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Miguel Ángel Mata
Martes, 27 de diciembre 2022, 07:25
No se anda por las ramas. Endika Bernaola, presidente del Colectivo Independiente de Seguridad Privada de Euskadi (Cispe), alerta de que los actos de violencia como el que la mañana de Navidad acabó con la vida de un joven en las inmediaciones de una discoteca ... en el centro de San Sebastián «van a más y son cada vez más graves». Lo achaca a una mezcla de factores entre los que destaca una sociedad tensionada tras las secuelas del Covid, aderezada con una «insuficiente» presencia de medios preventivos como polícías o vigilantes de seguridad.
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BEATRIZ CAMPUZANO y MACARENA TEJADA
– ¿Vivimos en una sociedad más agresiva?
– Es una realidad que en los últimos años se percibe en el País Vasco un aumento de la agresividad social y, aunque este no ha sido el caso, de la hostilidad hacia las fuerzas de seguridad, vigilantes, y cualquier persona dedicada a mantener el orden y velar por el cumplimiento de las normas. Hay una evidente pérdida de civismo y de respeto al prójimo y a la autoridad.
– El comentario generalizado es que hace unos años también había peleas y trifulcas, pero se 'resolvían' con empujones y puñetazos a lo sumo, no a navajazos o palizas mortales...
– También es una realidad que hoy nos encontramos con más gente que sale de fiesta o incluso se desplaza a diario armada. En la calle, en el transporte público... No solo con navajas o cuchillos. También con armas simuladas de fogueo para amedrentar. Hay un aumento de la agresividad, cuantitativa y cualitativamente hablando. Esto es, se dan más situaciones de belicosidad y son de mayor riesgo.
– ¿A qué lo achaca?
– A que hay un descontrol generalizado. Antes los sitios potencialmente conflictivos estaban bien identificados, como determinados locales nocturnos y zonas de fiesta. Ahora el problema puede saltar en cualquier parque público, que se han convertido en lugares de trapicheo, de consumo de alcohol y drogas de forma descontrolada.
– ¿Percibe un aumento de consumo de alcohol y drogas?
– No sé si más o menos que antes. Lo que sí se percibe es que sus efectos son ahora más trágicos.
– El asesinato de Navidad en Donostia se suma a una larga lista de agresiones en los últimos meses... Y en muchos casos las trifulcas saltan por discusiones aparentemente banales, como un cigarro, una mirada... ¿Somos extremadamente susceptibles? ¿Faltos de control?
– No puedo opinar de casos concretos que desconozco. Pero lo que es cierto es que aunque el cambio en las formas de violencia viene de antes de la pandemia, esta parece haberlo intensificado. Los confinamientos y las restricciones han tenido un efecto y la gente está cansada de imposiciones y limitaciones. Se dan más situaciones de angustia y estrés, que mezcladas con el consumo de alcohol y drogas, son una bomba de relojería. Además de la pandemia hay otros elementos que a nuestros ojos apuntalan esa mayor agresividad y riesgos. Por ejemplo, se está produciendo en Euskadi un aumento de la presencia de bandas latinas, más propensas a portar armas blancas; o la falta de control por parte de las autoridades de algunos menores no acompañados, que parecen no estar lo suficientemente atendidos ni vigilados. Con esto no quiero estigmatizar a nadie. No es racismo. Es una constatación. Al menos en Bizkaia, que es lo que más conozco, las instituciones y los centros parecen estar sobrepasados, hay mayor descontrol, y escasez de policía y personal de seguridad.
– Estos aumentos superan las cifras del conjunto de España, cuando Euskadi ha presumido siempre de ser un lugar seguro con baja delincuencia...
– Las situaciones de violencia que se vinculan a grandes ciudades, como Madrid o Barcelona no tardarán en llegar a San Sebastián o Bilbao, como de hecho se está viendo ya. Ante este escenario de creciente conflictividad vivimos en una sociedad en la que en los locales de ocio nocturno no hay seguridad privada como tal, sino porteros que pueden estar bien formados o no; trabajamos bajo una legislación que no nos aporta garantías jurídicas sólidas para hacer frente a determinadas situaciones conflictivas como insultos o amenazas; y no se ponen los medios humanos suficientes, ni policiales ni de seguridad privada, para responder a las necesidades.
– ¿Qué quiere decir?
– ¿Son 8.000 ertzainas suficientes para más de dos millones de habitantes? Seguro que en Gipuzkoa, como sucede en Bizkaia, hay comarcas en las que solo hay una patrulla por la noche para cubrir todos los altercados. Y ¿qué puede hacer una patrulla ante una pelea de 30-40 personas?
– ¿Hay un problema de limitación de efectivos?
– ¿Qué pasó en verano? Se temía que delitos como hurtos o de violencia sexual se disparasen tras la pandemia. Y se organizaron dispositivos especiales. No pasó lo que se preveía, demostrando que si hay presencia de policías y personal de seguridad, se limita la comisión de delitos.
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