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'Estudio de videojuegos' representa a esa otra Nintendo empeñada en trascender al entretenimiento. La misma que puso a prueba nuestra materia gris con 'Brain Training'; instruyó a grandes y pequeños mediante planchas de cartón e incluso nos enseñó a cocinar. Vestigios en parte ... de los anales de la multinacional japonesa, que en un momento dado llegó a probar suerte con el segmento de la comida preparada; adaptó franquicias como Donkey Kong en pos del aprendizaje matemático y fabricó su propia versión de las célebres piezas de LEGO.
En esta ocasión y precisamente siguiendo la estela de Nintendo Labo (cuyo 'Taller Toy-Con' ya permitió idear nuestros propios proyectos), los de Kioto pretenden iniciarnos en la programación de videojuegos. Una propuesta un paso por delante del editor de niveles de 'Super Mario Maker', que nos permitirá coquetear con géneros de lo más variopinto: de los clásicos plataformas a improvisados shooters, pasando por aventuras de acción tridimensionales, títulos de carreras o intrincados rompecabezas.
Cierto que Estudio de videojuegos no es el primero de su especie: se antoja limitado (especialmente en el plano visual) si lo comparamos con las posibilidades de 'Dreams', el aplaudido contenedor de juegos de Media Molecule. Con todo, Nintendo ha conseguido un producto idóneo para todas las edades, simpático y adscrito a una excepcional metodología de aprendizaje.
La base de todo radica en los 'nodon', personajes que ejemplifican elementos determinantes para el desarrollo en ocio electrónico como el escenario de juego, su protagonista, los botones que lo controlan e incluso la música de fondo. Conforme acumulemos horas toparemos con nodon cada vez más específicos, como el que controla la gravedad del conjunto, el tiempo, los efectos visuales...; además de aprender a trastocar las propiedades de cada elemento (con resultados visibles al toque de un botón). Y es que en Estudio de videojuego alternaremos constantemente entre la pantalla de edición y la del juego propiamente dicho.
Por supuesto, aquí no hay ventanas oscuras repletas de líneas de código, sino una interfaz tremendamente visual basada en enlazar los mentados nodon. El ejemplo más simple lo encontramos al poco de ejecutar el programa: aparece un nodon de personaje con diferentes acciones aparejadas (adelante y atrás, izquierda y derecha, salto...) y otro de botón. Así, basta deslizar el dedo desde el nodon de botón ('B', por ejemplo) y la opción de salto en el nodon de personaje para que la acción se produzca cuando pulsemos el botón de marras. Más sencillo imposible.
En total contamos más de 80 nodon (de 'entrada' o 'salida', 'objeto' e 'intermedios') que, una vez entrelazados y clonados hasta la saciedad, conforman una pantalla de edición capaz de asustar a cualquiera. ¿Cómo aprender a manejarlos sin volvernos locos? Antes de que la opción de 'Programación libre' se habilite tendremos que completar algunas 'Lecciones interactivas', que vienen a ser el 'Vacaciones Santillana' para futuros maestros del videojuego. Son 7, con una duración variable (entre los 40 y los 90 minutos) pero nada farragosas: cada una tiene por objeto la creación de un título al que podremos jugar nada más concluir, henchidos de orgullo por haber sido capaces de crearlo.
'Huida con obstáculos', 'Laberinto rodado' o 'Batalla espacial' (por mentar unas pocas lecciones) se dividen a su vez en pasos concretos, mediante los que aprender desde mover a un personaje hasta insuflar inteligencia a su adversario, pasando por redimensionar el entorno o poblarlo de ítems. Un simpático y minimalista instructor nos llevará de la mano a cada tarea, inhabilitando aquellas opciones que no vengan a cuento y puedan inducirnos a error.
Otro punto parlanchín ('Alice') protagoniza su propia guía de referencia: pequeños tutoriales con los que ir afianzando cuanto aprendemos en las lecciones. Además, entre una y otra aguardan los que a nuestro juicio son el mayor acierto del software: los puntos de control. Vienen a ser pequeños rompecabezas en los que se nos pide algo sin mayor explicación (hacer que un personaje salte para alcanzar una manzana, por ejemplo). Dicho de otra forma: obligan al aprendiz de Miyamoto a demostrar que ha prestado atención a cuanto se le ha explicado hasta el momento; que lo comprende y que por lo tanto es capaz de acometerlo por sí mismo. Un cuadernillo de ejercicios en toda regla.
Ya lo hemos dejado caer, pero recalcamos que Estudios de videojuegos también harán las delicias de los más talludos (incluso de aquellos con ciertas nociones de programación). Y es que con las herramientas más avanzadas uno puede desarrollar auténticas proezas. En internet ya hemos visto un prototipo del primer 'Sonic The Hedgehog', el retorno amateur de 'F-Zero', el demake de Lethal Lava Land ('Super Mario 64') y hasta una reinterpretación del desmesurado 'Doom Eternal'. De este modo, aunque tengamos la creatividad de una gamba y nos aburra soberanamente el proceso de creación, siempre podremos descargar los juegos engendrados por la comunidad. ¿El único pero? Que Nintendo no ha habilitado un buscador por géneros propiamente dicho: tendremos que intercambiar códigos de creaciones con amigos u obtenerlos en múltiples foros al efecto.
La versatilidad de Estudio de videojuegos también se da en los esquemas de control, pues podemos recurrir a los botones, el giroscopio de los Joy-Con e incluso a un ratón USB (conectado a la base de Nintendo Switch). Sin embargo, la propia dinámica de enlazar y redimensionar elementos casa mucho mejor con la pantalla táctil de la consola híbrida, siendo éste el método que recomendamos.
Estudio de videojuegos es un programa accesible, divertido y repleto de posibilidades que entusiasmará a quienes siempre hayan sentido curiosidad por la programación en ocio electrónico.
Su sistema de lecciones recompensadas con la creación de diferentes videojuegos y los ejercicios a modo de rompecabezas que las intercalan consiguen que el usuario interiorice cuanto intenta inculcársele, hasta el punto de lanzarse a la aventura de programar por su cuenta. Todo ello bajo el tono familiar y simpático que ha permitido a Nintendo calar entre usuarios de todas las edades.
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