'Assassin's Creed Valhalla': primeras impresiones en el paraíso vikingo

Nos encontramos en el siglo IX después de Cristo: el final del periodo considerado como Alta Edad Media está cerca, el cristianismo se ha consolidado en Europa, pero la sociedad surgida tras la caída del emperador romano Rómulo Augústulo está en plena decadencia. En el Norte, los pueblos daneses, noruegos y suecos comienzan su expansión en lo que ha pasado a la Historia como las invasiones vikingas. Encarnamos a Eivor, una vikinga acogida por el jarl del clan del Cuervo (podemos ser hombre si lo queremos, pero el canon del juego concibe a una mujer). Tras una serie de avatares que no voy a desvelar termina desembarcando en las costas de Inglaterra, una tierra dividida en ese momento histórico en cuatro grandes reinos. Cada uno se representa con su diversidad cultural y sociológica, lo que vuelve a resultar uno de los grandes valores de la serie.

Las primeras horas en Assassin's Creed Valhalla nos sirven para conocer las motivaciones y rasgos de Eivor y, aunque personalmente creo que caen en los tropos vistos en otras producciones como la serie 'Vikings', son lo suficientemente interesantes para hacer que quieras profundizar más en el desarrollo del personaje. Y hablando de desarrollo, me han gustado decisiones como la de eliminar los niveles, algo que 'obligaba' al jugador a completar tareas repetitivas para mejorar sus estadísticas y así avanzar en la historia principal. Así, se alargaba artificialmente el desarrollo y se dejaba fuera a quienes no contaban con tiempo suficiente para dedicarle. Lo anterior se ha sustituido por el indicativo de 'Poder Sugerido' a la hora afrontar cada región y misión: no he podido profundizar mucho, pero si te dedicas a seguir el orden establecido en las misiones no deberías tener muchos problemas.

Dicho orden es otra de las decisiones que me están convenciendo. El juego se divide en regiones, cada región en reinos y misiones y éstas a su vez en capítulos, como si de un libro se tratase (o serie de televisión para quienes prefieran la comparativa). Es una forma diferente de narrar la historia que quiere contarnos este Assassin's Creed, que a primera vista prefiere una experiencia más guiada en ese sentido, abandonando la idea de las misiones secundarias para que el arco principal cobre protagonismo. De tal modo que si lo que preferimos es una experiencia más libre podremos dedicarnos a explorar sin grandes ataduras el extenso mapa del juego; una exploración más orgánica y natural en comparación con otros Assassin's, que busca premiar la curiosidad y la osadía del jugador.

Además de lo anterior contamos con actividades variadas: partidas de dados, duelos de escarnios (muy recomendables, puesto que al ganar obtenemos puntos de carisma que desbloquean diferentes opciones de conversación), apuestas para ver quién bebe más... y, por supuesto, los famosos asaltos a poblaciones, fortalezas y monasterios, llenos de épica y espectacularidad.

Tras estos primeros compases nos queda claro que Assassin's Creed Valhalla no quiere ser una revolución en la saga. Busca refinar (incluso abandonar) algunas ideas vistas en Origins u Odyssey. En próximos días tendréis nuestra crítica completa, donde os hablaremos en profundidad de su espectacular apartado técnico, de las luces y sombras en combate y de cómo avanza tanto el sistema de progresión como la forma capitular de contar su historia.