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Ucranianos encuentran empleo en Euskadi: «Traje mis herramientas en la maleta»

Ucranianos encuentran empleo en Euskadi: «Traje mis herramientas en la maleta»

Natalia, Olena, Hanna, Renata, Mykyta y Tatiana son seis de los aproximadamente un centenar de refugiados que han logrado un trabajo tras huir de la guerra

Domingo, 15 de mayo 2022, 01:23

Encontrar un trabajo es uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los ucranianos refugiados. No es fácil si tienen un estatus temporal y el idioma es la principal barrera. Algunos, pocos, hablan inglés pero no es suficiente, falta el castellano a un nivel de conversación, que se requiere incluso para empleos 'sencillos'. De los 50.000 ucranianos adultos en edad de trabajar que han llegado a España, 20.000 ya se han inscrito en la Seguridad Social y más de 1.800 tienen en estos momentos una ocupación remunerada. Según las estimaciones de las distintas asociaciones de acogida, en el País Vasco, estos serían unos cien de entre los 3.000 que han tramitado su regularización. Seis de ellos, Natalia, Olena, Hanna, Renata, Mykyta y Tatiana cuentan su experiencia.

  1. Natalia Hortovliuk | Peluquera canina en Elis Peluquería Canina

    «Me encantaría poder hablar con ella»

Vídeo. Natalia tenía con su marido una veterinaria y una peluquería canina. Él mantiene abierta la clínica y ella está aquí con sus dos hijos adolescentes. Trabaja 20 horas a la semana. yvonne iturgaiz

Beatriz Fernández ha cogido a Natalia Hortovliuk a media jornada. «Se nota que controla, ella tenía un negocio igual allí»

Natalia Hortovliuk tenía su propia peluquería canina y veterinaria en Fastiv, Grooming Studio. Ahora mantiene el negocio de veterinaria su marido, mientras ella permanece en Euskadi con la hermana de su marido, Natalia, asentada aquí desde hace años. «Somos tres personas que tenemos que vivir, comer y comprarnos ropa, calzado», advierte al hablar de ella y sus hijos. Fue Natalia la que se presentó un día en el negocio que Beatriz Fernández, Elis Peluquería Canina, tiene en Eibar y la presentó. «No tenemos una conversación, sencillamente porque los idiomas son tan distintos que de momento es prácticamente imposible, pero ella controla el trabajo y nos entendemos bien. Le he hecho un contrato a media jornada hasta agosto, que es cuando cierro para coger vacaciones. Me ha contado algunas cosas, por ejemplo, que cayeron dos bombas en la estación de tren de su ciudad, y que allí no hay caniches, cuando aquí es una raza que está muy de moda», indica Beatriz Fernández. «Para mí es ideal, vive cerca y está disponible. A mí me da igual de dónde proceda, el año pasado tuve a una chica venezolana. '¿Tienes chica nueva?', me pregunta la gente. Es verdad que cuesta. Esto es como cuando vas a la peluquería y te gusta que te peine siempre la misma peluquera, pues con los animales pasa lo mismo, así que Natalia de momento me ayuda a bañar a los animales y en el día a día, estoy contenta. El otro día le traje un postre gallego que suelo hacer, las chulas de calabaza, y me dijo que estaban muy ricas», comenta Beatriz.

Dos hijos adolescentes

Natalia tiene dos hijos de 12 y 14 años, «una edad complicada para vivir estas circunstancias. No tienen aquí a sus amigos ni a nadie, las clases online son cansinas...». Llegaron hasta el País Vasco «con unas mochilitas» y viven con lo que les proporcionan sus familiares en Euskadi. Se ha dado cuenta de que aquí las mascotas llevan el pelo «más natural» y «no tan corto y sofisticado» como en Ucrania. «Aquí a Eibar sólo venía de vacaciones, pero esto no es lo mismo, claro, estoy acostumbrándome a todo y el ánimo es otro. Sé que mi familia en Ucrania está a salvo y que mi marido atiende a los animales que la gente le lleva desde Kiev. La clínica está llena. En mente tengo volver, pero veremos qué sucede. Con Beatriz no tengo queja, es muy profesional y buena jefa».

  1. Olena Shvindina | Esteticien en Susana Estetika Etxea

    «Traje mis herramientas en la maleta»

Vídeo. La llegada de Olena a Gernika ha generado expectación, «hay quien va a hacerse las uñas por ella». ignacio pérez

Esteticién de profesión, lleva un mes empleada en Gernika. «Ahora tengo también clientas rusas», dice Susana Heras, la dueña del negocio

Olena Shvindina, 37 años, natural de la región de Zaporiyia, bombardeada esta misma semana, llega a Euskadi a primeros de abril en autobús en compañía de su marido, que en el momento de estallar la guerra estaba trabajando en Polonia. Con ellos, una prima de Olena y su hija. Han pasado un tiempo alojados con una familia de Ereño y ahora están con otra de Muxika. Olena ha emprendido la búsqueda de un piso de alquiler en Gernika para vivir con su marido, donde Olena ha conseguido un buen trabajo. Susana Heras, propietaria de un centro especializado en medicina estética y cosmética, le ha hecho un contrato indefinido.

