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'Pentiment' es el más claro ejemplo de que no se necesita un gran presupuesto para materializar una obra sobresaliente. Tan sólo 13 personas han trabajado en lo último de Obsidian Entertainment, una aventura narrativa que nos traslada a la Europa del siglo XVI, con ... los escribas monásticos y los primeros esfuerzos de impresión como contexto.
Amén de un estilo gráfico cimentado en la producción artística de la época, lo que más llama la atención una vez nos ponemos a los mandos son las tipografías que copan los bocadillos de los personajes, a imitación de la caligrafía o la estampación. Aquí no hay voces que valgan: cada cual utiliza su propio tipo de letra, comete errores (subsanados al momento) e incluso emborrona su parrafada de turno por un uso abusivo de la tinta. Todo ello al compás de un soniquete, el de la pluma al deslizarse sobre el papel, que nos acompañará durante las quince horas aproximadas que se prolonga el desarrollo.
La importancia de la escritura en Pentiment es tal que sus responsables han prestado una exquisita atención a los detalles: las fuentes cambian según la percepción que nuestro protagonista (el artista Andreas Mahler) tenga de su interlocutor; las palabras 'sagradas' se escriben en último lugar y en color rojo, debido al impepinable cambio de tinta en los 'scriptorium'; hasta la tonalidad de la tinta varía del principio al final de las frases (pasa de oscura a tenue conforme va 'secándose').
También es digna de elogio la ingente documentación de Obsidian en un título que, si bien no refleja hechos ni personajes históricos, ofrece un fiel reflejo del estilo de vida de la época en una pequeña localidad de los Alpes. Al amparo de un monasterio, sus habitantes luchan por sobrevivir labrando la tierra y haciendo frente a los crecientes impuestos. Durante un cuarto de siglo veremos cómo alivian sus preocupaciones (y dolencias) amparándose en el rezo a los santos; o su necesidad imperiosa de comprometerse al sobrepasar la quincena, con la vida monástica como única alternativa plausible.
Esta visión del mundo contrasta con la de un Mahler viajado e instruido, al que los habitantes de Tassing miran muchas veces entre la fascinación y el recelo. Máxime cuando por azares del destino acabe conviritiéndose en detective, al que su comunidad encarga resolver un misterioso crimen. Serán varios los que acontezcan y justifiquen un juego donde confraternizar, recabar pistas y pillar en renuncios. El sistema de diálogo ofrece múltiples ramificaciones que impactan en las relaciones con los secundarios: cada elección nos acerca o aleja de los personajes, lo que en último término determina nuestro progreso en uno u otro sentido. Puede que la viuda del pueblo tenga información crucial para esclarecer el crimen, pero no soltará prenda si previamente hemos manifestado un acercamiento al clero que tanto detesta (por poner un ejemplo).
Quizás el mayor logro de Pentiment sea precisamente ése: su capacidad para hacernos partícipes de una comunidad en la que todos terminan importándonos. Tal así que tras un salto temporal entre capítulos, uno ansía recorrer el pueblo para descubrir cómo le fue a tal o cual, muchas veces comprobando que nuestras conversaciones han definido sus porvenires de formas que ni por asomo sospechábamos. El punto álgido llegará con la identificación de culpables, cuando escoger una u otra opción se hace verdaderamente cuesta arriba (señal de que hemos caído rendidos a la propuesta del director Josh Sawyer).
Pentiment también hace críticas veladas a cuestiones como las relaciones homosexuales o el papel de la mujer desde el prisma de la época, las cuales tristemente siguen en boga y por lo que se nos invita a la reflexión. Cierto es que el ritmo del juego se resiente en el último acto, tras acontecimientos que no podemos relatar, pero la satisfactoria resolución os mantendrá ensimismados en vuestros pensamientos mientras los títulos de crédito recorren la pantalla.
El desarrollo se salpimenta con algunos puzles y minijuegos de poca enjundia, pero la mecánica clave acaba siendo el propio paso del tiempo. No es lo mismo conversar con un personaje a 'sexta' que a 'completas', cuando también variarán los escenarios. El mapa no resulta especialmente extenso, pero sí suficiente para que las idas y venidas no cansen antes de tiempo. Además se ha implementado un inteligente sistema para forzar el avance del reloj dado el caso: aceptar las insistentes peticiones de compartir mesa por parte de los aldeanos.
Artísticamente nos aguarda una obra de arte en movimiento, con animaciones simples pero simpáticas. Ahora bien, en el plano sonoro alberga pocos temas y el sonido ambiente, aunque correcto, termina cansando al mismo ritmo que la mentada pluma. La intriga hará que se lo perdonéis.
Pentiment es una de las mejores aventuras narrativas que hemos jugado en mucho tiempo. Por su capacidad para hacernos partícipes de una comunidad tan alejada en nuestros usos y costumbres, pero también por la forma magistral en que nos hace tejer una trama repleta de intrigas. Un imprescindible de 2022 que además llega magníficamente traducido a nuestro idioma.
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