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Día del Cooperante ·

Cuatro jóvenes becados por el Gobierno vasco cuentan su experiencia en Guinea Conakry, Perú y Colombia

elena jiménez

Viernes, 9 de septiembre 2022, 00:59

Migrar para aproximarse a otras realidades y ayudar a mejorarlas. 82 jóvenes cooperantes partieron de Euskadi hace aproximadamente dos meses con algunos nervios y mucho entusiasmo movidos por el programa 'Juventud Vasca Cooperante' del Gobierno autónomo. Seleccionados entre 409 solicitantes de edades comprendidas entre 22 ... y 32 años, sus destinos se ubican hasta finales de mes en 31 proyectos sociales promovidos conjuntamente por distintas ONG locales y de África y Latinoamérica. Cuatro miembros de la diáspora vasca -viajaron 49 vizcaínos, 17 guipuzcoanos y 16 alaveses- cuentan su experiencia a este periódico; un tiempo que, según responden de forma casi unánime, les ha servido «para aprender y enriquecerse».

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  1. Eva Muro y Patricia Escuté. Guinea

    «No te imaginas qué es no tener agua hasta que lo vives»

Eva Muro con las mujeres de Brouwal llevando plantas para reforestar algunas de las zonas rurales de Guinea Conakry.

Los cantos y bailes de los pueblos de Brouwal, una comunidad de Guinea Conakry, dieron la bienvenida a finales de julio a las cooperantes vascas Eva Muro (San Sebastián) y Patricia Escuté (Bilbao). El ritual les sorprendió, a la par que generó una energía «especial» entre mujeres, principales beneficiarias de su proyecto. Tras un par de meses en el terreno, empiezan a imaginar una vida sin agua corriente y apenas electricidad; lo que han sido sus principales obstáculos durante la cooperación. «Son cosas que has escuchado, pero que no sa bes lo que significan hasta que las vives», precisa Muro, una bióloga que, sin trabajo planeado para este verano, vio en el programa «una oportunidad». «Sacar agua de un pozo de 10 metros, hervirla para cocinar en un camping gas alumbrado con una linterna o lavar la ropa a mano» son algunas de las 'incomodidades' que enumera Escuté, trabajadora social. «Con el tiempo hemos ganado confianza. Ahora el mercado es nuestra segunda casa, conocemos a las señoras de 'las paraditas' o las fiestas que se organizan», relata. Sus experiencias se están desarrollando entre la ciudad de Labé, donde están instaladas, y las zonas rurales de Guinea. En la primera aproximación al paraje reforestaron los márgenes de la carretera «para proteger las rutas y enriquecer el entorno». Un trabajo manual que se complementa con otro teórico «de empoderamiento», en el que se encuentran inmersas ahora, y a través del que pretenden concienciar a las mujeres sobre la mutilación genital o los matrimonios forzosos. Con todo, quieren alejarse en sus tareas del mito de 'salvador blanco'.

  1. Iratxe Lizarazu. Perú

    «Es un cambio de realidad que impacta y enriquece»

Iratxe Lizarazu, cooperante en Perú, entrena a futuros futbolistas.

El hecho de abrir el grifo de la cocina, llenar un vaso y «no poder pegar un trago de agua» ha sido uno de los «choques culturales» que ha vivido Iratxe Lizarazu durante su estancia de cooperación en Piura. «Me he adaptado bien, pero es un cambio de realidad de cosas que tenemos muy interiorizadas. Impacta, pero también enriquece», puntualiza. Esta erandiotarra vio en la beca una forma de conocer otros países y salir de la rutina. Con «la desorganización» que caracteriza a su pueblo ha roto la monotonía por completo. Si bien conserva un pedazo de su vida en España: su pasión por el fútbol. Un ejercicio que ha trasladado a la escuela deportiva en la que entrena y «sirve a los jóvenes para crecer con valores y disciplina».

  1. Garai Pérez. Colombia

    «Con el fútbol se olvidan de que pueden ser reclutados»

Garai Pérez trabaja con niños en situación de pobreza en Colombia.

Los conflictos armados que controlan la ciudad de Quibdó han marcado la primera experiencia de cooperación de Garai Pérez, tudelano afincado en Euskadi. La urbe en la que se encuentra, «que es más bien una selva», está atrapada en la violencia urbana y la pobreza, de modo que algunos barrios -«lo que acá llaman invasiones», dice Pérez-, se han formado a las afueras con pobladores «en una situación de vulnerabilidad muy alta». «Apenas existen formas de ocio fuera de la escuela o el trabajo», explica. Por eso, teniendo en cuenta su labor como profesor de Educación Física en Vitoria, se ha encargado de preparar entrenamientos de fútbol. Aunque con modificaciones en el reglamento para «favorecer la igualdad de género y la inclusión», es una «alternativa de ocio para distraerles y evitar que piensen que pueden ser reclutados por la guerrillas», concluye.

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