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'Mario + Rabbids: Sparks of Hope' me recuerda a la Ubisoft con la que crecí. Aquella centrada en sólidas producciones single player, ajena a los mundos abiertos perpetuos de marcado componente multijugador. Por supuesto no puede culparse a la editora de adaptarse a los ... vaivenes del mercado: la industria ha ido cambiando conforme lo hacían los gustos e intereses de los jugadores.
No resulta casual, por consiguiente, que uno de los capítulos adicionales de Sparks of Hope vaya a tener a Rayman como protagonista. La mascota por antonomasia de los galos fue el principal estandarte de aquellos desarrollos a la antigua usanza, caracterizados por su colorido y tono familiar. Mismos calificativos que aplican a la co-producción de Ubisoft Paris y Ubisoft Milan (en colaboración con los estudios de Chengdu, Montpellier y Pune).
Muchos recordamos al director creativo del proyecto, Davide Soliani, emocionarse al presentar el crossover original ('Mario + Rabbids: Kingdom Battle') durante el E3 de 2017. Su admiración por la franquicia de Shigeru Miyamoto arrojó un producto sobresaliente, concebido con tremendo respeto y digno de considerarse un desarrollo interno de la propia Nintendo. Tales críticas (y la buena respuesta comercial) hicieron inevitable la secuela que en breve llegará al mercado, con la misión imposible de hacer justicia a su predecesor.
Tras una semana de juego ininterrumpido podemos descansar tranquilos: Mario y los conejos chiflados protagonizan un más y mejor en toda regla, esta vez con la excusa de una amenaza galáctica. La entidad conocida como Cursa busca el caos generalizado sirviéndose de los Sparks, criaturas surgidas de la fusión entre los Destellos de 'Super Mario Galaxy' y los Rabbids. El fontanero y compañía partirán así en un viaje interplanetario para liberar al mayor número de Sparks posible y poner fin a los planes de la villana.
La carga narrativa es más bien liviana (lo que compensa sobradamente el baile de guiños y gags), pero el pretexto de los Sparks posibilita cambios ingentes a nivel de gameplay. La propuesta sigue cimentada en los combates estratégicos por turnos, pero ahora gozamos de plena libertad de movimiento por cada área acotada y de envites cuasi infinitos gracias a las mentadas criaturas.
Cada Spark insufla poderes concretos (uno activo y otro pasivo) al héroe al que se asocia, pudiendo usar hasta dos por personaje controlable. Éstos a su vez cuentan con poderes y armas específicos, listos para combinarse con el influjo de los Destellos metamórficos. ¿El resultado? Nuestra imaginación pone el límite a la hora de afrontar situaciones. Pongamos por ejemplo a Edge, uno de los nuevos personajes, cuyo 'Triple Acelerón' puede emparejarse con la habilidad 'Aquachoque' Spark para salpicar a varios enemigos en un turno. Basta revisar sus puntos fuertes y débiles con la Tacticam de Beep-0 (nuestro Sancho particular durante la aventura) para comprobar si el agua les resulta especialmente molesta, lo que multiplicará exponencialmente los puntos de daño.
Existen muchas otras combinaciones que podemos poner en práctica. Como cuando encadenamos saltos entre compañeros o lanzamos por los aires a un esbirro mientras otro héroe, en posición de espera, le da su merecido nada más entrar en su área de influencia. Ir descubriendo combos de forma intuitiva; descubrir que puedes hacer tal o cual cosa interconectando personajes, armas y habilidades, supone una satisfacción como hacía tiempo no experimentábamos a los mandos.
A lo anterior hemos de sumar la mejora de Sparks (Starbits mediante) y los árboles de habilidades de los héroes, que facilitan configuraciones diametralmente opuestas según las estadísticas en que invirtamos los Prismas que conseguimos al subir de nivel. Podemos engendrar así un Mario 'aéreo' (capaz de cruzar el campo de batalla en un santiamén) o uno 'pistolero', idóneo para acabar con varios enemigos a la vez.
Pero en Sparks of Hope no todo es combatir. Cada uno de los planetas que visitaremos (convenientemente tematizados) alberga su propio anfitrión con una historia que contar. Subtramas hilarantes que nos llevarán a deambular por mapas abiertos, salpicados de tareas principales y secundarias. Las primeras, fundamentales para progresar en el juego, encierran rompecabezas que hacen uso de las funciones aprendidas por Beep-0, como activar mecanismos o revelarlos. Se agradecen por aportar algo de variedad a unos segmentos de exploración más entretenidos que nunca, si bien no destacan por su originalidad ni suponen un reto desorbitado.
Entre las actividades secundarias destacan los desafíos cronometrados de recolección de monedas, puzles menores, batallas opcionales (algunas especialmente desafiantes) y 'Enemigos Épicos' a los que solo podremos enfrentarnos tras haber reunido cierto número de Sparks. Al completar estos encargos obtenemos la otra divisa del juego aparte de las monedas clásicas: las monedas planetarias, con las que desbloquear apariencias de armas, recuerdos y las útiles llaves planetarias. Dejan cuenta estas últimas de lo mucho que hay por hacer en la secuela, ya que desbloquean áreas adicionales denominadas 'Bóvedas', cada una con un Spark en su interior.
Se tardan unas diez horas en completar el juego si nos limitamos a las misiones de historia; fácilmente el doble si desbloqueamos todos los recuerdos y apariencias, rescatamos a los 30 Sparks diseminados, potenciamos al máximo cada uno de los 9 héroes y resolvemos hasta el último indicador de los 5 planetas (revisitables en cualquier momento para sacar partido a los aumentos de nivel o habilidades adquiridas a posteriori).
En el plano técnico encontramos un juego muy vistoso por su colorido y el exquisito diseño de los personajes (Peach y Estela en versión Rabbid son las estrellas del show). Con todo, hemos encontrado bajadas puntuales en la tasa de frames y algunas texturas faltas de resolución para los estándares de la consola híbrida. El modo portátil también nos deja gráficos menos nítidos de lo que nos gustaría, pero nada que impida disfrutar de Sparks of Hope en cualquier parte. Con auriculares, eso sí, para no perdernos las fantásticas composiciones de Yoko Shimomura ('Kingdom Hearts'), Grant Kirkhope ('Banjo-Kazooie') y Gareth Coker ('Ori and the Blind Forest').
Algo más de debate suscitarán las voces. Las intervenciones de Beep-0 y la inteligencia de abordo ('Eugenia') se han doblado íntegra y excepcionalmente bien al castellano, pero los Rabbids espetan palabras sueltas junto a los gruñidos de toda la vida, lo que según los desarrolladores se ha hecho para otorgarles más personalidad. El resultado es algo extraño, máxime cuando los habitantes del Reino Champiñón siguen con sus murmullos ininteligibles, pero que sea cada cual quien juzgue.
Sparks of Hope es una secuela igualmente encantadora, cuyo gameplay gana en variedad de situaciones y profundidad (los Sparks invitan a tirar de ingenio durante unos combates tan refinados como divertidos).
Regad lo anterior con la chaladura de los Rabbids y el carisma de las estrellas de Nintendo y obtendréis otro imperdible para la consola híbrida.
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