«Me amenazaron con hacer daño a mi familia si no me tragaba 116 bellotas de cocaína»

Según acusa la Fiscalía, los hechos ocurrieron a finales de 2021. La Ertzaintza tuvo que acudir a la AP-8, donde un autobús que circulaba en sentido Bilbao tuvo que detener su marcha a la altura de Orio por la actitud «alterada y peligrosa» de uno de los pasajeros. El hombre terminó saliendo al exterior y «se puso a correr por uno de los carriles del vía», según informó el departamento de Seguridad. El varón fue trasladado a comisaría y debido a su comportamiento se solicitó una ambulancia psiquiátrica, que le trasladó hasta el Hospital Donostia para su valoración. Cuando fue detenido entre sus pertenencias hallaron 760,20 euros.

Una vez en el hospital detectaron numerosos objetos en el interior de su cuerpo. Primero se intentó que las expulsara de forma natural, pero al no ser posible, fue operado y en el interior de su cuerpo encontraron 116 bellotas. Una vez analizada la sustancia que contenían, se comprobó que era cocaína en una riqueza del 96%, con un peso total de 1,49 kilos, que si se hubiesen vendido por gramos habrían alcanzado un valor en el mercado ilícito de 184.940,27 euros.

El acusado durante el juicio que se ha celebrado esta mañana en la Audiencia de Gipuzkoa, ha explicado que él vivía en Fuenlabrada y que tenía una situación económica precaria. Hacía pequeños trabajos y el dinero que ganaba lo enviaba a Nigeria para sus tres hijos. En noviembre un hombre le contactó para transportar un coche desde Francia hasta Madrid, trabajo por el que le iban a pagar 800 euros. El varón se trasladó hasta París, donde se reunió con dos personas para llevar a cabo el negocio.

Sin embargo, ha explicado que al día siguiente le dijeron que el coche que iba a transportar había sido vendido por su propietario. «Tuvimos una discusión y me dieron un golpe en el hombro. Uno de ellos sacó una pistola y me dijo que me calmara», ha explicado, y que le dijeron que le iban a pagar el dinero acordado, «pero que no se podía ir con las manos vacías». En ese momento sacaron la droga «y me dijeron que tenía que llevarla a Madrid y que tenía que tragármela. Si no lo hacía me iban a hacer algo a mí o a mi familia. Podían haberme matado y nadie se enteraría», ha señalado.

El hombre ha asegurado que le costó mucho ingerirlas, que vomitaba continuamente y que sudaba mucho. «Me llevaron a la estación de autobuses, compré el billete y me dijeron que no hiciera cosas raras, que conocían a mi familia», ha insistido.

Por estos hechos, además de los 7 años de prisión, la Fiscalía de Gipuzkoa solicita el pago de una multa de 80.000 euros. La defensa ha solicitado que se aplique una atenuante de necesidad, por la situación precaria que tenía el acusado cuando cometió los hechos, si bien la Fiscalía la ha descartado y ha señalado que no se han aportado pruebas que demuestren esa mala situación económica «más allá de su propio testimonio».

La defensa ha pedido la absolución del acusado, al considerar que fue víctima de una «organización que se aprovechó de su situación de pobreza», y que le obligaron a ingerir la droga «bajo una violencia extrema, haciéndole comer arroz para asentar el estómago y haciéndole tragarse su propio vómito». En este sentido su letrada ha asegurado que esto «casi le cuesta la vida» y que su representado fue «víctima de trata».