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Arquitectura

Por qué todas las viviendas nuevas parecen iguales

Las promociones inmobiliarias apuestan por edificios blancos con líneas oscuras de ventanales y un acabado con placas prefabricadas. Algunos critican la estandarización de los paisajes urbanos, pero la originalidad en la arquitectura moderna suele provocar rechazo en la ciudadanía. Y España está llena de ladrillo caravista

Sábado, 17 de febrero 2024

Seguro que se ha fijado. Como champiñones, en la ciudad han aparecido en los últimos años multitud de edificios blancos, de líneas rectas, con la zona de ventanales oscura, como contraste.

Un vistazo a las webs de las promotoras inmobiliarias más importantes del país confirma que la tendencia no es omnipresente, pero sí generalizada. Viviendas con esa estética se ofrecen en ciudades de todo el país. Y lo razonable es preguntarse a qué se debe esta coincidencia.

¿Por qué todas las viviendas nuevas parecen iguales?

Muchos hablan de uniformización, de estandarización de nuestras ciudades y de pérdida de caracter, de espíritu. Aunque los expertos aseguran que la arquitectura moderna que se sale de lo habitual suele generar cierto rechazo entre la ciudadanía por incomprendida, y que los promotores tienen que dar salida a sus productos, haciendo casas que la gente pueda pagar. Y recuerdan que, al fin y al cabo, España está llena de ladrillo caravista.

Iñaki Aurrekoetxea (Zamudio, 1953) es arquitecto y dirige el estudio IA+B. Además de haber sido director de Vivienda del Gobierno vasco, es responsable de muchos y reconocidos proyectos arquitectónicos en Bilbao, y entre ellos sobresalen en altura las torres de Garellano, que conforman el 'skyline' de la villa.

Vista de las torres de Garellano desde el Monte Caramelo. Ignacio Pérez

Destacan entre el verde de los montes, el cielo a veces azul a veces grisaceo y el naranja del ladrillo, altas, blancas y con la línea de ventanales negra. Aurrekoetxea se acuerda de la crisis de la segunda mitad de los años 2000, que tanto afectó a los procesos de construcción, a la parte más artesanal, a los gremios. «Y ante la escasez de mano de obra, cuando el sistema se empieza a recuperar, hay que buscar nuevas fórmulas para poder construir dentro de los estándares, los precios, los tiempos, la calidad. Entonces es cuando se empiezan a utilizar sistemas prefabricados para las fachadas».

Habla del empleo en edificaciones generalistas de grandes placas prefabricadas, en hormigón o en GRC (Glass Fiber Reinforced Concrete), un producto más liviano compuesto de cemento, arena, agua y fibras de vidrio que, sin ser nuevo, se ha popularizado en los últimos años. Las placas vienen listas para colocar y facilitan el proceso de cerrado del edificio. Entonces, al ser algo prefabricado, el resultado es algo estandarizado. «Resulta más económico, aunque inevitablemente vas repitiéndote en las formas», explica Aurrekoetxea. Además, aclara, atendiendo a las condiciones de rehabilitación, acústicas, térmicas, energéticas... al final caes por necesidad en esta especie de monotonía. La cuestión es que dispones de un sistema constructivo con el que al constructor le sale más barato y le permite, por ejemplo, ofertar más por el suelo».

«Tras la crisis, la escasez de mano de obra lleva hacia las placas prefabricadas para las fachadas; más económico, aunque repites fórmulas»

Iñaki Aurrekoetxea

Arquitecto. Estudio IA+B

¿Y por qué blancas? «Es una cuestión de estética. Una vez colocadas, como el color no es uniforme, has de pintarlas. Y el color es complejo en la construcción; salvo que busques una propuesta diferente, lo que un promotor quiere es vender unas viviendas. Generalmente va a buscar lo sencillo, no se complica la vida y quiere que guste a todo el mundo».

Y de hecho, muchos propietarios escogen ese color para pintar las paredes de su casa por dentro, está de moda, solo hay que ver las revistas de decoración. La uniformidad, de todos modos, no es algo nuevo, apunta el arquitecto: «Hace cien años teníamos un mortero que nos permitía soluciones más decorativas, luego nos pasamos al ladrillo y ahora estamos hablando de estas placas prefabricadas. De tal modo que viendo de qué están hechos los edificios podemos concretar su época de edificación».

«Hay que intentar ser más audaces, pero se hacen cosas chulísimas que topan con un rechazo generalizado»

Mario Domínguez

Representante del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco.Navarro

Viviendas en Zabalgana, Vitoria. Jesús Andrade

Mario Domínguez es representante del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro (COAVN) en el grupo de trabajo para la protección del patrimonio arquitectónico del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). Reconoce la repetición de una tipología de fachada como la descrita, «pero hay muchos puntos de vista y muchos factores a tener en cuenta. Y es una responsabilidad de todos. Pero más allá de de que sea una decisión puramente compositiva, hay que darse cuenta de que ya no estamos en un momento como hace 70 u 80 años, con una libertad de diseño menos marcada por una normativa y con facilidad para apostar por una decoración más profusa. La normativa actual permite componer de forma sencilla las viviendas que la sociedad, digamos, el mercado, demanda: con sus piezas de salón, cocina, habitaciones correspondientes... de una manera muy lineal, ahorrando espacio y logrando un beneficio desde el punto de vista energético».

