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Miguel lorenci
Viernes, 22 de noviembre 2019, 01:17
Tres mil años después de su muerte y a casi un siglo del descubrimiento de su tumba, la fiebre por Tutankamón no cede. Todo lo que atañe al enigmático faraón niño levanta pasiones. Un fenómeno que explota la muestra 'Tutankhamón: la tumba y sus ... tesoros' que recala de nuevo en España, ampliada y mejorada, un decenio después. Permite ver la tumba del faraón tal como la encontró Howard Carter y disfrutar en detalle de un millar largo de los valiosos objetos arracimados en las cámaras funerarias en réplicas de excepcional calidad y exactitud.
La pieza estelar es la máscara dorada del último faraón de la XVIII dinastía. Una inquietante maravilla de once kilos de oro macizo replicada con tal exactitud por los artesanos egipcios que los aduaneros dudaron de si se trataba de la original. «Cuando salía de Egipto los funcionarios llamaron al Museo de El Cairo para asegurarse de que la auténtica seguía allí», cuenta divertido Wolfgang Wettengel, egiptólogo alemán y artífice de esta muestra, en cartel en el Espacio 5.1 de Ifema, en Madrid, hasta abril.
Es un festín para los amantes del Antiguo Egipto, que tienen la rara oportunidad de meterse en la piel de Carter y revivir las emociones del arqueólogo británico desde que se excavó el primer escalón de la tumba, el 4 de noviembre de 1922, hasta que horadó la pared de la primera cámara e iluminó con una vela tesoros intactos durante tres milenios. «¡Veo cosas maravillosas!», exclamó Carter el 26 de noviembre al atisbar a través de un orificio la antecámara de la tumba de Tutankamón, fallecido el año 1323 anterior a nuestra era, quizá por una infección de rodilla causada por un accidente, quizá asesinado.
Su máscara -aquí de cobre dorado- atrae como un imán. Pero no menos que las reproducciones del sarcófago de oro de más de cien kilos, del de piedras preciosas, de su momia, su trono, los vasos canopos con sus vísceras, la infinitud de joyas, muebles, enseres -hasta 160 bastones-, armas y carros. Un fascinante ajuar para asegurar un feliz viaje al más allá bajo la protección de Anubis milagrosamente salvaguardado por el tiempo.
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