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Para gustos los colores. Me llevé un chasco al saber que Forza Horizon 4 se ambientaría en la campiña inglesa. Con todo, la franquicia se ha convertido en mi favorita de la presente generación, lo que es decir mucho si tenemos en cuenta que ... nunca he sido amante del género de carreras. Recorrer la Toscana o el continente australiano en mundo abierto, a toda velocidad y con infinitas distracciones, me reportó las mismas sensaciones que Assassin's Creed y su correteo entre tejados. Un bienestar cuasi adictivo.
Sin dilación, me puse al volante para comprobar que Playground Games sigue en plena forma; su adquisición por parte de Microsoft es la mejor noticia que podrían haber recibido los incondicionales de Xbox. La vuelta de tuerca de esta entrega viene dada por una climatología dinámica a lo largo de las cuatro estaciones. Queda claro desde la secuencia introductoria, cuando comprobamos la tremenda variación de conducir sobre tierra húmeda, seca o congelada; bajo la lluvia, nieve o a pleno sol. Son sólo algunos de los condicionantes que definen el otoño, invierno, primavera y verano de Horizon 4, con Edimburgo o los Highlands como marco incomparable.
Las primeras horas de juego sirven para familiarizarnos con cada periodo, hecho lo cual entraremos en competición propiamente dicha. Los servidores cambian de estación cada jueves y, con éstas, muchos de los eventos y actividades disponibles. Así, puede que sigamos jugando tan sólo para completar determinada prueba o encontrar uno de los coches abandonados, exclusivos de meses concretos.
Conviene recalcar que todos los usuarios comparten hora del día y condiciones climatológicas, lo que refuerza la sensación de comunidad. Máxime con adiciones como el modo «Forzathon en vivo», donde un máximo de 12 corredores participan en tres rondas de desafío, a lograr en menos de 15 minutos. Hablamos de sumar el mayor número de puntos de habilidad, completar una sección de derrape, alcanzar señales de peligro... Aquí no hay marcadores invidivuales sino trabajo en equipo recompensado con puntos, los cuales invertimos en una tienda específica.
Por supuesto, seguimos pudiendo retar a cualquier usuario sobre el asfalto e invitarle a los eventos de exhibición en curso, pero nada comparable a la «Aventura en equipo». Esta modalidad inédita permite competir por equipos en infinidad de pruebas, incluidos los Playground Games o minijuegos de corte clásico (captura la bandera, rey de la pista, infectado...).
Queda claro que Forza Horizon 4 es un juego divertidísimo con amigos o desconocidos, pero el pilar sigue radicando en la progresión individual. Por contra de la anterior entrega, cuando debíamos expandir el festival Horizon constituyendo nuevas sedes, aquí contamos solo con una y la posibilidad de adquirir residencias a lo largo y ancho del mapa. En éstas, créditos mediante, podemos adquririr nuevos vehículos, mejorar los que tengamos, participar en subastas o personalizar nuestro avatar. Hay centenares de prendas entre las que elegir, además de bailes y gestos para celebrar nuestras victorias. Una lástima que los modelados, animaciones y expresividad facial de los personajes rayen a un bajo nivel, lo que contrasta notoriamente con el resto del apartado gráfico.
Sí nos han encandilado las 25 campañas presentes, que podemos completar sin imposiciones. Los campeonatos, en lugar de albergar pruebas de tipología alterna, se especializan en cinco categorías: carreras sobre tierra, sobre asfalto, de aceleración, callejeras y campo a través. Así, podemos disputar todas las «carreras sobre asfalto» de una sentada, sin habernos atrevido siquiera con las de tierra (las más exigentes del paquete). Y es que en Forza Horizon 4 hay tanto que hacer, y todo suma en el cómputo de «influencia», que progresar tan sólo se supedita a nuestras preferencias. Vuelven también los radares y tramos de velocidad, los carteles de bonificación y viaje rápido, el diseño de circuitos y las espectaculares pruebas de exhibición (atentos los seguidores del Jefe Maestro). Hasta el modo foto y el tuneo cuentan a la hora de subir de nivel. Este último sigue resultando tan profuso en detalles como de costumbre, si bien se han añadido algunos reglajes nuevos, como la suspensión de derrapaje.
Y ya que hablamos de bólidos, se cuentan unos 450 modelos de más de 100 fabricantes, cada cual con su propio árbol de habilidades. Si en anteriores entregas disponíamos de uno general, ahora podemos centrarnos en mejorar únicamente nuestros coches predilectos, con el consiguiente ahorro en puntos de habilidad que esto conlleva. También seguimos probando suerte con las tiradas de ruleta: una buena forma de conseguir coches, atuendos y créditos 'por la patilla'.
El colofón del título lo ponen los eventos denominados «de historia», donde lo mismo interpretamos a un especialista de cine que nos ponemos a las órdenes de una influencer, dispuesta a homenajear a videojuegos clásicos como Daytona Usa, OutRun, Crazy Taxy o Project Gotham Racing. A fin de cuentas, estas pruebas insuflan variedad y reto a un desarrollo redondo.
Porque Horizon 4 se disfruta con su mera contemplación. Hablamos del juego más imponente, a nivel gráfico, visto en tanto en Xbox One como en el propio género. Un paso más hacia el fotorrealismo que deslumbra con su empeño en el colorido (especialmente durante la primavera) y que marca hitos en cuanto a iluminación y efectos de partículas. El salpicar del barro, los atardeceres, la polvareda después de atravesar un muro de piedra, el reflejo de las nubes sobre el capó en un día soleado... son tantas las estampas que no acabaríamos nunca. La calidad de texturas (y cantidad de detalles) en escenarios y trazados son envidiables, todo ello a 1080p y 60 frames por segundo estables en el modo rendimiento de Xbox One X. La bestia parda de Microsoft también permite jugar a resolución 4K, lo que os rematará en consonancia al efecto de Alto Rango Dinámico (HDR).
El apartado sonoro tampoco se ha descuidado y, siendo éste seña de identidad en la franquicia, nos alegramos. Persisten emisoras como «Pulse» o «Bass Arena», centradas en la electrónica, el pop-rock y la música clásica, todas ellas copadas de temas inmediatamente reconocibles. Atravesar un lago helado (en invierno, por supuesto) al ritmo de The Killers no tiene precio. Luego están los propios efectos, acordes a la exigencia de la marca «Forza»: cada motor suena como debe. ¿La única pega? Microsoft se ratifica en privarnos de doblaje al castellano, lo que suple con uno subtítulos diminutos, de traducción mejorable. Leer «Equilibrio» en referencia al «balance» de puntuación, choca enormemente bajo el seno de una gran editora.
Forza Horizon 4 aúpa al spin-off por encima del original, aún teniendo en cuenta que hablamos de aproximaciones distintas al género. Las sensaciones de velocidad en mundo abierto alcanzan nuevas cotas gracias al apartado gráfico más impresionante de la generación; a un sistema de progresión al antojo del jugador y a la variedad que aporta la rotación estacional.
Sumadle una experiencia en línea refinada y encontraréis aquí todo un caladero de horas. Quizás demasiadas, teniendo en cuenta los muchos imprescindibles que estamos recibiendo en cuestión de semanas.
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