Droga incautada por la Guardia Civil durante el confinamiento. EFE

El tráfico de droga se reinventa en tiempos de confinamiento

El estado de alarma ha obligado a los 'camellos' a idear nuevas técnicas: falsos reparto de comida y medicamentos, 'menudeo' en terrazas, aparcamientos, autobuses y hasta estupefacientes ocultos en pañales de bebés

I. Ugalde | S. Ortega

Domingo, 19 de abril 2020

El confinamiento decretado desde el pasado 14 de marzo por el coronavirus ha obligado a idear nuevas técnicas y fórmulas para el 'menudeo' de la droga. Hacerse pasar por repartidor de comida a domicilio, alquilar una furgoneta, contratar un VTC, aprovechar la terraza ... de la vivienda o el paseo con el perro han sido algunas de las maneras más recurrentes que han puesto en práctica los 'camellos' en las últimas semanas para pasar desapercibidos, pero no siempre lo consiguen.

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Las actuaciones de las fuerzas de seguridad en estas cinco semanas de confinamiento han revelado un importante número de ciudadanos que portaban droga en cantidad superior a la permitida para consumo propio. Así lo han podido constatar los agentes cuando han interceptado e interrogado a estos individuos sobre los motivos por los cuales se encontraban en la calle. Y es que son los 'camellos' los que más se están saltando el estado de alarma para hacer llegar a sus clientes la 'mercancía'.

Las excusas que han alegado los portadores de drogas a las fuerzas de seguridad para justificar su presencia en la calle o en el coche son múltiples y diversas, desde ir a llevar comida a sus abuelos, visitar a su novia porque la echaba mucho de menos, comprar medicamentos y hasta repartir sustrato para plantas. Explicaciones que, evidentemente, no han convencido a los agentes y han dejado más de un día a muchos consumidores sin su dosis.

Una de las anécdotas más curiosas se produjo a principios de este mes, cuando miembros de la Policía Nacional arrestaron en Valencia y Alicante a tres jóvenes que simulaban ser repartidores de comida pero en realidad se dedicaban a entregar cocaína y marihuana a domicilio. A fin de pasar inadvertidos, llevaban maletas idénticas a las utilizadas por las empresas de reparto, donde escondían la droga.

Este mismo cuerpo arrestó el día 16 en la localidad madrileña de Leganés a otro falso repartidor de comida. Hablaba con el móvil mientras conducía y por eso fue interceptado. Su nerviosismo le delató y los agentes descubrieron entonces que no eran precisamente alimentos lo que distribuía, sino cocaína.

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Paquetes sospechosos

La supuesta entrega de productos farmacéuticos ha sido otro de los métodos ideados por los pequeños narcos para enviar droga a domicilio. Así lo ha podido comprobar también este mes la Policía Municipal de Madrid, que interceptó dos envíos gracias a la colaboración de los repartidores. Uno de estos trabajadores observó que el paquete que transportaba no coincidía con la especificación del envío, lo abrió y descubrió un envase de cacao con droga sintética. Otro repartidor llevaba una caja de omeprazol con metanfetamina.

También este mes, un hombre de Badalona (Barcelona) contrató el servicio de la empresa de mensajería Glovo para enviar 20 gramos de cocaína desde esa localidad hasta un domicilio de L'Hospitalet de Llobregat. Fue detenido por la Guardia Urbana. Algo similar ocurrió el pasado 9 de abril en Bilbao, cuando la Policía Local de Bilbao decomisó dos tabletas de hachís en un envío realizado por Glovo. El ciclista repartidor había recibido un encargo en su móvil para recoger un paquete, que contenía supuestamente un CD y varias películas. Sin embargo, sospechó de inmediato al notar al tacto un bulto extraño y ver que el paquete pesaba demasiado. Tras consultar con sus responsables, fue autorizado a abrir el envoltorio y fue así como descubrió el verdadero contenido: hachís.

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Paralelamente, vestido con ropa profesional y a bordo de una motocicleta, otro falso repartidor de comida entregó en Barberà del Vallès (Barcelona) a una mujer en el portal un paquete de tabaco a cambio de 60 euros. Era cocaína. Con comodidad quería repartir droga un hombre de 35 años, que contrató en Madrid el servicio de vehículos de transporte con conductor (VTC) para ir distribuyendo marihuana a sus clientes del barrio de Fuencarral, como él mismo reconoció.

Más incómodo, porque tenía que conducir, traficaba con marihuana un hombre en el distrito madrileño de Puente de Vallecas. Había alquilado una furgoneta para ello e intentó despistar a los agentes diciéndoles que volvía de distribuir sustrato para plantas. No coló.

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Droga en terrazas y autobuses

Vender droga sin moverse de casa. Esa era la pretensión de un joven de 22 años de Guadalix (Granada), que había montado su punto de venta en la terraza de su edificio. Pero una pelea con su hermano, de la que alertaron los vecinos, le descubrió. La Guardia Civil y la Policía Local le detuvieron. Ya tenía antecedentes en este tinglado de la droga. En Cantabria, por su parte, un menor de 15 años quería hacer su particular agosto en plena pandemia en los autobuses de Pedreña, donde intentaba 'colocar' marihuana.

También ha quedado demostrado que los aparcamientos comunitarios no son el mejor sitio para llevar a cabo las transacciones de droga. En uno de Cambrils (Tarragona) pillaron los Mossos d'Esquadra a un hombre que vendía marihuana y estaba con otras dos personas que habían roto el confinamiento. Precisamente, en la parte trasera de un aparcamiento de la localidad alicantina de Novelda localizó la Guardia Civil a dos hombres que estaban traficando con medio kilo de marihuana. Ya en el registro de la vivienda, los agentes se incautaron de 558 plantas de cannabis y 8 kilogramos de cogollos de marihuana, que habrían alcanzado en el mercado un valor de 300.000 euros.

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Otro alarde de creatividad que tampoco salió bien parado fue el de ocultar la droga en los pañales de un bebé. Así lo hizo una pareja de Pozoblanco (Córdoba), un hombre de 20 años y una mujer de 18 años. Ambos se habían saltado el confinamiento y viajaban con el recién nacido en un vehículo que fue interceptado por la Guardia Civil. Dijeron que habían salido a comprar medicamentos en una farmacia y aportaron un certificado de un centro médico, pero finalmente la joven admitió que ocultaban estupefacientes en el interior del pañal.

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