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AIENDE S. JIMÉNEZ
Domingo, 25 de diciembre 2022, 11:24
La llaman la esclavitud moderna, del siglo XXI. La trata de seres humanos, en concreto la explotación sexual de personas, es una lacra que la Ertzaintza trata de combatir con investigación y prevención entre las mujeres que la ejercen. Desde 2018 lo hace de una manera más especializada, después de constatar que era una materia pendiente. Según los datos que maneja el Departamento vasco de Seguridad, se calcula que en Euskadi hay cerca de 1.100 mujeres ejerciendo la prostitución, casi la mitad en Bizkaia y un 37% en Gipuzkoa, donde hay una característica diferencial, y es que la prostitución no se ejerce en la calle (salvo residualmente en la zona fronteriza en Irun). A los clubes les ha salido desde hace años la competencia de los pisos particulares en los que trabajan varias chicas. Además, todo el contacto se realiza a través de internet, y la mayor parte de la actividad se concentra en la capital, San Sebastián.
En 2016 se realizó un proyecto piloto en Irun que permitió hacer una fotografía de la prostitución en el territorio y que después llevó a implantar un plan estratégico contra la trata de seres humanos en Euskadi. «No pretendemos estigmatizar ni social ni personalmente a las personas que ejercen la prostitución, sino atajar los supuestos ilegales», explica Maddi Irazusta, miembro de la mesa estable de la trata de seres humanos de la Ertzaintza en Gipuzkoa.
De toda la información que aún siguen extrayendo han detectado tres tipos de explotadores, con un 'modus operandi' diferente según su nacionalidad: los que ofrecen falsos contratos de trabajo en Sudamérica, los 'lover boys' de Europa del Este y los nigerianos que utilizan el vudú.
Uno de las formas más comunes de captación de víctimas de trata es el que se realiza con mujeres de origen sudamericano. Personas cercanas, a las que conocen y que están «bien vistas» en la comunidad, contactan con ellas y les ofrecen un trabajo en Euskadi o en otras comunidades, que suele ser de cuidadora de personas mayores o de limpiadora. Muchas lo aceptan, deseosas de emprender una nueva vida y de poder ofrecer un futuro mejor a sus familias, a las que dejan en sus países. Sin embargo, al llegar a su destino, ese trabajo prometido no existe. Lo que encuentran es una deuda contraída por el billete de avión que costean los explotadores, y que empieza a engordar en cuanto pisan suelo español, ya que estos mismos les sufragan los gastos de vivienda o de comida... Hasta que esa deuda de vuelve «impagable».
Así es como les obligan a trabajar para ellos ejerciendo la prostitución, bajo la amenaza de hacer daño a sus familias. «La víctima sabe que el captor conoce a su familia, y ellos juegan con eso. Les dicen: 'Si no lo haces tú, lo hará tu hija, o tu hermana'. También las amenazan con contar a sus familias lo que están haciendo», explica Maddi Irazusta.
Para mantener el engaño, les dejan enviar algo de dinero a sus familias en sus países, para así «mantener la imagen de que están trabajando aquí». La gran mayoría de las mujeres que ejercen la prostitución en Euskadi son nacidas en Centro y Sudamérica.
Otro tipo de captador que se ha detectado en Euskadi y Gipuzkoa es el conocido como 'lover boy', que tiene un 'modus operandi' mucho más sutil. Son hombres de Europa del Este que captan a mujeres de sus propios países, bajo una falsa relación de amor. Así, las 'enamoran' y mantienen con ellas una aparente relación de pareja. «Él no trabaja, y ante las necesidades económicas que se les presentan, ella empieza a ejercer la prostitución», y lo hace por voluntad propia, o eso es lo que cree, porque realmente está siendo coaccionada por su pareja. «En muchos casos tienen hasta dos mujeres a las que obligan a prostituirse, sin que ellas sean conscientes», explica Irazusta.
La Ertzaintza ha solido llegar a ver cómo el 'lover boy' lleva a su mujer al club donde trabaja como prostituta, y cuando termina la jornada regresa para recogerla. «Él hace uso de ella, conscientemente 'la enamora' y ella le da sustento mediante la prostitución».
La magia negra está detrás del tercer explotador sexual más común que se detecta en el País Vasco y todo tiene su origen en Nigeria. Para las mujeres nigerianas el vudú es como una religión. Los captadores les ofrecen venir a España a trabajar y les someten a un ritual en el que juran obediencia. «Es como un pacto de sangre y ellas creen en ello firmemente», explica la agente de la Ertzaintza. En algunos casos llegan a utilizar su pelo, o sus uñas, en el ritual. En la mayoría de casos el viaje lo hacen en patera y tienen que atravesar varios desiertos y fronteras, un viaje en el que ya son agredidas sexualmente.
