Juana Canal. e. c.

«A ver si va a ser verdad…»: la familia del autor confeso del crimen de Juana Canal desconfiaba de su inocencia

Los pinchazos telefónicos revelaron el nerviosismo del entorno del detenido tras el hallazgo de restos óseos de la mujer en Navalacruz

Juan Cano

Málaga

Miércoles, 2 de noviembre 2022, 00:17

En las conversaciones se respira nerviosismo y un clima de desconfianza que aumenta con cada noticia que aparece en los medios de comunicación. Los pinchazos telefónicos por el crimen de Juana Canal, que desapareció sin dejar rastro en febrero de 2003, dibujan a la perfección ... cómo se va estrechando el círculo en torno a Jesús P. H., pareja de la mujer y principal sospechoso, que se ve acorralado hasta por su propia familia. «A ver si va a ser verdad…», llega a manifestar uno de sus hijos.

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Los investigadores del caso, un equipo conjunto de Policía Nacional y Guardia Civil, entregaron a la jueza que instruye el caso un amplio atestado que resume desde la a) hasta la g) los principales indicios que apuntaban hacia Jesús como responsable de la desaparición de Juana Canal. En esos apartados, los agentes trataron de justificar por qué había que intervenirle el teléfono y espiar sus conversaciones.

El sumario recoge una conversación fechada el 30 de septiembre en la que la mujer de Jesús le manifiesta su temor por la repercusión mediática del caso después de que trascendiera que los huesos hallados eran de Juana Canal. «Están todos asustados, mi madre llorando porque ha visto las noticias», le dice ella. «Sales en la tele, se han puesto las noticias (sic), dicen que el único sospechoso, Jesús, eres tú». Él se limita a responder con un ay detrás de otro.

Durante la conversación, Jesús le recrimina –«la que me has liado»- por algo que ella ha contado a alguien de su entorno, mientras que la mujer ahonda en sus dudas: «Dicen que la han visto en Ávila, Jesús, que la han encontrado en una finca en Ávila, la finca en Ávila es… bueno, donde tenéis la finca vosotros». Su marido se muestra escéptico e incluso le comenta que luego mirará él un mapa para comprobarlo, pero eso no la tranquiliza: «¿Qué hacemos, Jesús, si te llevan pa la (ininteligible) (sollozo)?». Él respondió: «Ay… niña, que yo no he hecho nada».

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La grabación policial capta una conversación en off con uno de los hijos de la pareja, que advierte a la madre de que hay que esconder el dinero por si hacen un registro en el domicilio familiar. En un momento determinado, el joven, en alusión a los rumores contra su padre, llega a manifestar: «A ver si va a ser verdad…». Ella trató de aplacar las dudas del hijo y le conto que «papi dio parte en su día por esa mujer». Jesús intentó zanjar el tema: «Niña, que si fuera sospechoso ya hubieran venido a por mí».

Registro policial

Pero las palabras de su marido no la tranquilizan. Ella le cuenta que le va a dar «el dinero y el oro» a una amiga para que se las guarde porque teme un registro policial. Él bromea con esa posibilidad y llega a decir: «Claro, es que se ve que ha sido un crimen por dinero, ¿no? Se ve que 'La mellada' -apodo por el que se refiere varias veces a Juana- tenía tanto, tanto dinero… ¡venga hombre!».

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En esa conversación, Jesús le explica a su mujer que cuando cortó con Juana se fue a vivir con sus padres, a lo que ella pregunta: «Y cómo… ¿y cómo la han encontrado en Ávila, Jesús? ¿Cómo? Dime la verdad, Jesús… lo que haiga sido (sic)». Él sale del interrogatorio con una broma, aunque al final insiste en su inocencia: «Ay… Es que estáis sacando las cosas de quicio. Yo no he hecho nada, yo estoy bien tranquilo». Su mujer lo anima a que, entonces, diga la verdad. Y él reacciona: «Estoy diciendo la verdad… Vosotros que os estáis empeñando en acusarme de algo que no he hecho. ¡Vosotros!».

En otra conversación grabada el 4 de octubre se aprecia claramente el nerviosismo del matrimonio ante la citación de los padres de Jesús, que han sido llamados a declarar por la policía para comprobar el testimonio del sospechoso y, sobre todo, los horarios en que llegó a su domicilio en aquellos días de finales de febrero de 2003. Jesús explica a su mujer que les preguntarán cuándo llegó a casa, las fechas… Ella apostilla: «Y tu padre tiene que decir que no te has movido de ahí, que tú esa noche llegaste ahí y ya está». Entonces, él le aclara: «No, llegué por la mañana, el domingo». La mujer le insiste varias veces en que tenga cuidado su padre, «a ver qué dice», lo que muestra el temor ante posibles contradicciones.

