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Carmen Nevot
Miércoles, 27 de septiembre 2023, 08:14
La indignación de las familias, tras el último episodio de este pasado viernes cuando se hallaron gusanos en el menú escolar de diez colegios de La Rioja, va en aumento porque, dicen, no es la primera vez que sirven comida en mal estado. Las quejas ... se suceden desde 2014. Ese primer año se hallaron larvas de gorgojo en el comedor escolar del colegio de Navarrete. A esta le siguieron varias denuncias públicas de los padres que concluyeron con las correspondientes multas a la adjudicataria.
El pasado año, la misma empresa, Serunión, sirvió tortillas verdes a varios colegios de la región. Entre ellos el CEIP Eladio del Campo de Murillo de Río Leza. Afortundamente, asegura una madre, se retiraron a tiempo gracias a que el personal que está en los coles estuvo pendiente.
En una carta remitida a este diario este mismo martes una mujer quería transmitir su «profundo pesar como madre trabajadora que tiene que dejar a sus hijos en el comedor todos los días».
En su misiva, tilda de «rotundamente falso» que esto sea un caso puntual y aislado. «El año pasado mis hijos fueron de los que vieron las tortillas verdes en sus platos, gracias a la gente que les cuida del comedor detectaron que algo estaba pasando en esa comida y se las retiraron a tiempo».
La semana pasada, detalla, su hija de cinco años salió del comedor diciendo que le había tocado una tortilla verde y que se la había retirado la cuidadora del comedor y esta misma mañana «me he despedido de mis hijos advirtiéndoles e intentando explicarles la diferencia entre comida en mal estado y comida que les guste».
Tiene claro que su hijo de nueve años va a saber distinguirlo, «pero mi hija de cinco años, aunque la considero muy lista, me parece muy pequeña para poder decidir ella si se lo puede comer o no.»
Se pregunta qué están haciendo mal porque «una situación que pone en peligro la salud y la alimentación de nuestros niños no puede tener unas medidas efectivas inmediatas sin dejarnos de trámites, tener que recurrir a la prensa porque las vías y los canales que tenemos legales y administrativos nos atrapan, sin llegar a ninguna solución».
Esta es, dice, «la carta de una madre preocupada» que sabe que la solución personal sería sacar a sus hijos del comedor con más o menos dificultad, pero es muy consciente de que muchas familias se quedarían en ese comedor y «si entre todos no hacemos algo inmediatamente estos niños seguirán comiendo comida de mala calidad y muy mal cocinada».
«Hay que buscar una solución para todos esos niños, incluidos los míos, porque voy a apostar porque esta vez sí se va a solucionar este problema», concluye.
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