'Mario Kart Live: Home Circuit': Una pista de carreras en tu salón

Mientras Microsoft y Sony ultiman el lanzamiento de sus consolas de nueva generación, Nintendo guarda todo un as bajo la manga para hacerse con la inminente campaña navideña. Apelando a sus comienzos como fabricante de juguetes, la multinacional japonesa sorprendió a propios y extraños con una particular versión de Mario Kart.

Con 146 millones de copias vendidas desde su entrega para Super Nintendo, la franquicia de carreras locas ha conquistado a grandes y pequeños por su accesibilidad, desenfreno y divertidísimos piques en multijugador. Ahora bien, ¿qué pasaría si trasladásemos la fórmula a lo tangible?

La respuesta es 'Mario Kart Live: Home Circuit', un set de coche telederidigo y software de realidad aumentada (Nintendo Switch mediante) que despliega variopintos circuitos en cada estancia de nuestro hogar. Siguiendo la estela creativa de Nintendo Labo, la gracia del invento reside no sólo en vislumbrar pelusas a ras de suelo, también en la confección de trazados.

El paquete incluye cuatro arcos de cartón (cual puntos de control) y dos indicadores de dirección para alertar sobre curvas. Crear un circuito es tan sencillo como disponer los primeros en el sentido que nos plazca, conduciendo el kart de plástico bajo cada uno hasta completar una vuelta. A partir de ahí el juego se encarga de todo: plasma una pista virtual y la copa tanto de enemigos controlados por la IA como de ítems y obstáculos.

La clave radica en la cámara de nuestro vehículo, cuya imagen es transmitida a la pantalla de Nintendo Switch para que el videojuego 'cobre vida'. Y la configuración resulta todo menos farragosa: basta enfocar el código QR que aparece en la consola para vincular a nuestro Mario (o Luigi) motorizado y empezar a correr.

Respecto a los modos de juego, nos aguarda una experiencia Mario Kart clásica. El 'Grand Prix' alberga ocho copas a conseguir (con tres circuitos cada) en las modalidades de 50, 100, 150 y 200 centímetros cúbicos. Podemos disputarlas tanto en solitario como acompañados de tres amigos, si bien necesitarán sus propios karts y consolas para unirse a la partida (el juego propiamente dicho se descarga gratis en Nintendo eShop).

La primera carrera será suficiente para dibujarnos una sonrisa, máxime al jugar en compañía de hijos o sobrinos: ver a los personajes del Reino Champiñón acelerando y derrapando por el salón es algo indescriptible, que no hubiésemos imaginado bajo un manejo tan preciso. Y es que todos tenemos en mente los bólidos por radiocontrol de nuestra infancia, empeñados en chocar contra las paredes o precipitarse escaleras abajo. Claro que aquí influyen también las cilindradas, que incrementan gradualmente la velocidad de rodamiento.

No es la única peculiaridad impresa por Velan Studios al comportamiento de los karts: cuando nos alcance un caparazón rojo (por poner un ejemplo) el coche parará en seco para darle una oportunidad a nuestros rivales; se ralentizará ante ciertos obstáculos o pegará un acelerón al pasar sobre las bandas al efecto. En este sentido, el diseño de las puertas de control varía según la temática del circuito: las hay con plantas piraña capaces de frustrar una vuelta perfecta y otras provistas de engranajes magnéticos que nos atraen hacia ellas en la dirección menos oportuna, lo que veremos aplicado al teledirigido en el plano 'real'.

También sobre la conducción fuera de la pantalla, nos sorprenden los efectos de las inclemencias meteorológicas que vemos en la consola híbrida: cómo el kart se mueve en contra de las ráfagas de viento virtuales o parece derrapar sobre un escenario helado. Y es que la realidad aumentada 'viste' nuestra sala de estar con tremendo efectismo, haciendo que las carreras sean únicas pese a que no variemos el trazado inicial.

Con todo, la fórmula no está exenta de pegas. La conexión inalámbrica se muestra débil a partir de los cinco metros de distancia y con tabiques de por medio (aunque no siempre, todo sea dicho). También hemos detectado problemas al configurar circuitos alrededor de muebles: el juego arroja un ancho de calzada estándar, por lo que la pata de una mesa o una silla puede acabar invadiendo la pista sin que lo pretendiésemos. Tampoco hemos tenido suerte al improvisar rampas con libros, ya que el coche no cuenta con la potencia suficiente para remontarlas. Son pequeños 'peros' que coartan algo nuestra inventiva, pero que no consiguen borrar las fantásticas sensaciones de Home Circuit.

Amén de las carreras 'personalizadas', la propuesta se completa con un modo contrarreloj y otro espejo, donde competimos en una versión reflejada de nuestra casa. La recolección de monedas para desbloquear atuendos, karts y accesorios alarga más si cabe la vida útil del producto, haciendo que cada carrera cuente. Todo ello bajo un apartado gráfico pulido y sin nada que envidiar al exitoso 'Mario Kart 8 Deluxe', del que se aprovechan buena parte de las melodías y efectos de sonido (sublimes de por sí, así que no es problema).