![«Se veía venir. La gente de la noche lo sabía pero se hacía la vista gorda»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/10/03/murcia-apoyo-kNCG-U2103190149341o-1200x840@El%20Correo.jpg)
![«Se veía venir. La gente de la noche lo sabía pero se hacía la vista gorda»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/10/03/murcia-apoyo-kNCG-U2103190149341o-1200x840@El%20Correo.jpg)
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R. García | R. Hernández
Martes, 3 de octubre 2023, 08:07
«Esto era algo que se veía venir». Un empleado de uno de los locales afectados por el trágico incendio de Atalayas denuncia el supuesto descontrol y la falta de medidas de seguridad que reinaba en estos edificios. «Todo el mundo de la noche sabía la situación en la que estaban estas discotecas, pero se hacía la vista gorda», recalca este trabajador, que se encontraba en la zona la madrugada del domingo, cuando se desataron las llamas, y que prefiere mantener el anonimato. «Prácticamente, no se pudo hacer nada porque la parte de arriba de La Fonda Milagrosa era una ratonera».
La falta de licencia de estas discotecas y la orden de cierre que pesaba sobre ellas -Teatre y Fonda Milagrosa-, que el propio Ayuntamiento puso el pasado martes encima de la mesa, era un secreto a voces dentro del mundo de la noche. «Todo el mundo lo sabía», explica. Partiendo de esas supuestas irregularidades, explica este trabajador, todo el castillo de naipes se venía abajo. Este empleado asegura que estos locales no realizaban un control de los aforos, limitados para los dos locales. Además, asegura que, cuando las instalaciones se dividieron en dos locales diferentes, la salida de emergencias de Teatro se redujo para ubicar en ese espacio la puerta de entrada de La Fonda. Sostiene, además, que este segundo local no contaba con salida de emergencia y que, en el momento del incendio, cuando se acercaron al edificio para tratar de prestar ayuda, «tratamos de usar los extintores, pero no tenían carga».
Las irregularidades en la estructura de ambos establecimientos no acababan ahí. Una pared de placas laminadas era lo que dividía los dos espacios, que conservaban en la planta superior el mismo diseño de palcos, decoración de madera y conductos de ventilación. El fino tabique de yeso estaba en el palco número 18, donde supuestamente fallecieron la mitad de las trece víctimas -ayer una fue identificada gracias a un característico pendiente que uno de los cadáveres aún conservaba en la oreja-, y al otro lado se situaba la cabina del DJ de la Teatre. Según algunos testigos, sobre las seis de la mañana, el músico fue el primero en darse cuenta de que salía humo de la parte superior del local y salió corriendo. Ese humo se desplazó por los conductos de ventilación y comenzó a propagarse por los palcos de La Fonda.
«Empezaba a salir humo, pero la gente no tenía vía de evacuación, porque no hicieron ninguna escalera y tuvieron que cruzar todos los pasillos de los reservados. Con las luces apagadas y con la humareda negra inundando todo, aquello se convirtió en un laberinto mortal».
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