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Los tatuajes y los piercings se extienden en las policías vascas «al mismo ritmo que lo hacen en la sociedad». Es la reflexión que hace un ertzaina con más de veinte años de experiencia en el cuerpo. En su generación, a principios de los años 90, no se podían llevar tatuajes a la vista mientras se realizaba el periodo de formación en la academia de Arkaute. Este agente recuerda que él mismo tenía que maquillarse cada mañana, antes de empezar las clases, para ocultar los dibujos que llevaba grabados en la piel. Para él, era algo natural, «una parte más de su cuerpo». Pero sabía que podía ser excluido del proceso selectivo y no quería arriesgarse. Las cosas, en todo caso, han cambiado radicalmente desde entonces. De hecho, según las fuentes consultadas por este diario, en las últimas promociones de la Ertzaintza y la Policía local de Bilbao la mayoría de los aspirantes lucen pendientes o tatuajes. Y, a no ser que sea algo «excesivo» o que interceda en su trabajo, los agentes no suelen encontrar problemas con sus superiores. «Ahora, la excepción somos los que no los llevamos», resume un agente de la última promoción de la Policía autonómica.
La estética y los accesorios de los miembros de las fuerzas de seguridad han regresado al foco informativo después de que una vecina de Madrid, licenciada en Psicología, haya sido rechazada en las pruebas de ingreso en el Cuerpo Militar de Sanidad porque tiene un tatuaje en el empeine de su pie derecho. El motivo de su exclusión fue que se le veía cuando lucía el uniforme femenino de gala, compuesto por falda y zapato de tacón. Esta mujer ha recurrido a los tribunales y la nueva ministra de Defensa, Margarita Robles, ya ha anunciado un cambio en la normativa para evitar la discriminación por sexos. A partir de ahora, se recogerá la opción de que las chicas puedan llevar también pantalones cuando visten de uniforme.
Lo que se plantea ahora es que los miembros de las fuerzas armadas no lleven tatuajes y piercings de forma «visible». Una rectificación parcial que, sin embargo, sigue siendo criticada por numerosos policías, que consideran que no se puede «ir en contra de las tendencias de la mayoría de la sociedad». En la Policía Municipal de Bilbao es algo que no está regulado de forma expresa. Tampoco en Arkaute se ponen problemas ahora mismo. En la Ertzaintza, de hecho, este asunto ya fue objeto de polémica en 2011, cuando el Gobierno del PSE aprobó una instrucción interna para regular la uniformidad de la Ertzaintza. Aquella normativa, todavía en vigor, tampoco establece directrices claras. Por ejemplo, en el caso de los tatuajes, se dice textualmente que «se procurará que la ropa» no dejé al descubierto los grabados en la piel. En el de los pendientes se habla de que no se utilicen los que puedan ser un «obstáculo» para la prestación del servicio.
Aquella polémica alcanzó su máxima expresión cuando un agente de Sestao fue amenazado por el jefe de su unidad con ser expedientado si no se quitaba los 19 pendientes que llevaba en las orejas. Entonces se hablaba de que ponía en «entredicho el concepto de autoridad». Finalmente, el policía no fue sancionado y, según diversas fuentes, todavía hoy sigue patrullando con sus orejas perforadas y su piel pintada.
Otro de los aspectos que se recogen en la instrucción 70 de la Ertzaintza hace referencia al comportamiento que los agentes con los ciudadanos. Por ejemplo, se habla de que los funcionarios no deben adoptar posturas «cansinas» o que denoten «aburrimiento o hastío», así como actitudes «indolentes o desinteresadas».
Se hace mención especial al saludo policial como un acto de «obligado cumplimiento» para los miembros de la Policía autonómica. De hecho, se prevén consecuencias disciplinarias para los funcionarios que no cumplan con este «deber» en determinadas circunstancias, sobre todo cuando se refiere a las relaciones con sus superiores o con las autoridades. De hecho, dos agentes fueron apercibidos con faltas leves en 2015 por «no responder» a los saludos del lehendakari en una visita a la comisaría de Bilbao.
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