Hace pocos días hemos sabido que el Gobierno japonés ha puesto en marcha una campaña para promover el consumo de alcohol entre los jóvenes; por supuesto, la finalidad de esta iniciativa que tanto nos ha sorprendido es engrosar las arcas públicas niponas. La medida parece ... insensata en un país que tiene el suicidio como principal causa de muerte entre los jóvenes.

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Aquí, en cambio, no necesitamos animar a beber a la juventud porque la campaña publicitaria 'is in the air'. A cada poco, aparece algún estudio científico que canta las bondades de tomar una copa de vino o una cerveza al día, cuando el sentido común indica que la mejor copa es la que no se bebe. Además, tomar alcohol está tan normalizado en nuestra sociedad que lo extraño es no beber. Bebemos cuando estamos contentos porque estamos contentos y también bebemos cuando estamos tristes porque estamos tristes. Ingerir alcohol es tan habitual que no es raro presenciar cómo una persona que pide una bebida sin alcohol tiene que enredarse en justificaciones diversas para explicar su elección. Si alguien sale de fiesta y no bebe, a menudo su círculo se extraña y pregunta si le pasa algo, o teme que se vaya a aburrir o sospecha que se reserve para un plan mejor. Y al contrario, a quien bebe demasiado con regularidad lo envuelve a menudo el silencio de sus acompañantes, que no saben cómo abordar el problema una vez que se ha convertido en un evidente y gravísimo problema. No hace falta recordar que el alcoholismo es una enfermedad muy destructiva.

Creo que la presión para consumir alcohol ha disminuido en los últimos años porque cada vez más personas examinan lo que comen y lo que beben, convencidos de que es importante cuidar de su salud, pero aun así este verano he vuelto a escuchar a jóvenes y no tan jóvenes argumentar en la barra de un bar que están tomando antibióticos o que quieren adelgazar o que tienen resaca. Supongo que pedir explicaciones a los demás cuando no beben es más fácil que confesarnos a nosotros mismos qué buscamos, de qué escapamos, qué esperamos encontrar que no tengamos, en el fondo del vaso.

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