Ahora bien, Domínguez está de acuerdo en que los diseñadores deberían intentar ser «un poquito más audaces, aunque para eso hace falta que la industria o el promotor esté interesado en fórmulas diferentes. Y las hay, me acuerdo ahora mismo de una promoción en Zizurkil realizada por Javier Lekuona con una fórmula original». Señala que es importante que la normativa municipal deje libertad para hacer «cosas originales», pero, por otra parte, apunta que lo diferente suele chocar en muchas ocasiones con la incomprensión de la ciudadanía, «cosas chulísimas que se hacen y que topan con un rechazo generalizado».

Residencial Azken Portu, del estudio de Javier Lekuona, en Zizurkil. Joxemai

Explica Domínguez que si presuponemos que aquella estética de los años 60, la fachada de ladrillo, correspondía a un «desarrollismo tendente quizá a una uniformización respondiendo a unas necesidades de una industrialización muy rápida que ahora no tenemos, ¿cómo es que hoy hacemos fachadas parecidas en cuanto a su composición o estética? Pues es que hoy la producción de vivienda busca una eficacia en la puesta en obra a una velocidad y con una mano de obra determinada».

A su juicio, hay varias patas: «Por un lado, tenemos al empresario o constructor, que necesita que su promoción sea eficaz y que cumpla todos los estándares de diseño; hay mucha identificación con que el promotor es un neocapitalista con un puro como el del Monopoly, pero tiene que hacer sus números y la gente tiene que ser capaz de poder comprar vivienda. Luego está el diseñador que sea capaz de cumplir con el presupuesto que le proponen para desarrollar una imagen interesante, porque los arquitectos tenemos que resolver cuestiones técnicas desde el punto de vista de eficiencia energética y luego lidiar con un presupuesto. Y por último, la sociedad que demanda las viviendas. Y entonces es entendible la postura de no atreverse a apostar por edificios muy innovadores que no sabe cómo introducir y que pueden no gustar».

Proyecto de viviendas para Zorrozaurre, Bilbao. Neinor
Imagen - Proyecto de viviendas para Zorrozaurre, Bilbao.

Apunta que hay modelos que gustan «y te piden que lo repitas». E introduce el concepto de globalización para explicar que «un japonés que está buscando ir de turismo o a vivir a otro país, encuentra más atractivas una estética que le resulte reconocible, formas más comprensibles que le tranquilicen y no le asusten por desconocidas». Frente a las críticas que acusan al avance y extensión de estas nuevas propuestas de uniformizadas del paisaje urbano, asegura, desde su posición de defensor del patrimonio arquitectónico, que «existe una presión excesiva y no demasiado fundada por proteger todo tipo de edificios, aunque no atesoren valores arquitectónicos suficientes. No puedes pedir que tu casa sea un bien protegido solo porque los tuyos llevan viviendo ahí 80 años».

«La elección de esos colores proporciona una base neutral y versátil que se adapta a distintos contextos urbanos y estilos arquitectónicos»

Silvia Álvarez

Directora de Marketing de la promotora Neinor Homes

Neinor Homes es una de las promotoras españolas más importantes y exhibe buena parte de sus promociones con este estilo, del que, explica su directora de Marketing, Silvia Álvarez, ha hecho incluso su seña de identidad. «Esa combinación de colores y formas tiene una larga tradición en estética y composición y evoca una sensación de simplicidad y orden apreciada a lo largo de la historia de la arquitectura». Señala a las exigencias normativas vigentes, las del Código Técnico de la Edificación, para explicar esta «estratificación formal» no sólo como un recurso estético. «En ese Código, se establecen pautas para mejorar la eficiencia energética de los edificios, y se direcciona a la generación de envolventes edificatorias 'más densas', con un porcentaje más limitado de huecos».

Edificio de viviendas en el barrio de Bolueta, en Bilbao Neinor

A su juicio, la combinación de blanco y gris ofrece un contraste que utilizan, en el caso de sus edificios, «para destacarse en su entorno urbano». «La elección de esos colores proporciona una base neutral y versátil que se adapta a diferentes contextos urbanos y estilos arquitectónicos». Añade que los colores claros ayudan a reflejar la luz solar, «lo que puede contribuir a reducir la demanda de energía para la climatización de los edificios», y que los tonos grises de las bandas de ventanas pueden estar relacionados con materiales y acabados que cumplen con estándares de eficiencia energética y sostenibilidad.

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