos de arena, montañas rocosas, ciudades sucias y metálicas o pantanos llenos de basura. No obstante, en el apartado gráfico y sonoro la dirección artística de RAGE 2 realiza un excelente trabajo. El juego opta por combinar los clásicos y oscuros tonos grises con opciones cromáticas extremas, luces de neón y colores fluorescentes. Una rosada estética punk abrillantada con sonidos psicodélicos, que regala encuadres vivos e impresionantes y gracias a la cual se crea un contexto atractivo y convincente.
Pero es cuando el espacio se aprieta cuando RAGE 2 saca a relucir su máximo potencial. El combate es, sin duda, el evento principal del título. El gunplay, inspirado en la base del último DOOM y aderezado con nuevas habilidades devastadoras, vibra desde los primeros momentos de juego. Detalles como el sonido sordo de un disparo o un impacto, el éxtasis de correr entre las líneas enemigas y la exultante sensación de control y descontrol al mismo tiempo hacen que disparar en RAGE 2 sea una experiencia extremadamente satisfactoria y adictiva.
Disponemos de una notable variedad de armas, desde la mítica escopeta de combate o un revólver Firestorm, hasta una pistola de dardos gravitatorios o el delirante Wingstick. Pero en este sentido, lo que realmente destaca es el trabajo de caracterización. Tanto su aspecto como su funcionalidad hacen que cada rifle sea único y que exprimir al máximo sus capacidades se vuelva un verdadero placer.
Por si fuera poco, RAGE 2 incorpora un sistema de 'superpoderes' para nuestro protagonista. Con las aptitudes de Nanotritos ('Vapuleo', 'Carrera' o 'Despedazar' entre otras) podremos desde esquivar un ataque hasta atrapar a los enemigos con vórtices de gravedad o lanzarlos contra los elementos del escenario utilizando ondas de choque. Y si llenamos el indicador de rabia sembraremos el caos absoluto activando el modo 'Sobrecarga'. Además, estas habilidades se pueden usar individualmente o combinar para afrontar diferentes situaciones. Una delicia para los jugadores más creativos, que se verán invitados a la experimentación.
Otro de los puntos fuertes de RAGE 2 es su complejo y multifacético sistema de mejoras y de desarrollo del personaje. El dinero, los minerales y los objetos que encontramos en nuestro camino nos permiten desbloquear actualizaciones de varios tipos e invertir en mejoras para las armas, las cualidades del traje o la potencia de nuestro vehículo. Ello hace que nos sintamos empujados y motivados a descubrir nuevos emplazamientos para encontrar materiales con los que optimizar nuestras herramientas. Igualmente, el árbol de habilidades se compenetra a la perfección con el transcurso de la aventura, desencadenando un flujo constante de puntos de bonificación que hace que ascender a nuestro Ranger sea una tarea gratificante.
En RAGE 2, la originalidad del arsenal; las habilidades exageradas del protagonista y un ritmo e intensidad de juego enérgicos crean un sistema de combate visceral. Un tónico de sensaciones desestresante con el que desahogarse y sentirse poderoso.
Dichas virtudes se contraponen a una progresión repetitiva y no muy exigente de su olvidable historia; a un mundo abierto cargado de intenciones, pero ruidoso y endeble. Esto nos hace pensar que el título habría ganado enteros suscribiéndose a la linealidad enmascarada (pero efectiva) de la primera entrega.
A partir de este momento solo queda comprobar cómo evoluciona el producto y la franquicia. Por lo pronto, Bethesda ha revelado una hoja de ruta postlanzamiento con al menos dos DLC narrativos y gran cantidad de contenido descargable.
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