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Cuatro largos años en desarrollo y no pocos reveses después, la sexta iteración principal de Halo llega a nuestros mandos. Se trata de un lanzamiento de peso para la industria, como ocurre cada vez que alguno de sus iconos protagoniza una nueva aventura (véase Mario, el erizo azul o, en este caso, el mismísimo Jefe Maestro).
Las críticas al primer gameplay del juego, cuyo apartado gráfico apenas mostraba briznas de una nueva generación, obligaron a posponer un año su comercialización. Un duro revés para una Microsoft que confió al spartan la dura tarea de abanderar sus flamantes Xbox Series S y X (también aquejadas por la rampante falta de stock aparejada a la pandemia).
Sea como fuere, 343 Industries prometió tomar buena nota de las críticas e invertir ese tiempo adicional en pulir 'Halo Infinite'. Habiéndose liberado su vertiente multijugador hace unas semanas, la presente crítica se centrará en la enigmática campaña del título: ¿cumple su acabado y gunplay con las elevadas expectativas de los usuarios?
La trama arranca 18 meses después de lo acontecido en 'Halo 5: Guardians', con un Jefe Maestro rescatado de la deriva espacial y el irremediable aterrizaje en otra de las instalaciones que dan nombre a la franquicia: en este caso, Zeta Halo. Nuestro cometido será mermar las fuerzas de los 'Desterrados' en compañía de una inteligencia artificial y de nuestro salvador, con tal de averiguar qué fue de Cortana y en qué punto se encuentra la UNSC (no ofreceremos muchas más explicaciones para evitar spoilers de calado).
La gran baza de la campaña radica en el primer mundo abierto de la propiedad intelectual: no estamos ante el mapa más extenso transitado en cualquier videojuego, desde luego, pero resulta lo suficientemente grande como para multiplicar por mucho la vida útil de la experiencia. Sí, uno puede centrarse en completar las misiones principales una detrás de otra (lo que nos lleva unas ocho horas), pero desgraciadamente el juego pierde buena parte de gracia. Hasta el punto de que la narrativa y el diseño de niveles pueden llegar a decepcionar.
Salvo los compases iniciales y finales, las fases de historia transcurren en el interior de estructuras calcadas por el mismo patrón visual. El constante déjà vu invita a pensar que 343 Industries ha reciclado texturas por ir a contrarreloj, algo que también se traslada a la dinámica del juego: escaramuzas en amplias salas interconectadas por pasillos, donde a menudo se nos pide desbloquear puertas o ascensores volviendo tímidamente sobre nuestros pasos (en pos de los módulos de energía que los activan). Es más, cierto jefe termina reapareciendo en un intento de alargar artificialmente el grueso de la campaña.
Tampoco es que las secuencias cinemáticas resulten especialmente elaboradas (con honrosas excepciones), limitándose a flashbacks impresionados cual hologramas al escenario en curso. Se profundiza en la relación del Jefe Maestro y Cortana, e incluso se nos muestra el lado más emocional del soldado, pero la sensación a fin de cuentas es de que Infinite es un capítulo de transición donde los malos malísimos juegan un papel limitado dentro del 'lore'.
No nos malinterpretéis: como incondicionales de la serie hemos visto cómo algunos momentos nos dibujaban sonrisas de oreja a oreja, pero quizás esperábamos algo más contundente en cuanto a narrativa; por no hablar de una variedad de estampas que repercutiese en el diseño de niveles. Ha habido entregas mejores en tales sentidos.
Por suerte, el gunplay resulta tan divertido como siempre. A un arsenal tan equilibrado como repleto de posibilidades sumamos una excelente inteligencia artificial y lo satisfactorio del sistema de mejoras. El Jefe cuenta con un gancho que aporta verticalidad a las refriegas, además de un sensor de amenazas para contrarrestar la invisibilidad enemiga, escudos desplegables y un módulo de propulsión indispensable para evadir determinados ataques. Y es que si Halo nunca ha sido un shooter de gatillo fácil, ahora menos que nunca: cuenta no dejar de moverse mientras aprovechamos las cabriolas en el aire para descerrajar granadas o sorprender al adversario por la espalda; florituras que como ya habréis vislumbrado en el multijugador arrojan unas partidas satisfactorias de jugar y ver a partes iguales.