Cuando llegan a la península, con la promesa de una vida mejor, se ven obligadas a prostituirse, y lo hacen por ese miedo de incumplir el juramento. «Una de las víctimas que detectamos estaba tan afectada que, tras ser liberada, fue necesario contactar con un religioso y realizar un acto para neutralizar ese vudú y que pudiera sentirse bien», explica Maddi Irazusta.
Se trata de un 'modus operandi' que también se da en otras comunidades autónomas. Hace solo unos meses el Tribunal Supremo confirmó la condena a una red de trata de mujeres nigerianas en Cantabria con conexión en Euskadi, a los que castigaron con penas entre 14 y 28 años. Este grupo traía a las mujeres a España con falsas promesas de trabajo y las obligaba a prostituirse tras hacer un rito vudú en el que juraban obediencia.
En la detección del delito de trata, además de la investigación policial, son fundamentales tanto las propias mujeres que ejercen la prostitución, quienes alertan a la Ertzaintza si ven algún hecho delictivo y también les informan de donde se instalan nuevos pisos, como la colaboración ciudadana. «Es un delito muy complicado de detectar, y por eso es importante la información que nos llega de vecinos de esos pisos y de los propios clientes», explica Irazusta. Recientemente recibieron la llamada de un hombre que había contratado los servicios de una mujer, «pero nos alertó porque le había parecido muy joven».
Otro ciudadano les alertó de que pensaba que una mujer estaba siendo tratada, «y lo comprobamos. Son llamadas que nos vienen muy bien», reconoce la agente, que recuerda que en casos urgentes «siempre hay que ponerse en contacto con el 112». Si hay alguna sospecha o información, puede llamar al teléfono 677 999 555, o bien enviar un mail a 'tshumanos@ertzaintza.eus'.
La Policía vasca ha detenido o investigado a 72 explotadores que obligaban a personas a ejercer la prostitución
AIENDE S. JIMÉNEZ
Aunque el plan estratégico contra la trata de seres humanos de la Ertzaintza se puso en marcha en 2018, la Policía autonómica vasca lleva años luchando contra esta actividad delictiva, que ha permitido liberar a 65 víctimas desde el año 2010. De esas operaciones han resultado investigadas o detenidas 72 personas que obligaban a terceros a ejercer la prostitución.
El plan se centra principalmente en la prevención del delito. Para ello los agentes rastrean diferentes webs y se hacen pasar por clientes para localizar pisos de prostitución, a los que después acuden para realizar una inspección. Allí observan posibles indicadores de que las mujeres pueden estar siendo explotadas: «Si tienen libertad de movimientos, si pueden salir solas del piso, si tienen un horario, si su documentación y dinero lo manejan ellas, si la persona responsable es la única que habla, y piden permiso para hablar...». Si observan más de uno de estos indicadores señalan el piso como PIP (punto de interés policial), y hacen un seguimiento más exhaustivo. «Afortunadamente la mayoría quedan en nada, pero nunca nos quedamos con la duda», explica Maddi Irazusta, que apunta que en caso de detectar signos evidentes de trata se interviene de inmediato, «porque lo primero es liberar a la víctima». En lo que va de año en Gipuzkoa se ha liberado a una persona que estaba siendo explotada sexualmente.
La barrera del idioma
En esas visitas tratan de hablar con las mujeres, aunque se encuentran con varios obstáculos. El primero el del idioma, ya que casi la totalidad son extranjeras. Por ello los dípticos informativos que reparten están hasta en 8 lenguas, entre ellas el chino. El segundo es el silencio. «No todas quieren hablar, porque aquí la policía cumple la ley, pero en sus países no es así, hay mucha corrupción y desconfían. Tenemos que ir ganándonos su confianza», explica la agente. Por suerte, asegura que han conseguido «visibilizar a la Ertzain-tza en los pisos donde se ejerce prostitución en Gipuzkoa y saben que estamos para ayudar».
MAPA DE LA PROSTITUCIÓN EN EUSKADI
Bizkaia 468
Gipuzkoa 377
Araba 214
Cada comisaría tiene un grupo especializado en TSH (trata de seres humanos), quienes reciben formación en la materia y una sensibilización hacia el delito, y ese grupo da a conocer el plan entre el resto de sus compañeros, «de manera que si surge una actuación que se identifica como trata se deriva al grupo. Es una doble labor de sensibilización y de detección que nos ha venido muy bien», asegura la ertzaina, quien reclama una «sensibilización» en la materia «de toda la sociedad».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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