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sara borondo
Martes, 10 de enero 2023, 00:26
Aprovecharse de los demás con engaños es reprobable moralmente e ilegal; hacerlo de personas que están en una situación complicada y en momentos de vulnerabilidad, peor aún. Algunos ciberdelincuentes buscan timar a personas que están en búsqueda de empleo con ofertas de trabajo inexistentes, para lo que Internet es el caldo de cultivo perfecto (por el anonimato que brinda).
Este mismo año, la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI) detectó mensajes de texto con una supuesta oferta de trabajo que pretendía recabar información sensible a través de la técnica de suplantación referida como phishing.
Mediante estos anuncios, los cacos transformaban a las víctimas en muleros bancarios; personas que realizan desde casa un trabajo aparentemente cómodo, pero que en realidad está blanqueando dinero sin saberlo. La víctima recibe transferencias que proceden de fraudes electrónicos y envía el dinero al país en el que reside el delincuente (menos su propio sueldo). Se obstaculiza así el rastro del dinero. El mulero hace de intermediario para el delincuente y le encubre, por lo que se arriesga a responsabilidad penal por estafa informática, receptación o blanqueo de capitales.
El mensaje detectado en este caso ofrecía «un trabajo a tiempo parcial ganando entre 100 y 300 dólares al día», sin necesidad de tener ningún conocimiento especial. Para participar solo era preciso enviar un WhatsApp a un número con prefijo de España.
Este tipo de ofertas no solo es preciso rechazarlas; también hay que informar de ellas a las autoridades. No obstante, a veces es difícil saber si son reales o no. Alguna de las siguientes señales deberían bastar para ponernos en alerta:
■ La oferta está redactada en un mal español o con faltas de ortografía: Es uno de los signos que indican que se trata de un fraude, porque los ciberdelincuentes tienen otro idioma y utilizan traductores simultáneos. Con todo, los intentos de engaño son cada vez más sofisticados y los programas de traducción simultánea han mejorado con el tiempo.
■ Se supone que es un trabajo para una empresa española, pero el pago se ofrece en una moneda extranjera.
■ En la oferta hay un teléfono de información que comienza por 7, 8 o 9 seguido de un cero: En este caso se trata de teléfonos de tarificación con precio diferenciado, lo que indica que es más caro que una llamada normal. A veces mucho más caro: hablar cinco minutos puede suponer un coste de 15 euros. Tras estar unos cuantos minutos al teléfono, la víctima descubrirá que no había nada detrás más que el intento de sacarle dinero con la llamada.
■ El correo que aparece en el anuncio o del que procede el correo con la oferta de trabajo es de un dominio gratuito: Una empresa, por pequeña que sea, tiene dominio propio para el e-mail.
■ Nadie da duros a cuatro pesetas, por lo que si una oferta tiene unas condiciones tan buenas que parece mentira, probablemente sea mentira. Un ejemplo sería el mencionado arriba, en el que la persona que responde a una oferta termina cometiendo una ilegalidad sin saberlo.
■ La oferta implica pagar algo de dinero para acceder a la opción de ser seleccionado: Es muy posible que la víctima pague ese dinero y no vuelva a saber nada de este supuesto trabajo. Para inscribirse en una oferta no se necesita dinero ni gran cantidad de datos personales. Desde luego, ningún dato bancario.
■ La persona que supuestamente va a decidir sobre la oferta de trabajo quiere hablar por videollamada a través de WhatsApp o Telegram: No son canales muy fiables para establecer una conversación. Si se realiza la videollamada, hay que recordar la norma de no proporcionar datos bancarios o el número de la Seguridad Social hasta que haya una oferta de empleo con firma y fecha.
■ En internet no hay ninguna mención a la empresa que indica la oferta: Conviene buscar referencias en Google. Si no las encontramos, la propuesta tiene mala pinta.
■ Si se trata de una empresa conocida pero algo no encaja en la oferta, conviene contactar con ella por algún otro método para verificar que la vacante es real.
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