Tres mayores vacunados se contagian en un brote en una residencia de Álava

La historia se repite en este centro de la calle Nieves Cano que a finales de junio comunicó veinte positivos. Se trataba de trece internos -sobre todo con problemas psicogeriátricos- y siete empleados, entre los que se incluían dos estudiantes en prácticas que, precisamente, eran las únicas que no habían recibido la pauta completa de vacunación pero que habían dado negativo en todas las PCR que se les habían realizado. Todo el mundo aguantó asintomático salvo un hombre que, pese a recibir las dos dosis de Pfizer, falleció hace un mes en el Hospital Universitario de Álava (HUA). Las autoridades sanitarias dieron por controlada la situación a principios de julio y el día 6 ya no había ningún caso activo entre los usuarios de las residencias de Álava.

Desde entonces, y testigos de cómo crecía la ola en el exterior, la dirección de Albertia ordenó a su personal el uso de dos mascarillas a la vez para reducir al máximo la posible transmisión. «Cuando observas cómo se multiplican los contagios en el exterior es como un ruido de sables y te armas para lo que pueda suceder. Nosotros habíamos extremado la precaución», confiesa a este periódico Josu Alda, responsable de los tres centros que el grupo Albertia tiene en Vitoria (en Nieves Cano, Vicente Goicoechea y Manuel Iradier), quien asegura desconocer el origen exacto de este nuevo brote.

«Estas situaciones se pueden producir cuando hay una incidencia importante del virus en el conjunto de la sociedad», defendió ayer el diputado general, Ramiro González. Por esa razón, los geriátricos no bajan la guardia. El caso más evidente ha sido un usuario del centro foral Ajuria que dio positivo en una prueba PCR y en la segunda dio negativo, ante esa falta de certidumbre se le realizaron diversos exámenes hasta que definitivamente se ha certificado que es negativo y, por lo tanto, ha abandonado el aislamiento preventivo en el que ha permanecido durante casi una semana.

La pandemia ha supuesto un durísimo escarmiento para este tipo de equipamientos con 189 muertos, de los que 140 fueron entre marzo y junio de 2020. Por eso, se dispone de estrictos protocolos de seguridad y control para evitar que esa situación se repita. La inmensa mayoría de sus usuarios están vacunados desde febrero, por lo que se confía en que disminuya el posible impacto de nuevas olas.