Un cliente sale con el útimo modelo de iPhone de la tienda oficial de Apple en Shanghai. Reut4ers

Demanda de EE UU contra Apple

La estrategia de Apple para que entres en su red y no puedas ni quieras salir

La demanda del Gobierno de EE UU a la compañía de Cupertino por monopolio desvela los cinco elementos en los que ha basado su polémica técnica de fidelización para evitar a toda costa que los clientes de iPhone se cambien

Viernes, 22 de marzo 2024, 18:33

Ser de Apple mola. Al menos, así lo vendió su creador, Steve Jobs, y con esa regla fue construyendo un imperio grandioso. Hoy muchos lo tildan de secta y acaba de ser demandado por el Gobierno estadounidense acusado de prácticas monopolísticas ilegales. La administración americana ... tiene una cruzada personal contra las grandes tecnológicas y ahora le ha tocado a este gigante, que ingresó el año pasado 383.285 millones de dólares y obtuvo un beneficio neto de 96.995, cifras muy altas pero que suponen casi un 3% menos que el ejercicio fiscal anterior.

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En la demanda, que este jueves presentó a los medios el fiscal general, Merrick Garland, y en la que participan 15 colegas más de varios estados, se detalla cómo la compañía, que nació conceptualmente en un pequeño garaje de Los Altos, en California, conformó una estrategia que supuestamente 'obligaba' a sus clientes a quedarse y a los desarrolladores a 'someterse' a sus reglas. Sorprendentemente no se articuló desde el principio, fue algo más 'orgánico' y progresivo.

«Todo esto hay que encajarlo en el contexto en el que estamos», acota César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática de la Universitat Oberta de Catalunya. Se refiere a que estamos en año electoral en EE UU y a que «está de moda» meterse con las grandes tecnológicas. Con lo cual no deja de ser un movimiento ciertamente oportunista, desliza. Aunque basado en esas prácticas polémicas que todo el sector conoce desde hace año.

El Fiscal General de California, Rob Bonta, durante la presentación de la demanda contra Apple. Efe

La primera piedra de este edificio de exclusivismo de App que ahora está en tela de juicio se puso en 2001, cuando la compañía lanzó su primer iPod, un dispositivo para escuchar música que había que sincronizar con un programa exclusivo de Apple, iTunes. Los usuarios de este reproductor necesitaban un Mac para configurarlo y no fue hasta dos años después cuando se desarrolló una versión del programa para Windows.

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Curiosamente fue el iPod lo que permitió a Apple remontar sus números después de que en los años noventa estuviera al borde de la bancarrota. Y lo que dio pie a que luego lanzara en 2007 el todopoderoso iPhone, donde está el verdadero corazón de este entramado que tiene a los fiscales norteamericanos en pie de guerra. El primer año solo una docena de apps estaban creadas por Apple, pero doce meses después, se invitó a terceros desarrolladores a crearlas.

Últimos modelos de iPhone, el 15 Pro, el producto estrella de Apple. Reuters

¿Era una estrategia aperturista? Pues a la postre se ha demostrado, o al menos eso dicen los demandantes, que es todo lo contrario. La App Store ha sido hasta ahora la principal arma de Apple para atrapar al cliente y también al desarrollador. ¿Cómo? Basándose en cinco elementos.

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    Superaplicaciones

    Control férreo y tarifas draconianas para los desarrolladores

Aunque Apple abrió su tienda a aplicaciones de terceros, lo hizo a regañadientes y siempre guardándose un as bajo la manga. Le daba igual, dice la demanda, si esto perjudicaba al consumidor final. Solo quería protegerse. Para ello, ofrecía unos contratos draconianos a estos expertos: podían hacer sus apps para Apple, pero tenían que pagar un buen pico, hasta un 30% de lo que ingresaban por la compra de estas iba para la compañía de Cupertino. Si se adquirían nuevas funcionalidades también facturaba otro 30% del importe.

Aunque muchos entraron por el aro, hubo quien se resistió y por eso a día de hoy sigue sin haber la misma oferta de apps en Android que en iOS. Pese a todo, los directivos no lo veían claro, tal y como recoge la demanda con esta declaración de uno de ellos: «Permitir que las superaplicaciones se conviertan en la principal puerta de acceso para jugar, reservar un coche, realizar pagos, etcétera», supondría «dejar entrar a los bárbaros por la puerta».

