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iraitz vázquez
Viernes, 29 de octubre 2021, 01:04
«No tengo nada que esconder. He evitado que el meteorito acabara en la basura». Juan Carlos Manjarrés, el vecino de Hernani investigado por la Guardia Civil por apropiación indebida del bólido caído en León en 1947, no sale de su asombro tras convertirse ... en el protagonista de una de las noticias más rocambolescas de los últimos tiempos. Por eso ha decidido dar la cara para «contar mi versión» y arrojar luz sobre el enigma del 'meteorito perdido'.
El año clave para entender el origen del revuelo generado por la entrega del meteorito al Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) es 2015, cuando el jefe de Manjarrés, empleado de una empresa de mudanzas, decide vaciar algunas de las cabinas de su pabellón por falta de espacio. Una de ellas estaba alquilada por Manuel Laborde Werlinden (Tolosa, 1899-1993), fundador de Aranzadi, encargado de estudiar la pieza. Desde su fallecimiento nadie se había hecho cargo del pago de su alquiler, por lo que la empresa decidió vaciar la cabina.
A Manjarrés le tocó acudir al vertedero de Urnieta a «tirar» las cajas. «Noté que una tenía mucho peso y vi que tenía piedras envueltas en papel de periódico. No los quise tirar porque me gusta el coleccionismo», sostiene. La caja pasó un par de semanas en la entrada de su vivienda de Hernani hasta que decidió abrirla. «Estaba el premio Manuel Lekuona de Eusko Ikaskuntza a Manuel Laborde Werlinden. Entonces me di cuenta de a quién pertenecía esa caja». Pero también estaba un trozo del meteorito de 585 gramos caído el Día de los Santos Inocentes de 1947 en el pequeño pueblo leonés de Reliegos.
El fragmento estuvo en su casa hasta que decidió ponerlo en venta en un portal web para «pagar las obras de la fachada» de su vivienda. «Solo quise sacar algo de dinero. Había visto en internet que no lo podía sacar de España pero no que no se pudiera vender. Me han llegado a proponer mucho dinero y lo he rechazado. No tengo nada que ocultar», subraya el guipuzcoano.
Intentó vender la pieza hasta en dos ocasiones, la segunda hasta por 50.000 euros, aunque la subasta comenzó en 27.000. Incluso se llegó a poner en contacto con un medio de comunicación de León para que se hiciera eco del intento de venta.
El pasado 15 de octubre, Manjarrés estaba descansando en su casa cuando agentes del Seprona tocaron el timbre. «Me dijeron que venían a por el meteorito, pero que no tenían orden de registro. Les dije que subieran y se lo entregué sin problemas». Después declaró durante cuatro horas en el cuartel de Intxaurrondo, donde «me agradecieron mi colaboración».
Por ello, ahora se sorprende del alboroto que se ha armado con la historia del 'meteorito perdido'. «¿Cómo iba a pensar que Manuel Laborde se podría haber apropiado de nada sin permiso? Fíjate el tiempo que ha estado aquí y nadie lo ha reclamado», recuerda.
El miércoles, cuando vio que telediarios y periódicos informaban a bombo y platillo sobre el meteorito, Manjarrés decidió ofrecer su versión porque no le gustó «el enfoque que se estaba dando» a la noticia. «En vez de darme las gracias por recuperar el meteorito de la basura, se me califica de medio delincuente. Si no hubiera sido por necesidad, no lo habría puesto a la venta. Al menos que me den las gracias», zanja.
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