Cuando dicho esquema de combate y el nuevo mundo abierto se aúnan, es cuando Halo Infinite ofrece lo mejor de sí. Tanto que nos preguntamos por qué se ha tardado tanto en incorporar el libre albedrío a la fórmula: a las pocas misiones, los desarrolladores nos permiten explorar Zeta Halo de cabo a rabo con el propósito de arrebatar su control a los Desterrados. Para ello iremos recuperando bases (tras aniquilar a todos los enemigos aledaños) en las que luego reclamar vehículos, armamento e incluso el apoyo de otros soldados de la UNSC, quienes nos acompañarán en la eterna búsqueda de tiroteos.
El anillo también encierra objetivos a fulminar y estructuras que inhabilitar (torres de comunicaciones, pasos fronterizos...), lo reducirá la influencia de los contrarios y facilitará la dispersión de los nuestros por el mapa. Cada acción impacta en el mundo, derivándose una progresión orgánica la mar de apetecible . Ésto sin que hayamos referido siquiera a la multitud de coleccionables en forma de grabaciones, archivos Forerunner y calaveras diseminados en las distintas áreas.
Los últimos aspectos claves de la campaña son los llamados núcleos de spartan (algo así como puntos de habilidad, con los que potenciar las mejoras de nuestra armadura) y los puntos de Valor, que permiten solicitar recursos en las bases de la UNSC así como desbloquear armas o vehículos. Si el objetivo de un buen mundo abierto es que no paremos hasta deshabilitar todos y cada uno de sus marcadores, aquí se consigue con creces. A efectos prácticos, sí, estamos ante el mayor caladero de horas que la campaña de un Halo nos haya podido proporcionar.
¿Y qué hay de la vertiente técnica? La respuesta rápida es que doce meses no hacen milagros y que, siendo éste un shooter gráficamente notable, no deja de resultar un producto intergenracional que apenas rasca la superficie de lo que Series X puede ofrecer. La mejor parte se la llevan los efectos de iluminación y los exteriores; verdaderos soplos de aire fresco tras encadenar fases bajo techo. Contemplar al horizonte, con parte de Zeta Halo asomando entre cordilleras y bosques, es toda una delicia. Y qué decir de la armadura del Jefe Maestro, cuyo nivel de detalle y reflejos nos dejan con la boca abierta a cada primer plano.
Por contra, algunas animaciones, el motor de colisiones y las expresiones faciales en general no rayan al mismo nivel que el resto de elementos, lo que chirría un poco y hace bajar la nota global. Tampoco es que sean aspectos definitorios de la experiencia, desde luego: todo pasa desapercibido en cuanto nos ponemos a perseguir al grunt de turno únicamente para escuchar sus hilarantes comentarios. Porque en el audio no hay pegas que valgan. Los diálogos de los rivales resultan brillantes, tanto al dirigirse hacia nosotros como entre ellos, en función de lo que acontezca en pantalla. Además y esperando que sirva de precedente, todo se ha doblado a un impecable castellano, incluida la voz del Jefe Maestro a cargo del formidable David García.
La guinda del pastel la ponen unos efectos ambientales tremendamente inmersivos al jugar con auriculares o un buen sistema de sonido, acompañados por una banda sonora que alberga nuevas piezas magistrales y clásicos como el tema principal de la saga, aún capaz de ponernos los pelos de punta cuando el Master Chief vuelve a perjurar que 'terminará la batalla'.
Una de cal y otra de arena para la campaña de Halo Infinite. Los instantes supuestamente secundarios (la exploración de su flamante mundo abierto) se antoja una experiencia tremendamente orgánica y divertida. Por contra y salvo instantes contados, las misiones principales no hacen gala del diseño visual ni de niveles que esperábamos, limitándose la narración a cinemáticas no muy elaboradas.
Con todo, el gunplay convence más que nunca gracias al nuevo sistema de mejoras (un acierto el gancho), la IA enemiga y la versatilidad del extenso arsenal. Si se trataba de que nos divirtiéramos apretando el gatillo a lo largo y ancho de Zeta Halo, qué duda cabe de que 343 Industries ha cumplido su propósito.
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