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Facebook permanecerá como producto independiente junto a WhatsApp o Instagram, bajo el seno de Meta, el nuevo nombre por el que será conocido a partir de ahora el imperio de Mark Zuckerberg. Algo similar a lo acontecido con Google, que acabó convirtiéndose en una división de Alphabet. Es lo que ha anunciado el presidente del gigante azul en la conferencia Facebook Connect 2021, que ha tenido lugar este jueves por la tarde. El objetivo último de Zuckerberg con el cambio de nomenclatura es referirse al 'metaverso', un espacio a medio camino entre la realidad virtual y aumentada donde confluyan todas las plataformas sociales y de mensajería atesoradas por la firma estadounidense.
De esta forma, Meta quedaría como la empresa matriz, mientras que las redes sociales y servicios de mensajería como Facebook, Instagram, WhatsApp o Messenger quedarían supeditadas a ella. Lo mismo sucederá con otros proyectos del gigante azul como Quest, Messenger o Horizon. Teniendo en cuenta las implicaciones del propio nombre, está claro que el imperio de Mark Zuckerberg lo apuesta todo a la realidad virtual hasta el punto de configurar un nuevo mundo creado a golpe de servidor llamado 'metaverso' que parece salido de la mejor película de ciencia ficción como, por ejemplo, 'Ready Player One'. Una especie de 'Internet 2.0' que, como ha reconocido el propio CEO estadounidense, no se verá culminada hasta dentro de diez años.
Para ello, el directivo piensa contratar a más de 10.000 empleados en Europa para trabajar en esta dirección, lo que supondrá el lanzamiento de dispositivos como gafas de realidad aumentada que nos permitan chatear por WhatsApp, actualizar nuestro estado en Facebook o consultar las últimas publicaciones de Instagram. A éstos se sumarían los esfuerzos de Oculus, segmento de realidad virtual que ha conseguido imponerse gracias a Quest 2, un casco inalámbrico a precio comedido con el que numerosos usuarios han dado el salto a esta categoría de producto.
Otra muestra más de la importancia que la realidad virtual (RV) y aumentada (RA) tienen para el futuro de Facebook es el nombramiento de Andrew Bosworth como cabecilla de tecnología de la corporación. Hablamos del antiguo responsable de RA y VR, tecnologías que Zuckerberg considera el siguiente gran hito tecnológico tras la irrupción de los smartphones.
Antes de anunciar el cambio de nombre, Zuckerberg, junto con los principales directivos de la compañía, han dado a conocer cómo será ese futuro 'metaverso' una vez que se cuente con el hardware necesario para que se convierta en un producto de consumo de masas. Ahora hay que utilizar gafas con bastante peso y, en la mayoría de las ocasiones, unidas por un cable a un ordenador. En menos de una década existirán gafas que apenas se diferenciarán de las de las personas con problemas de visión.
Será la puesta a entrada a un mundo virtual formado por avatares que ser reunirán de forma telemática con sus compañeros de trabajo, podrán visitar planetas en compañía de sus seres queridos y, por supuesto, divertirse con ellos jugando al ajedrez, bailando, haciendo deporte o, simplemente, compartiendo una buena conversación en un escenario idílico de su elección, tal y como se pudo comprobar en los vídeos mostrados en la presentación de una realidad paralela recreada con todo lujo de detalles.
El metaverso podría suponer un negocio de hasta 800.000 millones de dólares en 2024 del que Facebook, perdón Meta, quiere ser líder adelantando al resto de competidores tecnológicos de la talla de Microsoft, Apple o Google. «Para muchas personas, no estoy seguro de que alguna vez haya un buen momento para centrarse en el futuro», exclamó Zuckerberg, para después añadir que «invertir en el metaverso va a ser un gran paso adelante». De hecho, no dudó en considerar que dentro de 10 años contará con 1.000 millones de usuarios .«Facebook se creó para conectar a la gente y ahora conectaremos a la gente a través del metaverso», ha asegurado con convicción para dejar claro el cambio de rumbo que toma a partir de ahora una compañía que no pasaba especialmente por sus mejores momentos.
La necesidad de desvincularse de 'Facebook' como nomenclatura radica en una de las mayores crisis de reputación que se hayan visto en el sector tecnológico. No es sólo que la red social de azul lleve más de un lustro perdiendo usuarios a mansalva (los más jóvenes la consideran todo un 'cementerio de elefantes', poblado por familiares con los que les espanta interactuar); también ha perdido cualquier ápice de confianza por parte de quienes quedan.
Las primeras preocupaciones en cuanto a la falta de privacidad y seguridad en Facebook se remontan a marzo de 2018, cuando los datos de 87 millones de usuarios fueron recopilados por la firma británica Cambridge Analytica para su venta al mejor postor. Los perfiles psicográficos resultantes permitieron así amoldar campañas electorales a la población más indecisa, lo que influyó en la intención de voto. El asunto se saldó con una multa de 5.000 millones de dólares a Facebook, mientras Zuckerberg hacía lo imposible por no palidecer ante las cámaras en su comparecencia frente al Congreso estadounidense.
Precisamente, Mark Zuckerberg ha incidido en que su 'metaverso' velará especialmente para garantizar la privacidad de sus usuarios. Algo lógico teniendo en cuenta que lo plantea el visionario de Facebook es un mundo dónde se podrá trabajar, comunicarse y divertirse. Siempre que se sea usuario de los productos y servicios de la compañía estadounidense, claro está.
Precisamente, el nuevo 'holding, además de enfrentarse a futuras brechas de seguridad posteriores, le esperan las dudas de la Unión Europea respecto a la confluencia de Facebook, WhatsApp e Instagram (que podía llegar a suponer la circulación indiscriminada de datos personales) han lastrado los últimos años de este monstruo de las redes sociales. Máxime después de que una de sus exempleadas (Frances Haugen, gestora de productos para el equipo de desinformación cívica de Facebook) filtrase a The Wall Street Journal una inquietante investigación interna: los de Zuckerberg eran conscientes de que Instagram, su producto estrella, resultaba perjudicial para la salud mental de los adolescentes, algo ante lo que no se tomaron medidas. Haugen también denunció la falta de moderación para con determinados usuarios de estas redes sociales y la polarización social resultante de cambios acometidos en sus algoritmos de contenido, algo que según ésta jugó un papel determinante en el asalto al Capitolio del pasado enero.
Las declaraciones de Haugen coinciden con el cese de otro de los proyectos recientes de Facebook, una versión de Instagram para menores de 13 años que había sido harto criticada por padres, terapeutas y educadores. Sumémosle a la ecuación la sonada caída mundial de Facebook, WhatsApp e Instagram de comienzos de mes y entenderemos la necesidad de convertir a Facebook en la parte de un todo; de marginarlo hasta que se convierta, únicamente, en el nombre de aquella red social del internet primigenio a la que tuvieron que dejar hundirse en el fango del descrédito.
Zuckerberg toma la decisión de enterrar el nombre de Facebook en aras de recuperar la grandeza perdida en la última década. 'Meta' será el nuevo caballo ganador del multimillonario americano. Veremos si lo es también en el mundo real o sólo en el virtual.
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