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¿Es monopolio pedirle a la gente que pague por entrar a tu casa? «Eso lo tienen que determinar los jueces y hay dudas de que fallen contra Apple, pero en el caso de los porcentajes por compras a los desarrolladores sí es criticable», señala Córcoles. Sobre todo, añade, porque quien no quería pagar por ejemplo ese dinero por compras dentro de la app ni siquiera podía poner un aviso de que la suscripción se hiciera de otro modo. «El usuario tenía que buscarse la vida y si es una app conocida, pues no hay problema porque acaba encontrando el modo, pero cuando el desarrollador es una empresa pequeña tiene menos opciones».

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    Videojuegos en la nube

    No al 'streaming' para promover terminales más potentes

Durante años, Apple bloqueó las aplicaciones de juegos en la nube. Había que tenerlas descargadas y, por tanto, necesitabas un terminal lo suficientemente potente como para procesar y almacenar el programa. Esto obligaba al usuario a comprarse un 'smartphone' potente y, a la vez, más caro. ¿Cuál era la razón? El 'streaming' en la nube se veía como una amenaza porque podía ocurrir que «lo único que importara fuera quién tenía el hardware más barato y los consumidores pudieran comprar un [improperio] Android por 25 pavos en una venta de garaje y contar con un sólido dispositivo de computación en nube» que «funcionara bien».

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Así pues, los de Cupertino impidieron que los desarrolladores ofrecieran servicios de suscripción a juegos en la nube en las aplicaciones nativas para iPhone. El departamento de Justicia cree que con ello empeoró su propio producto y la experiencia de usuario, además de impedir «la aparición de tecnologías que podrían reducir el precio que los consumidores pagaban» por su teléfono. «Hace poco tiempo, Apple empezó a dejar a desarrolladores ofrecer apps con un juego online, pero solo uno, quizá porque se olía que esta práctica era problematica», aporta el docente de la UOC.

Steve Jobs (izquierda) y Steve Wozniak (derecha), cofundadores de Apple, posan junto a John Sculley, presidente ejecutivo de la compañía en 1984. ap
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    Mensajería

    Menos privacidad y funciones limitadas en los mensajes

En 2022, un periodista se quejó ante Tim Cook, el consejero delegado de Apple, de que no podía enviarle a su madre ciertos vídeos porque él tenía un iPhone y ella un Android, y el sistema no era 100% compatible. La respuesta del directivo fue esclarecedora: «¡Cómprale un iPhone!». Y es el ejemplo más evidente de cómo tejía su red para atrapar a los consumidores.

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El problema de comunicación entre ambos sistemas operativos no es irresoluble, todo lo contrario, es una brecha abierta a propósito para dividir el mercado. Pero ojo, no al europeo, sino al americano: «Aquí esta funcionalidad no la hemos utilizado y enseguida nos pasamos a WhatsApp», replica Córcoles. Los de Cupertino han impedido de forma intencionada una mejor comunicación entre ellos y también que las aplicaciones externas de mensajería funcionen de manera óptima. Por ejemplo, en 2016, el vicepresidente sénior de Ingeniería de Software le escribió un email a Tim Cook en el que defendía que no había que hacer una versión de iMessage para Android: «Nos perjudicará más que ayudarnos».

Si se envía un mensaje desde un iPhone a un Android desde la app de mensajería que viene por defecto en los primeros, la conversación no está cifrada, los vídeos aparecen pixelados y granulados y los usuarios no pueden editar los mensajes ni ver los indicadores de escritura. «Esto indica a los usuarios que los 'smartphones' rivales son de menor calidad porque la experiencia de mensajería con amigos y familiares que no tienen iPhones es peor, aunque es Apple, y no el 'smartphone' rival, la causa de esa degradación de la experiencia del usuario», dice el Departamento de Justicia.

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En la realidad, lo que ocurría es que la gente acababa pasándose a iPhone para comunicarse fácilmente con sus allegados. El problema es el sufrimiento de los adolescentes americanos que no tienen un iPhone y que quedan 'marcados' dentro de su entorno como los diferentes: «Algunos sufren 'bullying' por ello», apunta el docente de la UOC. Sin embargo, sobre esto, el fiscal no ha dicho nada, la demanda se centra en el aspecto comercial y empresarial.