Ella tenía su propio negocio de estética y tatuajes en su ciudad de origen. «Me hablaron de ella y dije, tráemela. Yo iba a empezar a hacer una micropigmentación de labios y le pedí a ella que la hiciera. Enseguida vi que tenía maña y estilo. Me la quedo, pensé», arranca Susana Heras, la dueña. «Ella es una gran profesional, aunque tenemos un pequeño problema con el idioma, pero el móvil y el traductor de Google nos están ayudando. Ya entiende algo, ha aprendido bastante castellano con nosotras y acude a clases de idioma todos los días. Yo necesitaba una esteticién y me vino al pelo, tres días antes de conocerla les dije a las compañeras, a lo mejor llega alguna chica de nuestro perfil ucraniana, y mire, aquí la tenía 72 horas después, un milagro», subraya Heras.

Al salir de su país, Olena tenía claro que quería trabajar. «En la maleta metí un poco de ropa y todas mis herramientas de trabajo. Mi padre y mi madre, mi hermana, mi sobrina y mi perro siguen allí. No pudieron irse porque mi sobrina trabaja en la policía», revela. En Ucrania Olena hacía sobre todo manicura, pedicuras y tatuajes. «Hay clientas rusas que están viniendo al saber que estaba ella aquí, porque ella habla perfectamente ruso. Hay mucha gente además que sabe de su situación y que nunca se ha hecho las manos pero viene expresamente a hacérselas por ella», explica Susana Heras, que no oculta su «enfado» con las Administraciones. «Se está prometiendo mucha ayuda a esta gente y no la hay. Les traen y luego es un 'búscate la vida'», considera. Dani Zabala, la persona que la tiene acogida en su casa en Muxika no tiene sino palabras buenas para Olena y su marido. «No pierden oportunidad de echar una mano en casa», indica. «Hay una cosa que se llama dignidad y ellos la tienen», señala Heras.

  1. Hanna Slipushenko y Renata Kovalova | Limpiadoras en San Mamés

    «Allí ya no tengo casa ni alumnos»

Vídeo. Renata Kovalova empieza mañana porque Hanna Slipushenko se traslada a Valladolid. Ainhoa Gorriz

Hanna Slipushenko, profesora de contabilidad en la universidad de Economía de Jarcov, y Renata Kovalova sacan lustre a San Mamés

Hanna Slipushenko, profesora de contabilidad en la Universidad Nacional de Economía de Jarcov y madre de dos hijos que acuden al colegio Pureza de María de Bilbao acude a clases de español en la Fundación Ellacuría, en Bilbao, por las mañanas y los días de partido en San Mamés, se ha dedicado a hacer labores de limpieza en el estadio durante siete horas por las tardes. El contrato se lo ha hecho Ilunion Facility Services, grupo empresarial al que pertenece el hotel que la ha acogido desde su llegada. Pronto partirá hacia Valladolid, donde una amistad le ha prometido un trabajo más consistente, y en su lugar en San Mamés entrará Renata Kovalova, una compatriota a quien ha conocido en el Hotel Ilunion de Bilbao. «En Jarcov no tengo casa, está destruida, ni trabajo. De mis alumnos no sé nada, de mis compañeros sólo que están dispersos por Europa. Mi marido sigue allí en labores de voluntariado y yo tengo que conseguir un sueldo para llegar a fin de mes, es lo que hay que hacer, trabajar, sobre todo ahora que los niños están escolarizados», señala Hanna. Su objetivo es poder salir del programa de ayuda del Ministerio de Inclusión, pero valerse por sí misma le resulta en estos momentos inviable.

«Asumir si no hay opción»

En parecida situación está Renata Kovalova, que tiene un año menos, 35, y dos niños pequeños, uno de ellos aún va en carrito. Renata trae consigo una experiencia de once años trabajando en un banco de Kiev que de momento no le está sirviendo gran cosa, ni pena que le da. «Es bastante fácil asumir una situación cuando sabes que no hay otra opción». Esta mujer también tiene experiencia como secretaria en un colegio. Habla inglés, además de ruso y ucraniano. «Ella es de las que más habla español, se le dan bien los idiomas», indica Lara Rodríguez, responsable de gestión del talento de Ilunion Facility mientras le tiende el contrato con el que empezará el lunes en San Mamés. Con sus hijos y su madre vivió cinco días en un búnker antes de salir de Ucrania, «aquello no era vivir, el futuro hay que encontrarlo en otro sitio mientras nada cambie», opina.

