Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
terry basterra
Lunes, 22 de abril 2019, 00:47
Todo empieza con una llamada. A un lado del teléfono una persona necesita ayuda médica urgente. Al otro, un médico del servicio de Emergencias de Osakidetza evalúa la gravedad de la situación –un infarto, un accidente de tráfico, un incendio...– y decide qué recursos destina ... al lugar. Se activa el operativo. En ocasiones con una ambulancia es suficiente. En otras se requieren dos o más cuando son varios los heridos, una UVI móvil si el estado del paciente es crítico o incluso el helicóptero para llegar de forma ágil al lugar del incidente cuando los tiempos de respuesta por carretera se alargan demasiado.
Así empiezan todos los percances que atiende esta unidad de Servicio de Salud que acaba de cumplir 25 años. Salvar vidas es el objetivo de estos profesionales. «Llegamos a los sitios lo antes posible. Una vez allí tenemos que tomar decisiones rápido: realizar un diagnóstico, estabilizar al paciente y llevarlo hasta un hospital al que ya hemos avisado para que estén preparados». Igual de rápido que trabaja explica su labor Lourdes Iriarte, enfermera en la UVI móvil de Vitoria, una veterana del servicio con 18 años en Emergencias.
Ella y su equipo tardan «entre 3 y 5 minutos en llegar a cualquier punto de la ciudad y de 10 a 25 cuando nos desplazamos a algún pueblo». De buscar la ruta más corta se encargan técnicos como Javier Donis. «Pasamos de estar tranquilos en la base a salir corriendo cuando nos activan. Vamos lo más rápido que podemos, pero siempre controlando. Yo voy al volante y los compañeros me ayudan. En los cruces vamos con seis ojos», comenta. Esto no evita poder acabar en un atasco. El resto de vehículos se suelen apartar, aunque en alguna ocasión el embotellamiento es tal que no les queda otra que conducir en dirección contraria o incluso hacerlo por la acera «siempre a poca velocidad y con las señales luminosas y sonoras activadas para evitar cualquier percance».
La labor de estos profesionales no solo es conducir. Colaboran en llevar la camilla y los equipos cuando llegan al lugar –la mochila médica pesa 15 kilos, por 12 de los monitores y cerca de 9 de la botella de oxígeno que se llevan a cualquier intervención– y sirven de apoyo sanitario a la hora de, por ejemplo, dar un masaje cardiaco.
La seguridad es también la premisa en los pilotos del helicóptero de Osakidetza con base en Sondika, equipado como una UVI móvil más. Acumulan muchas horas de vuelo y están entrenados. Cada día, nada más llegar, revisan todo el equipo y un aparato que les permite estar «en apenas 25 minutos en Irún», detalla Diego González, uno de los comandantes de esta aeronave. Últimamente a donde más se desplazan es a Lekeitio, Ondarroa, Bermeo o Carranza, lugares en los que las conexiones por carretera retrasan la llegada de las ambulancias.
Uno de los lugares a los que también acuden, «cada vez más», es a Gaztelugatxe. Su ascenso como enclave turístico también ha hecho que sean más los incidentes que allí suceden. «Recuerdo una persona a la que le dio un infarto junto a la ermita y el piloto fue capaz de dejarnos junto a ella, apoyando un patín en la ladera para que bajásemos a realizar la atención», recuerda Ana Cabezudo, una de las enfermeras de Emergencias.
Tanto el helicóptero como las 89 ambulancias del servicio, once de ellas UVI móviles, tratan de llegar lo más cerca posible del paciente. La aeronave le ha permitido atender de forma rápida a un herido caído en las rocas ubicadas en la parte baja de los acantilados de Bermeo al que llegar rapelando habría llevado mucho tiempo. En otras ocasiones, Ertzaintza, bomberos o Protección Civil han colaborado acercando a los sanitarios hasta el herido en circunstancias como un accidente de montaña cuando el último tramo para llegar a él hay que hacerlo en un todoterreno.
Las 271 personas que trabajan en Emergencias de Osakidetza comparten pasión por su trabajo y heridas. El médico Javier Gil confiesa que a todos se les queda grabadas en las memoria actuaciones que no lograron el objetivo, en especial cuando se trata de un niño. «Siento mucha empatía hacia los pacientes. Son personas que cinco minutos antes de que nos llamasen estaban bien, pero acaban de sufrir un incidente que les puede cambiar el resto de sus vidas y las de sus familias».
«Recibimos más de mil llamadas al día en los tres centros de coordinación que tenemos, uno por territorio». Lo explica Idoia Revilla, responsable de Emergencias en Bizkaia. En 2018 estos avisos se tradujeron en la atención de 390.517 incidentes. Los fines de semana y el invierno, en especial en temporada de gripe, es cuando mayor carga de trabajo acumulan.
Entre las funciones del servicio están también los traslados a enfermos de un hospital a otro. Aquí se incluyen los de niños que son llevados al madrileño de La Paz para ser sometido a algún trasplante.
A nivel laboral, sindicatos como ESK o SATSE destacan las recientes mejoras logradas para los trabajadores tras años de demandas, pero creen que se debe seguir avanzado en esta línea, «que nos reconozcan la peligrosidad» y aumentar la dotación de UVI móviles en Álava.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.