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José Mari Reviriego y diana martínez
Sábado, 17 de julio 2021, 03:15
Los municipios vascos, especialmente los que están inmersos en 'no fiestas' y los más dados a la celebración de botellones, pusieron anoche a prueba la orden del Gobierno vasco para mantenerlos a raya. El Ayuntamiento de Santurtzi, que insistió en que «todo acto festivo está ... cancelado», fue de los primeros en instalar vallas en los espacios públicos donde sus jóvenes acostumbran a celebrar quedadas. Barakaldo optó por reforzar sus patrullas policiales de vigilancia mientras la Ertzaintza patrullaba por el parque de Doña Casilda de Bilbao, en un intento por llevar a la práctica un decreto que ha desbordado la capacidad de actuación de los consistorios. El desconcierto municipal ante el desafío de atajar las aglomeraciones de madrugada obligó ayer al lehendakari a matizarlo.
Va a costar aclarar cómo se puede «impedir» una concentración de personas no convivientes de medianoche a seis de la mañana en playas y parques sin recurrir al toque de queda, como ha conseguido Cantabria y Cataluña, ni aplicar de forma expresa una prohibición para hacerlo. Ante la confusión reinante entre los alcaldes vascos, que se han visto obligados a preparar en tiempo récord policías municipales y precintos para controlar desde anoche sus lugares públicos, el lehendakari intentó matizar el alcance del decreto que dejaba en manos de «ayuntamientos y administraciones competentes la ordenación de dichos espacios», según consta en la orden emanada del último LABI.
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«Lo que se está planteando es que se identifiquen cuáles son los lugares y los horarios de uso y disfrute, siempre que sean lugares en los que se producen aglomeraciones sin guardar las medidas preventivas. Nada más que eso». Ni menos, pensaran muchos regidores.
363 es la tasa de incidencia acumulada de Santurtzi, que trata de atajar sus 'no fiestas'.
Urkullu realizó estas declaraciones tras la reacción de numerosos alcaldes, que denuncian falta de medios materiales y humanos para disolver los botellones, focos de contagio de la población más joven y una práctica muy generalizada en Euskadi en pleno verano y con los lugares de copas cerrados. El jefe del Ejecutivo autonómico dice ahora que el decreto que ha entrado en vigor para evitar reuniones de personas no convivientes en espacios públicos de 00.00 a 6.00 horas no pide a las instancias municipales que controlen las concentraciones sino que «señalen el horario y uso de los mismos que se utilizan para las aglomeraciones sin tomar las medidas preventivas» frente al covid. El alcalde de Sopela, Josu Landaluze, reconoció ayer las dificultades de afrontar el reto, sobre todo cuando afecta a los más jóvenes: «Es complicado dejar en casa a todos los chavales que han terminado la Selectividad».
la matización
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La oposición aprovechó el momento para censurar la gestión del Ejecutivo vasco. «El decreto es un cúmulo de problemas, ya que hasta los propios alcaldes del PNV se revuelven y le piden instrucciones. El lehendakari y su Gobierno se instalan en el desorden», advirtió ayer el líder del PP vasco, Carlos Iturgaiz.
Mientras tanto, el Ayuntamiento de Santurtzi puso en marcha ayer el dispositivo especial para evitar aglomeraciones en sus 'cármenes' que incluye un refuerzo de la seguridad, cierres perimetrales en zonas donde se suele concentrar la ciudadanía y un aumento de cámaras de vigilancia.
Zonas como el conocido parque de las Olas, ubicado junto al puerto, cuentan con vallados perimetrales, aunque por el momento se permite pasear por las mismas. Santurtzi también reforzó el servicio de seguridad gracias a la colaboración entre la Policía Local y la Ertzaintza. Además, se contará también con controladores de espacios públicos, que velarán por el cumplimiento de las medidas. Entre sus tareas está vigilar el aforo en las zonas con mayor número de establecimientos hosteleros, como la calle Itsasalde, así como en los entornos en los que habitualmente se concentran una mayor cantidad de personas, como son el parque y el puerto.
La alcaldesa marinera, Aintzane Urkijo, hizo ayer un llamamiento a la responsabilidad y recalcó que sólo se han programado «actos culturales». «Debemos seguir siendo prudentes para no echar todo por la borda», pidió.
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