  1. Mykyta Sheludchenko | Peón en la serrería Hiru Egurrak

    «Trabajar es mejor que ponerse a pensar en todo»

Vídeo. Mykyta Sheludchenko es uno más en la serrería Hiru Egurrak. pankra nieto

Pasar casi de la noche a la mañana de arreglar ordenadores a fabricar palés de madera no entraba ni por lo más remoto en los planes de Mykyta Sheludchenko, pero así lo ha querido el destino de este hombre de 37 años que lleva dos semanas trabajando en la serrería Hiru Egurrak de Zugastieta, en Muxika. «Mi especialidad eran los ordenadores portátiles estropeados, había descubierto la manera de quitarles el polvo de sus entrañas y la causa de su mal funcionamiento, trabajaba para una empresa próspera», indica con las manos y la ropa cubiertas de serrín.

Una vez obtenido su número de identificación extranjero (NIE), con el que puede hacer ya cualquier trámite, Sheludchenko se apuntó a una empresa de Trabajo Temporal de Gernika, a través de la cual ha obtenido este empleo, con el que está muy agradecido. «No me tiene que agradecer nada, yo necesito gente y este es un trabajo donde es difícil encontrar a peones con ganas de trabajar. El chaval ha aprendido muy rápido, es increíble, no todo el mundo lo hace», mantiene José Jorge, uno de los socios propietarios del aserradero ubicado junto a la vía del tren. Mykyta trabaja a jornada completa, ocho horas al día cinco días a la semana.

«Mientras haya trabajo estará, si él quiere y si tiene ganas de currar. Le di algunas indicaciones y enseguida lo entendió. No me hace falta el idioma. Aquí tengo a bolivianos, un argentino, un hondureño, un nicaragüense, dos españoles... Este es un negocio pobre y es lo que hay». 'Qué años tienes?', le pregunta Jorge en medio del ruido ensordecedor de la máquina de clavos. '37', responde rápidamente Mykyta. «Mejor traductor si hay muchas preguntas», añade. «Es mejor trabajar que sentarse sin hacer nada y ponerse a pensar. Tengo a mi padre y a mi madre en Ucrania y me gustaría ayudarles económicamente en la medida de lo posible, porque ahora hay una oportunidad para ellos para comprar productos, mientras consigo reunir el dinero necesario para la fianza de un alquiler aquí», apunta. Chapurrea bastante castellano. «Me ayuda la familia que me acoge y he ido a clases en la Cruz Roja y en Gernika. Estoy muy agradecido al País Vasco».

  1. Tatiana Kovalova | Limpiadora en el BBVA

    «A mis 67 años me he hecho directora de la limpieza de un banco», bromea

Vídeo. «Tengo ganas de aprender una nueva profesión». ainhoa gorriz

Tatiana Kovalova, alojada en el Hotel Ilunion ubicado en la calle Rodríguez Arias de Bilbao, sólo tiene una cosa en mente para ponerse a trabajar a sus 67 años y a miles de kilómetros de su hasta ahora apacible vida en Ucrania: «Mis nietos, por un futuro para ellos, por ellos». En Kiev trabajaba en la escuela Kateryna Bilocur de profesora y conserje y ahora la ha contratado Limpiezas Ilunion para limpiar una oficina en el BBVA. «Ahora soy la directora de limpieza del banco, si no hay limpieza en el banco no hay orden», bromea. Su trabajo es tan minucioso que están encantados con ella.

«Tengo ganas de seguir viviendo y tener una rutina de trabajo, conocer a gente y seguir adelante. Quiero aprender español y ampliar mis aptitudes profesionales. Me gusta ver los dibujos animados, aprendo mucho español con ello. Aquí estoy con mi hija y mis dos nietos. Allí se han quedado mi marido y mi yerno, de guardia en el colegio. Los alumnos se han marchado, pero están cogiendo solicitudes de matrícula para el curso que viene, aunque no sabemos si va a abrirse en septiembre, como tampoco sabemos si este verano va a organizarse el examen de selectividad para los que van a ir a la universidad», explica. La pasión de Tatiana Kovalova es la lectura. «Si es un libro fácil en español puedo intentarlo», asegura.

Tatiana mira con sus ojos azules cuando habla y siempre tiene una sonrisa en la boca. «No hay nada peor que una guerra. Hay que sonreír y tomar la vida como viene. Esperando que todos tengamos paz y salud», termina.

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