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A los investigadores les llamó la atención ese dato, que les permitió reconstruir parcialmente el suceso. A tenor de sus palabras, la discusión debió de tener lugar durante la madrugada -del 22 al 23 de febrero- y él abandonó el lugar para «necesariamente regresar después» -dice el atestado- y dejar la nota manuscrita que a las 13 horas del día 23 encontró Sergio, el hijo mayor de la desaparecida, tras lo que habría salido a buscarla, como decía la nota, después de haber visto que ella había consumido pastillas. En cambio, «ninguno de estos aspectos constan en la denuncia que presta en la comisaría de Carabanchel la madrugada del lunes 24, en la que sólo refería las lesiones que ella le había provocado», subrayan los investigadores.

A la vista de los pinchazos telefónicos, Jesús habría ocultado información tanto a su actual pareja como a sus familiares, a los que no mencionó las agresiones físicas que sí reflejó en su denuncia, donde contó que había recibido golpes, arañazos, patadas, quemaduras de cigarrillo e incluso un incidente con un cuchillo que le causó un corte en la palma de la mano. Sin embargo, nadie del entorno del sospechoso tuvo constancia de esas lesiones; a ellos simplemente les dijo que la discusión con Juana había tenido lugar porque él la acusaba de haberle sustraído 700 euros.

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Los agentes detectaron otra contradicción en la supuesta búsqueda de Juana por parte de Jesús. Mientras que en la nota manuscrita le dice al hijo que había salido a tratar de localizarla preocupado por su estado, en la denuncia que presentó en comisaría no refirió esos extremos. En cambio, a su pareja actual sí le contó que estuvo buscando a Juana y que incluso se había reunido un par de veces con sus hermanas para hablar de la desaparición. Sin embargo, la familia de ella lo niega y solo reconoce algún contacto telefónico con Sergio, el hijo de Juana, para reclamarle los 700 euros que, según decía, faltaban en el domicilio.

Conclusiones

En base a todo lo anterior, los agentes llegaron a siete conclusiones general de la investigación, que enumeraron en el atestado del caso. Jesús P. H. fue la última persona que vio con vida a Juana Canal (a) y no consta ni un solo avistamiento posterior a esa noche en la que mantienen la discusión (b). Además, abandonó el domicilio familiar justo después de la disputa (c).

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Todos los efectos de la víctima fueron hallados en el domicilio (d): su teléfono móvil, el bolso, tabaco, la documentación personal y hasta la medicación (antidepresivos) que tomaba, lo que indicaría, a juicio de los investigadores, que se trata de una desaparición forzosa, no voluntaria o accidental.

Apenas 24 horas después de la discusión, Jesús P. H. presentó una denuncia por lesiones contra Juana Canal tras acudir a un centro hospitalario, aunque las heridas que refiere se corresponden solo parcialmente con las que refleja el parte médico. Para los investigadores, la presentación de esa denuncia tan próxima a la desaparición y al abandono de domicilio «carece por completo de sentido» (e), sobre todo si, como al parecer decía, se mostraba muy preocupado por el estado de Juana.

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Además, Jesús P. H. es el único vínculo entre la desaparecida y el lugar donde aparecen sus restos, en las inmediaciones del pueblo de Navalacruz (a 170 kilómetros de su domicilio, en la madrileña calle Boldano), «no cabiendo de ningún modo una explicación casual a su situación allí» (f). Es el pueblo de los padres de Jesús, donde pasaba temporadas desde su infancia y donde se ubican varias fincas propiedad de la familia.

Por último, los restos óseos identificados como de Juana Canal corresponden al cráneo y a una tibia, que están físicamente distanciados en el cuerpo humano. Para los agentes, sería difícil que un carroñero lo hubiera podido trasladar simultáneamente desde una zona alejada hasta ese lugar común. Y las batidas siguientes, con el hallazgo de más huesos, avala aún más esta hipótesis.

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En definitiva, concluyen los agentes, «la única explicación lógica de que los restos de Juana aparecieran en ese lugar es que los depositara u ocultara en las proximidades de donde son hallados alguien que conoce o tiene relación con la zona. La única persona relacionada simultáneamente con Juana y con la zona es Jesús P. H., siendo además la última persona que la ve con vida y con la que en esa ocasión mantiene discusión».

En su atestado, los investigadores indican que el sospechoso de la muerte de Juana Canal tiene tres antecedentes policiales. El primero data del 18 de abril de 2006, apenas tres años después de la desaparición de la mujer. La policía instruyó diligencias contra Jesús P. H. por presuntamente agredir a su actual pareja en la parte posterior de una gasolinera y en presencia de dos menores, hijos de la pareja. En 2003 y en 2004 sumó en Guardia Civil dos reseñas más por delito contra la seguridad vial.

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Tras su detención la semana pasada, Jesús P. H. acabó derrotando y confesó a los agentes su implicación en la desaparición de Juana Canal. Tanto en comisaría como en el juzgado, el investigado reconoció que tuvieron una discusión y que, en un momento determinado, él le propinó un golpe fortuito con el brazo que la hizo caer al suelo.

Jesús P. H. reconoció que no socorrió a Juana y que, cuando se vino a dar cuenta, la mujer ya había fallecido. Entonces intentó bajar el cadáver hasta su coche, pero como no pudo, optó por descuartizarlo en la bañera. Al parecer, repartió los restos en dos maletas y los transportó a la finca de Navalacruz donde han sido hallados.

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