«Conozco a 30 personas que estuvieron a punto de morir»

El municipio valenciano de Utiel, de 12.000 habitantes, ha sido uno de los más perjudicados por la tragedia. Al menos seis vecinos, la mayoría de entre 80 y 90 años fueron engullidos por el torrente de agua. El río Magro, que habitualmente cuenta con apenas un hilo de agua, se llevó todo lo que encontró a su paso. «Mi vecina no puso salir y la familia, que vive al otro lado del cauce, no pudo venir», lamenta Carlos Hernández. Fernanda Miota se queja de que los recursos fueran insuficientes. No había forma de rescatar a todos y llegaron a algunas personas perdiendo la vida: «Estaba con el agua al cuello y dejaron que se muriera».

«Conozco al menos a 30 personas que estuvieron a punto de morir anoche», cuenta Alfonso de Juan, un chico de 18 años que se ha criado en Alfafar, una localidad al sur de la ciudad de Valencia. Vio cómo algunos vecinos tiraban cuerdas desde sus balcones para intentar rescatar a las personas que trataban de sobrevivir en la calle, bien agarrados en las farolas y subidas a lo alto de los coches.

Muchas horas en vilo, sin saber cuándo iba a dejar de crecer el nivel del agua ni dónde estaban los familiares. Es el caso de una mujer que después de estar buscando a su madre durante horas ha recibido la confirmación de que ha fallecido. «Se la llevó una ola mientras nos pedía ayuda por teléfono», explica. Estaba volviendo a casa en coche con una compañera de trabajo. Ambas se subieron a lo alto del vehículo. Esta otra mujer sí ha aparecido con vida, aunque no recuerda «nada» porque se encuentra «en estado de shock».

Susana Vidal aún no sabe cómo se encuentran su marido y su hija, una joven de 30 años con síndrome de Down. Estuvieron hablando durante toda la tarde hasta que la comunicación se cortó: «Su último whatsapp fue para decirme 'Madre mía, cómo pasa el agua'». No ha vuelto a saber nada más de Susana y José Javier Vicent. Un familiar ha conseguido llegar hasta la casa en la que residen, pero entre el lodo y los destrozos no hay ni rastro de ellos.

Ángel, un vecino de la localidad albaceteña de Letur, busca a su esposa de 72 años. Es una de las personas que siguen desaparecidas en el municipio. La mujer se encontraba en su vivienda, en uno de los tres molinos de la zona. Estaba limpiendo el agua de una primera tomba cuando fue sorprendida por una sacudida mayor del temporal. «Esperemos que la encuentren pronto», desea Ángel, mientras recuerda que la última vez que habló con ella fue por teléfono y ella le contó lo contenta que estaba haciendo planes para el festivo del 1 de noviembre.

Carlos Martínez, también vecino de Letur de 29 años, está vivo «de milagro». Acababa de cerrar su estanco cuando empezó a desbordarse la calle: «Vi un ciclón de agua marrón venir hacia abajo». De su negocio ya no queda nada. Frustrado por no poder hacer nada, empezó a rezar «por los que estaban en las casas, que se estaban yendo al garete, sintiendo rabia e impotencia». «El agua saltaba por las calles», cuenta Jesús Amores, de 57 años. Es el propietario del restaurante El Castillo. Ha quedado reducido a escombros. «El pueblo va a tardar años en recuperarse de esto, y no solo por los daños materiales», valora.

El camionero zaragozano Juan José Nistal se quedó atrapaso en la A-3 ante la fiereza de la DANA. Decidió permanecer el vehículo durante las fuertes riadas y únicamente abrió la puerta para refugiar a otras tres personas. Los cuatro se refugiaron en la cabina a la espera de que el temporal fuera remitiendo.

Al día siguiente fueron aún más conscientes del horror. «Esta mañana había un cadáver enganchado a mi camión», ha explicado Nistal. Visiblemente afectado, el trabajador ha explicado que hizo servicio militar y que esas nociones le han ayudado a la hora de recoger el cuerpo. Eso sí, la preparación previa no ha impedido que acabara destrozado por la tragedia.