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Iñigo Villamía
Sábado, 13 de julio 2024, 11:03
«Había demasiada gente, un cabestro me ha pegado con el cuerno, he caído al suelo y me he abierto la barbilla», decía el irundarra Jokin Gorria minutos después de abandonar el Centro de Salud Buztintxuri, a las afueras de Pamplona, donde ha tenido que ser atendido tras sufrir una caída en el séptimo encierro de estos sanfermines. El joven, de 30 años, ha requerido tres puntos de sutura además de curas en el codo, la cadera y las dos rodillas, pero se encuentra bien y asegura que mañana volverá. «Ibuprofeno y a por los Miura», ha declarado bromista a este periódico.
El encierro de los toros de José Escolar se ha saldado con hasta siete atendidos por contusiones, cinco de ellos trasladados a un centro hospitalario, en un día con múltiples caídas y pisotones por la gran afluencia de corredores.
Gorria, corredor habitual desde la curva de Mercaderes hasta Estafeta, explica cómo ha sido el momento de irse al suelo. «Como siempre, he empezado a correr al final de la curva porque así tengo la referencia de cómo vienen los toros. He mirado hacia atrás, tratando de aguantar en el medio de la calle, y he visto que venía un primer toro abriendo con un cabestro. He aguantado lo máximo posible y al intentar dejarlos pasar para meterme con los toros de atrás, el último manso me ha pegado con el cuerno, he caído al suelo y me he abierto la barbilla», ha expresado.
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En la imagen que acompaña a la noticia se puede ver cómo el irundarra, que siempre corre con el mismo jersey de rayas para ser fácilmente identificado por sus familiares y amigos en la televisión, se protege en el suelo mientras el manso que le embiste pasa por encima.
Jokin es un corredor experimentado que nunca falla en los encierros de la capital Navarra, donde este año ha estado presente en todas las citas. «De siete encierros me he caído en cinco de la cantidad de gente que hay», lamenta el guipuzcoano, que hace un llamamiento a la seguridad. «Hay personas que no vienen realmente a correr sino a ver el encierro desde una esquina. Al quedarse apartados en los lados, lo que generan es una especie de embudo dificultando el paso a los que realmente sí corremos», añade.
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Según él, «este año vienen abriendo los cabestros, entonces la gente aguanta mucho y para cuando quieres meterte te frenan, te chocas y en muchas ocasiones te obligan incluso a saltar. Es peligroso», destaca. Gorria confiesa que este 2024 hay más gente que nunca. «Todos los días 7 y los fin de semanas es algo normal, pero entre semana siempre solía estar más tranquilo. Muchos se quedan parados en las esquinas».
Pese a las heridas sufridas, estará presente mañana en el octavo y último encierro. «Mañana con los Miura es el remate final. Cenaré una tortilla de ibuprofenos y a la pelea», destaca con cierta ironía. Gorria ha participado en el encierro acompañado por otro amigo, el también irundarra David Cáceres. «Él lo ha hecho en la cuesta de Santo Domingo y sin ningún problema, viendo a los toros pasar a toda leche».
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