Así se verá el próximo eclipse total en Bilbao

Hace más de un siglo, el 30 de agosto de 1905, la eclipsemanía se apoderó de Bilbao. Aunque aquel miércoles amaneció lluvioso y el cielo estuvo cubierto durante todo el día, muchos bilbaínos se asomaron al mediodía «a las ventanas, balcones y azoteas con cristales y otros objetos» para mirar al cielo. Hubo quienes se reunieron en el Arenal, en la Plaza de Arriaga y en las calles de San Francisco, «donde hicieron chistes sobre el eclipse», según contó al día siguiente 'El Noticiero Bilbaíno', que también recogía las conversaciones de paz entre Rusia y Japón por la guerra que les enfrentaba y se anunciaba una conferencia de Miguel de Unamuno en Eibar.

Aprovechando que se declaró día festivo, otros acudieron a los montes cercanos. Además, unos 300, «incluyendo muchas señoras y señoritas distinguidas», cogieron el tren de la Robla hasta Montes Claros, en Cantabria, para ver ocultarse el sol en el cielo en pleno día desde una mejor posición. Por el camino se subieron al tren más pasajeros en Güeñes y Balmaseda. Los hubo que llegaron hasta Miranda. El acontecimiento fue tal que el propio rey Alfonso XIII se dirigió a Burgos, la ciudad a la que acudieron expertos de toda Europa para observar el fenómenos astronómico.

«En el momento del primer contacto cayó un chubasco que impidió presenciarlo, pero poco después fue 'mordiendo', según frase gráfica, la luna al sol y se observó la mancha con ligeras ocultaciones a causa de los nubarrones y de los chaparrones. Poco después de la una llegó el eclipse al periodo máximo, en los momentos en que estaba lloviendo. La luz perdió su intensidad, tomando un tinte azulado o violáceo. En el Club Náutico se encendieron las lámparas eléctricas y lo propio tuvieron que hacer en varias tiendas, escritorios y habitaciones. Volvió gradualmente la luz, seguía lloviendo y pudo observarse cómo la luna iba dejando de eclipsar al sol, hasta minutos antes de las tres de la tarde, en que desapareció todo contacto», describió el cronista.

119 años después, la capital vizcaína tendrá una nueva ocasión de presenciar un eclipse solar total. Será el 12 de agosto de 2026. «Ver un eclipse en un mismo lugar es un hecho extraordinario. Hay que esperar una media de 330 años en el hemisferio norte», subraya José Félix Rojas, del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco y la Agrupación Astronómica Vizcaína, que recuerda cómo su abuelo vivió el de 1905. Tras entrar en la Península a la altura de Cudillero, en Asturias, a Bizkaia llegará por Getxo y comenzará a verse en Bilbao a las 19.31 horas, en el margen de la franja de 200 kilómetros de ancho que marca el límite donde es visible. «Cuanto más en el centro, más vistoso será. En los márgenes, como en Bilbao, durará menos. Desde una hora antes se notará que hay menos luz de la habitual. Todo se verá más mortecino», adelanta.

El momento culminante –la «totalidad», que dicen los expertos, cuando la luna oculta completamente el sol– será a las 20.27 horas y durará 32 segundos. «No se hace de noche completamente, no es una oscuridad que haga que se necesite una linterna para ver. Es como la luz mortecina de los últimos momentos del atardecer», añade Rojas, que fue testigo del eclipse total de 1999 desde París. El mejor lugar para presenciarlo en Euskadi será más al sur, «en la Llanada Alavesa». En España terminará «en las Islas Baleares, donde ya será menos visible». A nivel mundial, el «alineamiento perfecto se dará en Islandia, donde durará 2 minutos y 18 segundos, pero es difícil que lo vean bien porque suele estar nublado».

Un eclipse es un fenómeno astronómico que ocurre cuando un cuerpo celeste, como la Luna o un planeta, se interpone en la trayectoria de la luz de otro. Los solares, como será el caso, ocurren cuando la Luna se interpone entre nuestro planeta y el astro rey. Dependiendo de la parte de este que quede oscurecida puede ser total, parcial o anular -cuando solo queda visible una especie de anillo de luz-. Según el Real Observatorio Astronómico de Madrid, en un año se producen entre 4 y 7 eclipses, incluyendo también los de Luna.

Además del de 2026 se sucederán otros cuatro en los próximos cinco años, ninguno de los cuales será visible desde Euskadi. El primero será el 29 de marzo de 2025. El oscurecimiento oscilará entre el 31% de La Coruña y el 10% de Mallorca. El 6 de febrero de 2027 tendrá lugar un eclipse anular visible solo parcialmente en Canarias, Andalucía y el extremo sur de Extremadura. Unos meses después, el 2 de agosto, otro eclipse total que se verá al completo en Cádiz, Málaga, Ceuta y Melilla. Finalmente, el 26 de enero de 2028 otro eclipse anular será visible en parte que oscurecerá partes de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Madrid, Murcia, Comunidad Valenciana, Aragón, Cataluña e Islas Baleares.

Una fiebre similar a la de Bilbao hace 119 años se vivió hace apenas un par de semanas en Estados Unidos. Los 31 millones de personas que residen en los estados donde se pudo observar «enloquecieron», según las crónicas. Algunos de ellos pensaron que era el fin del mundo, como ocurrió aquí en 1860, cuando «gentes, locas de terror en algunas aldeas, huían a refugiarse donde podían, algunas en las iglesias». (Según 'El Noticiero Bilbaíno', esto no ocurrió en 1905 porque «la ciencia y la prensa han realizado ese verdadero milagro de vulgarización científica y quien no conoce cómo se realiza un eclipse, sabe al menos que nada debe temer»). Otros miles de turistas se acercaron para presenciarlo, se vendieron packs de viajes que incluían vuelos, alojamiento, visores y hasta expertos que explicarían el fenómeno en detalle. Triunfó el inevitable 'merchandising' de camisetas y hasta se ofrecían clases de 'Yoga eclipse'.

¿Por qué nos fascinan tanto los eclipses? «Creo que es algo más primario que el miedo al fin del mundo. Tenemos un respeto reverencial al sol porque es la fuente de vida en la Tierra. Pero no porque lo sepamos filosóficamente o por conocimiento científico, sino porque lo vivimos en situaciones como cuando nos da el sol en la cara en un día de frío. Entonces, cuando de pronto vemos un fenómeno que durante un rato lo apaga, lo desconecta, nos hace recordar todo lo que le debemos», dice el científico de la UPV/EHU.

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