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    Relojes inteligentes

    Incompatibilidades para reforzar la exclusividad

Con la irrupción de los relojes inteligentes en el mercado, Apple reforzó su estrategia de castillo inexpugnable. Primero, haciendo incompatibles su teléfono con ellos: se pueden usar, pero algunas funcionalidades están inoperativas. Después, creando su propio modelo de reloj inteligente, el Apple Watch, que solo es compatible con iOs. «Puede ayudar a evitar que los clientes de iPhone se cambien», esgrimía en 2019 el vicepresidente de marketing de producto en un correo interno de la compañía.

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Y ese argumento es al que ahora se agarra la demanda para llevar a la compañía ante el juez. «Tras haber copiado la idea de un 'smartwatch' de desarrolladores externos, Apple impide ahora que esos desarrolladores innoven y limita el Apple Watch al iPhone para evitar un impacto negativo en las ventas del iPhone», se explica en el documento. Y de hecho, muchos usuarios no dejan iPhone precisamente porque supondría tener que dejar de usar otros productos de Apple que no funcionan correctamente con Android, añaden los demandantes haciéndose eco de varias encuestas sobre el tema.

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    Carteras digitales

    La yincana para pagar con la app de tu banco

Con Apple pagas a través de su cartera digital. Y si pretendes saltártela, vas a tener que hacer toda una yincana. En un mundo en el que cada vez son mayores los pagos a través de monederos digitales -en España las operaciones de pago digital aumentaron un 42% el año pasado-, controlar la herramienta a través de la que se hace es muy importante y da mucho poder. Y eso lo han hecho muy bien los pupilos de Steve Jobs, que ya en 2010 pidió a sus empleados que hicieran un sistema aún más rígido para evitar compatibilidades de cualquier tipo. Todavía hoy «sigue sin poderse pagar con la app de tu banco por NFC, lo tienes que hacer con Apple Pay», precisa Córcoles.

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«Mientras Apple anima activamente a bancos, comercios y otras partes a participar en Apple Wallet, ejerce simultáneamente su monopolio de los teléfonos inteligentes para impedir que estos mismos socios desarrollen mejores productos y servicios de pago para los usuarios de iPhone», señala el fiscal Garland. Además, «ha denegado a sus usuarios» el acceso a carteras digitales que habrían «proporcionado una amplia variedad de funciones mejoradas».

Estados Unidos contra Microsoft y otros casos

Apple tendrá ahora que defenderse ante la justicia por sus supuestas prácticas monopolítiscas. Pero no podrá esgrimir que es una guerra sola contra su compañía. Antes que ella ya pasó por esta situación Microsoft, que en 2001 aceptó un acuerdo con el Gobierno de EE UU para evitar el castigo judicial. Entonces se le acusó de no cumplir con la ley antimonopolio por integrar su navegador, el Explorer, en el sistema operativo Windows. Mediante la negociación que se llevó a cabo, Microsoft se comprometió a compartir sus API con otras empresas.

Como curiosidad, Apple permite usar otro navegador que no sea el suyo, Safari, pero ojo, porque hay truco: «La apariencia es diferente, pero el interior es el de Safari», apunta César Córcoles. Es decir, controla con su sistema todo lo que hacemos. Aunque también es verdad que por esa exclusividad y ese carácter cerrado, la seguridad y la privacidad del usuario iPhone es mayor.

María Llorens

El año pasado la administración americana demandó a Google por posición dominante en el mercado publicitario y le pidió que lo dividiese. «Perjudica a los editores de sitios web y a los anunciantes que se atreven a utilizar productos de tecnología publicitaria de la competencia en busca de mayor calidad o menor coste», afirmó entonces el fiscal Garland.

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Meses después emprendió otra cruzada similar contra Amazon, al que acusaba de violar la ley «por poner en marcha conductas que impiden a otras plataformas de venta online competir». En este caso, la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) y 17 fiscales generales estatales sostenían que »al sofocar la competencia en cuanto a precios, selección de productos, calidad y al evitar que los competidores actuales o futuros atraigan a una masa crítica de compradores y vendedores, Amazon se asegura que ningún competidor actual o futuro pueda amenazar su dominio»

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