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Uno de los primeros recuerdos que tiene Blanca de su hermano Miguel Ángel se remonta a principios de los 70. «Yo tenía 8 o 9 años; él, cuatro más». Salieron de su casa de Sondika para ir a las fiestas de La Ola y «junto ... a la ermita estaba tirado en el suelo un chico al que le solían dar ataques epilépticos. Mi hermano le atendió, se quitó la cazadora para ponérsela bajo la cabeza, estuvimos con él». Había vecinos que pasaban por ahí sin detenerse. «'¿Ves cómo es la gente?', me dijo él. Siempre me acuerdo de esa escena. Aprendí entonces que hay gente que mira para otro lado, 'pasa' de lo que ocurre a su alrededor, pero también que siempre hay otra dispuesta a ayudar».
Más de tres décadas después, el 22 de septiembre de 2005, el cadáver de Miguel Ángel apareció flotando en la orilla del fiordo sueco de Lindingö, en Estocolmo. Tenía 45 años y le faltaba el corazón, más de la mitad del hígado y el páncreas. En este caso, quienes se han pasado todos estos años mirando hacia otro lado han sido las «instituciones», se duele Blanca Martínez Santamaría. Así que prepara denuncias. La primera, para la Policía sueca. Luego quizás lleguen más. Pero lo que más le ha dolido, lo que «destrozó a mis padres», es la «insensibilidad de las administraciones vascas: desde el Ayuntamiento de Getxo (donde residen desde hace décadas) hasta el Gobierno vasco y también la Ertzaintza».
La historia es conocida y no hay espacio aquí para resumir la lista de anomalías, casi disparates, que según Blanca rodean al caso: la Policía sueca cerró el caso como suicidio concluyendo que 'Mitxel', como le llamaban en casa, se había lanzado al mar desde un ferry o un puente, algo que habría confirmado la autopsia; sin embargo, una segunda autopsia en Londres, donde fue enterrado, reveló que los pulmones no estaban encharcados. Y lo más importante, que el cuerpo no tenía «ni corazón, ni buena parte del hígado, ni tampoco el páncreas». Aún en Estocolmo el cadáver se dio por no identificado y se iba a enterrar como 'sin nombre', hasta que una enfermera encontró en uno de sus bolsillos una fotocopia con su DNI. «¿Cómo no lo habían visto antes? ¿Y cómo podía estar en condiciones tras varios días en el mar?».
Desafía a la lógica todo esto y muchas cosas más que Blanca cuenta entre la indignación y el cansancio. Lleva 17 años golpeando puertas, abriendo procesos, chocando contra la burocracia entre traducciones, membretes y silencios. «Todo lo que he vivido me parecía una película, pero ha sido una tortura. Lo que hemos pasado no lo sabe nadie». ¿Y ahora? «Ya es imposible saber qué le ha pasado a mi hermano, asumo que no voy a saberlo jamás en la vida». Lo dice porque no hay fotografías del levantamiento del cadáver, la autopsia son «dos folios» con los resultados mencionados. No hay por donde tirar. Tampoco cuenta con que sobrevenga un interés súbito por conocer la verdad.
Lo cuenta todo en el documental 'The Man Without a Heart' ('El hombre sin corazón') que acaba de estrenarse en Reino Unido y en Suecia en el canal Discovery Plus. Ayer Blanca estaba muy satisfecha con el resultado. Busca en la difusión de su caso cierto resarcimiento, sacar los colores a quienes les han ignorado y que algo así «no le vuelva a ocurrir a nadie». ¿Cómo es posible que los poderes públicos se hayan comportado de esta manera? «En cuanto supieron que mi hermano tenía esquizofrenia todo cambió». Como si la enfermedad mental explicase cualquier desastre. «Sentía que le trataban como si fuese una mierda». «Pero él estaba como tú y como yo, no iba ni montando jaleo ni se le caída la baba». Le recuerda sociable, «supergracioso, siempre estaba riéndose, siempre dispuesto a hacer favores». A veces alguna vecina le habla de «lo bueno que era», y Blanca se emociona y la abraza.
Pese a todo, ve cosas positivas. «La gente que he conocido y nos ha ayudado». La chica sueca que se encontró en el tren de casualidad y le ayudó a traducir documentos («me los leía y decía que se avergonzaba de su país»), el médico jubilado de Getxo que se puso en contacto con ella tras conocer su caso para felicitarla por su «valentía y perseverancia», el corresponsal de este periódico en Londres que le ayudó con los trámites en la exhumación que acaba de confirmar que el cuerpo allí enterrado es el de Miguel Ángel, el periodista que elaboró el documental, amigos, vecinos, desconocidos que se han puesto en contacto para echar una mano... «Mis tres hijos dicen que están orgullosos de mí. Pero yo creo que también están hartos».
· Podcast 'Fuera del radar': Este periódico estrenará el 12 de mayo un capítulo sobre el caso de Miguel Ángel Martínez.
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