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raúl romero
Viernes, 8 de marzo 2019, 11:03
Capcom está que tira la casa por la ventana: con las mieles de Resident Evil 2 aún en los labios nos llega Devil May Cry V, franquicia responsable de la introducción del género 'hack and slash' allá por 2001. Ha llovido bastante desde ... entonces, por lo nos preguntábamos qué tal resultaría esta secuela (máxime tras la recepción dispar de 'DmC', a manos de Ninja Theory). Afortunadamente, no había nada que temer.
En DMC 5 el poder del averno se alza en forma de árbol demoníaco, atormentando con su raíces a todo Red Grave City. Este hecho atrae al joven Nero, desprovisto de su brazo demoníaco y a bordo de una furgoneta apodada 'Devil May Cry'. ¿Dónde está Dante y qué ha llevado a las huestes del mal a invadir nuevamente la Tierra?
Devil May Cry nunca se ha caracterizado por guiones profundos, en los que seguir pensando una vez apagas la consola, pero su capacidad de enganche resulta innegable: cuesta dejar de repartir espadazos. En esta quinta iteración principal la trama sigue el mismo patrón, bajo el control de tres personajes: el propio Nero, Dante y un misterioso 'V'. El trío tiene fuerza sobrada para sostener todo el juego, pero no menos el plantel de secundarios no controlables, destacando a Trish, Lady o Nico.
Respecto al esquema de control, cada protagonista tiene sus particulatidades. Nero, cazademonios ahora actuando como autónomo, porta la espada 'Red Queen', una hoja demoníaca a la que insuflar gas para hacerla más potente; la escopeta recortada 'Blue Rose' y el brazo 'Devil Breacker'. Éste último lo conforman partes mecánicas que se acoplan a su extremedidad cercenada, confiriéndole gran poder de destrucción. Además se distinguen varios modelos con habilidades específicas, desde parar el tiempo hasta lanzar ondas de choque. Ni que decir tiene que Nero cuenta con sus propias motivaciones y el mismo carisma del que hizo gala en la cuarta entrega.
Por su parte, V es un tipo raro de estética oscura y casi decadente, siempre apoyado en su bastón. Tuvo la oportunidad de contactar con Dante antes de lo sucedido en Red Grave City, para contratar sus servicios... poco más se sabe del chico tatuado, salvo que tiene sus propias (y oscuras) intenciones. Se trata de un carácter débil que no puede luchar por sí mismo, de ahí que necesite la ayuda de tres demonios sombra que puede invocar a voluntad. El primero es 'Griffon', un pajarraco de mal agüero equivalente a las pistolas de Dante o Nero; 'Shadow' es una pantera especializada en ataques 'melee' y 'Nightmare' hace las veces de 'berserker', aunque sólo puede invocarse durante un breve periodo de tiempo. Es un cazademonios versátil, que ofrece otra forma de combatir y salpica de variedad el gameplay.
Finalmente tenemos a Dante, hijo del demonio Sparda y la humana Eva. El protagonista principal de la serie retorna bajo una socarronería y chulería extremas, disponiendo de las mismas armas que en anteriores entregas pero con un añadido: la moto 'Cavaliere'. Es una máquina polivalente, capaz de convertirse en dos afilados discos y provocar el caos allí donde se emplea. Por lo demás, 'Rebelion' y 'Evony' e 'Ivory', las pistolas gemelas, hacen acto de presencia. También aquí manejar a Dante es una verdadera delicia: por la plasticidad de sus movimientos pareciese estar bailando con los acólitos del mal.
En lo jugable estamos ante un cambio de paradigma. De nuevo ese término que acuñó la primera parte de Del May Cry, el hack and slash, se redibuja para ofrecer un hito en el género de acción. Moverte por los escenarios resulta maravilloso (puedes hacer casi de todo) y, como siempre, el titulo recompensa tu estilo de juego otorgando puntuaciones y calificaciones alfabéticas. Las batallas son caóticas pero premian al jugador con escenas vistosas y épicas; las combinaciones entre espadazos y armas son brutales y, aunque hay algo de exploración, el título es puramente pasillero: en todo momento sabremos hacia dónde dirigirnos. Por lo demás identificamos elementos clásicos como las gemas rojas y verdes. Dentro de la propia historia habrá momentos en los que intercambiaremos personajes o juguemos con uno concreto, algo que en Capcom han llamado 'sistema Cameo' y que aporta variedad al desarrollo.
Técnicamente DMC 5 raya a gran altura, con modelados muy detallados, expresiones faciales como nunca se han visto y animaciones con 'mocap' soberbias. Secundarios y enemigos no se quedan atrás, siendo reconocibles incluso por sus característicos movimientos. No hablemos ya de los espectaculares jefes de final de fase y los escenarios por los que campan, repletos de detalles (a pesar de estar encorsetados, juegan bien con la verticalidad y no dan sensación de cerrados). Por último, las músicas son de corte metalero e incitan a seguir aporreando botones; del mismo modo que los efectos, contundentes en lo que respecta a las armas blancas.
Este Devil May Cry V es uno de los mejores, más largos y completos hack and slash del momento. Por mucho. Lo tiene todo: personajes carismáticos, escenarios de pesadilla, músicas que incitan al machaque de botones, una jugabilidad profunda como pocas y una puesta en escena increíble.
Por poner alguna pega, hubiera estado bien no llevar tan de la mano al jugador y dejarle perderse entre sus mapas. Sea como fuere, Dante (y Capcom) han vuelto para quedarse.
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