aimar alonso
Martes, 17 de marzo 2020, 10:54
He de admitir que escribir esta review, sobre la primera expansión independiente de The Division 2, me despierta sentimientos encontrados. Obviamente nos toca vivir una -desgraciada- época histórica, que en un futuro llenará muchas páginas. Es por ello que resulta difícil hablar de un videojuego ... que roza la realidad; sin banalizar la grave pandemia que asola todo el planeta.
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Con este ánimo respetuoso en las yemas de los dedos, emprendo la crítica de un título que, entrando en materia, me ha dejado un buen sabor de boca… una vez alcanzado su 'endgame'.
Tras finalizar The Division 2 nos encontramos con un mundo abierto y dinámico, que generaba un endgame escalado en cinco niveles de profundidad (repetíamos misiones, actividades y fortalezas de dificultad creciente). Además, durante todo un año, Ubisoft ha ido alimentando el título con DLC de pago y gratuito; siendo este último, con sus tres episodios, el preámbulo y excusa para volver a las calles de la gran manzana.
Antes de proseguir, es de recibo señalar cierto estancamiento en el título. Por culpa de una historia que no acaba de enganchar y donde se repite hasta la saciedad la fórmula del 'héroe solitario'. Warlords of New York pretende ser más inmersivo en cuanto a narrativa, y por momentos lo consigue, pero la ecuación sigue ahí. La mayoría de sus eventos nos recordarán que seguimos siendo 'nosotros contra el mundo'.
Aaron Keener, otrora gran agente de The Division, ha decidido cambiarse de bando empujado por sus delirios mesiánicos. Para ello pretende arrasar el planeta (empezando por NY, por supuesto) con un nuevo virus que coja el relevo de la Gripe del Dólar.
Aquí volvemos al sistema de niveles, partiendo del 30 y hasta el máximo de 40. Posteriormente, en el endgame, dejamos de lado el 'ítem-level' y se abre una zona de Nueva York completamente nueva (Manhattan Sur), dividida en 4 áreas y con la novedad de la 'niebla de guerra', que obliga al jugador a una mayor exploración para encontrar el camino a seguir.
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Para llegar hasta el renegado Keener, primero nos las veremos con sus lugartenientes. Como si fuera un 'beat'em up' o plataformas clásico se tratase, liquidaremos a 4 correosos subjefes antes de encarar al 'big-boss'. Para ello seguiremos una serie de pistas y tomaremos en consideración la habilidad específica de cada lugarteniente, frente a la que adoptar estrategias concretas. Como es lógico, Keener resulta el más difícil y 'curioso' de los cinco.
Vencer a un lugarteniente implica diferentes recompensas entre las que destacan, precisamente, nuevas habilidades que podremos usar al instante. Esto nos permitirá nuevas combinaciones de habilidades con nuestros amigos, logrando conjuntos tan resolutivos como variados.
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Con todo y a pesar de la cantidad de misiones secundarias, puestos y actividades, la expansión se antoja algo corta. Es cierto que Ubisoft alimenta nuestro síndrome de Diógenes de forma peyorativa en esta expansión, pero tras unas 9 horas de juego (dependiendo de lo que decidas 'lootear'), pareciese que no hemos amortizado estos treinta euros. Podéis estar tranquilos: el endgame de Warlords of New York os dará muchas horas de juego extra, que justifican sobradamente su compra.
Y es que sí, tras culminar la captura de Aaron Keener descubriremos toda una red de agentes renegados (al mas puro estilo Hydra), a quienes también daremos caza a lo largo de las distintas temporadas de la expansión. La primera de ellas está disponible desde el pasado 10 de marzo.
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Dichas temporadas servirán para que el jugador siga inviertiendo horas en Washington, otorgándonos cada subida de nivel diferentes recompensas (principalmente lotes de equipo).
Más allá de esto, podríamos seguir hablando largo y tendido de las armas supremas; de los puzles -algo más complejos y divertidos- para conseguir loots repartidos por el mapa; y del resto de misiones, fortalezas y actividades diversas. Pero en realidad lo realmente importante ya ha sido comentado: Ubisoft ha escuchado y, aún no siendo perfecta, esta expansión del juego funciona. En parte porque mejora la narrativa (incluyendo a personajes con mayor personalidad) e impulsando aquello que nunca falla (como el 'looteo' y 'crafteo' de toda clase de equipo).
Warlords of New York, a fin de cuentas, es un imprescindible para cualquier incondicional de The Division.
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