La originalidad preside cada creación de las sociedades gastronómicas alavesas que intervienen en el concurso organizado por ELCORREO y patrocinado por la Diputación foral desde hace ya veintiocho ediciones. Los de Gatzalde, que se dan por más que satisfechos con participar honradamente y llenar de bullicio rural su encantador txoko-casa de la sal un sábado al mediodía, siempre mantienen el tipo y aportan su necesario toque personal.
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Esta vez, el alcalde de Salinas de Añana, Juan Carlos Medina, cedió gustoso el delantal a Roberto Tamayo, que se estrenó para asistir en la cocina al compañero Manu Gil, siempre al fuego. Entre los dos se las ingeniaron para montar un par de tapas ciertamente originales, un tigre relleno de alubia arrocina y una base de patata al horno con bacalao desmigado sobre un pilpil en homenaje a las salinas del pueblo, ese Valle Salado milenario por cuyas aguas discurre el reconocido como 'oro blanco'.
Con la legumbre de Garlan tuvieron una singular idea, inexplorada hasta ahora en el certamen culinario alavés, a cambio de no meterse en demasiados berenjenales. Los tigres, esas conchas de mejillón rellenas, rebozadas y fritas, están entre los reyes de los aperitivos los domingos por la mañana.El personal se los zampa con croquetas, gabardinas, rabas... Fritanga. Gatzalde encontró un filón por ahí. Manu Gil echó mano de la alubia arrocina, cocida sin tropiezos, virgen como dicen en los pueblos, para cubrir la tapa del molusco bivalvo con trozos de su carne. Después de rebozado, presentó el pintxo con una mayonesa de mejillones. Y a comer, que era la hora.
El felino pasado por pan rallano y huevo, que merodea por el Valle Salado y no es Isaac Martínez, el popular levantador de piedra y masajista apodado 'El tigre de Salinas', gustó al profesor de Cocina Aitor Basterra, por lo que dijo. «Hemos coincidido (los miembros del jurado) en considerar que es un pintxo completo, una buena idea. Las alubias y los mejillones destacaban». De eso se trataba, de que la base de la creación se impusiera en el paladar de los exigentes entendidos.
Roberto Tamayo se estrenó a la grande, sin miedo, con una tapa igual de creativa en honor al Valle Salado. Recreó como comestible una era con su salmuera (agua con cloruro de sodio) y su correspondiente acúmulo de sal a la espera de ser recogido. El continente (la salina) consistió en un cuadro de patata cocida, aplastada y horneada a 220 grados. El contenido (la salmuera) salió de un pilpil. Yla sal amontonada se recreó a partir de migas de bacalao.
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Su presentación en sociedad causó cierto asombro a decir verdad por lo inesperado de ella. A Tomás Rojo le agradó el bocado. El cocinero había participado dos días antes, el jueves, con Bustinzuri-Gaztedi y ahora le tocaba la ingrata faena de puntuar a una sociedad amiga y al mismo tiempo rival. «Se lo han currado mucho. Me parece muy original, aunque para mi gusto el faltaba un poco de temperatura al pipil».
Con la participación de Gatzalde, el concurso gastronómico entra en su segunda parte y toma carrerilla para su conclusióna mediados de diciembre, antes de Navidad. Esta semana intervienen dos txokos, ayer lo hizo Eskola Zaharra, de Ali, y hoy organizadores, patrocinadores, jurado e invitados salen en excursión a Rioja Alavesa, más concretamente a Leza, donde aguardan los de Artesilla dispuestos a asombrar a propios y extraños.
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