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Sushi Striker fue anunciado de tapadillo, allá por la Electronic Entertainment Expo de 2017 y para una moribunda Nintendo 3DS (por mucho que Nintendo se ratifique en su apoyo, nulas han sido las novedades presentadas en la feria de Los Ángeles). Como buen amante ... del género puzle, aquello de apilar platos de sushi para lanzárselos al contrario me pareció una idea tan extravagante como genial.
Un año después, el título de indieszero llega también a la consola híbrida de los de Kioto, bajo un apartado técnico acorde a su resolución y salvando ciertos escollos de control. Pero ya llegaremos a eso. Striker sorprende desde su propia introducción, cual apertura anime. Toda una declaración de intenciones respecto a una trama que salpica este tipo de secuencias, dignas de las mejores producciones. Así, encontramos algo más que una sucesión de niveles a lo Candy Crush: cada partida propiamente dicha se enmarca en una trama repleta de humor, enemigos acérrimos y giros de guión.
Encarnamos a Musashi, un joven huérfano que abandona su aldea para hacer frente al malvado Imperio. Han pasado años desde las consabidas «Guerras del Sushi», cuando el régimen dictatorial prohibió su consumo a una población azotada por el hambre. En éstas, nuestro protagonista topa con uno de los llamados «Genios del Sushi», quien le instruye en el arte de emplearlo cual arma arrojadiza. ¿Su objetivo? Derrocar a los opresores e instaurar el sushi por derecho. Si suena de locos es porque lo es, pese a lo cual uno consigue meterse en la historia y avanzar con un mínimo de interés. No es el punto fuerte del juego, en cualquier caso.
Secuencias estáticas mediante, la cantidad de relleno roza lo absurdo, por lo que terminaremos omitiendo no pocas conversaciones. Confiar únicamente en las cinemáticas hubiese funcionado mejor, pero el férreo diseño de mecánicas consigue que olvidemos todo lo demás. La base del juego es típica de su género: enlazar platos del mismo color, conforme atraviesan la pantalla sobre varias cintas giratorias (dos a nuestro lado, otras tantas encarando al adversario y una central, compartida). Disponemos de siete segundos (por vez) para apilar el mayor número de platos, arrojándolos a posteriori para vaciar el indicador de vitalidad contrario. A partir de aquí entra en juego la estrategia: sólo podemos enlazar cuando no haya otros colores entremedias, además, algunos tipos de sushi infligen mayor daño que otros, como también ocurre con las pilas más elevadas (¿y si probamos a lanzar dos del mismo color, consecutivamente?). De cuando en cuando también aparecerán ítems a modo de ventaja en la cinta central, al alcance de ambos jugadores y condicionados a cierto número de movimientos.
Otro factor de importancia son los mentados Genios del Sushi. Hay un centenar repartidos por el juego y podemos hacerlos nuestros impresionándolos durante las partidas (algo así como capturar monstruos de bolsillo). Cada genio tiene su propia habilidad, a la que podemos recurrir en varias ocasiones durante los combates: lanzamientos electrificados que causan el doble de daño; aparición de postres que regeneran salud; conversión de todos los platos a un mismo color para una pila gigantesca... Podemos escoger a tres genios por combate, portando dos más en las casillas de reserva para su entrenamiento pasivo. Porque sí, tanto Musashi como estas criaturas suben de nivel, incrementando sus estadísticas de «Energía», «Fuerza» o «Técnica». Y creedme si os digo que necesitaréis del mayor rango posible para salir victoriosos de los compases finales. Puede que los primeros envites se resuelvan en un abrir y cerrar de ojos, pero éso de lanzar platos a lo loco acaba más pronto que tarde.
Como vemos, el título alberga un marcado componente RPG, sin que hayamos repasado el equipamiento de «piñones de cinta», nuestro plato de «sushi favorito» y demás objetos. Cada cual impacta significativamente en la partida, determinando la velocidad de desplazamiento del sushi y sus efectos, por lo que conviene estudiar los ítems que mejor pueden venirnos según los genios atesorados por el siguiente rival.
Colegimos pues que The Way of Sushido alberga una profundidad imprevista. Esto no quita para que el esquema de control haga de las suyas en Nintendo Switch, no siendo ésta su plataforma original. Jugar con el stick analógico en el televisor o modo portátil resta precisión e inmediatez a determinadas jugadas. Recurrir a la pantalla táctil salva la papeleta, pero el ancho de los dedos termina por ocultar buena parte de la acción. Pese a la falta de stylus, en cualquier caso, el juego puede completarse sin problemas.
Contamos un centenar de niveles más algunos secretos, lo que supone una duración considerable. Máxime con la modalidad de «Desafíos» (también llamados «combates de ingenio») y las opciones multijugador, tanto local como en línea.
En el plano técnico hay poco que reprochar. Una imagen nítida incluso en modo portátil, en base a diseños simpáticos y coloridos. El dolaje al inglés es notable y las melodías (incluyendo el tema principal) casan a la perfección con el espíritu anime que rezuma toda la producción.
Sushi Striker: The Way of Sushido es un puzle tan original como adictivo, plagado de simpáticas secuencias anime y elementos RPG. Ciertas imprecisiones de control en Nintendo Switch no son suficientes para enturbiar su duradera propuesta, por lo que es una recomendación indiscutible para cualquier amante del género.
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