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Miguel Ángel Mata
Lunes, 24 de mayo 2021, 01:14
«El chico estaba en la Isla de los Faisanes. Vi cómo se quitaba la ropa, se tiró al agua y trataba de llegar a la orilla. Era bastante evidente que no sabía nadar. A los 5 o 10 metros empezó a hundirse. La marea ... estaba subiendo y se encontraba sin fuerzas. Entré al agua y pude sacarle. Nunca se sabe, pero es probable que, si no llego a estar ahí, estuviéramos lamentando una segunda muerte».
Tom Dubois es la persona que pudo socorrer al menor de 16 años que, con su ayuda, logró alcanzar el sábado por la mañana la orilla francesa del Bidasoa cruzando desde Irún mientras, previsiblemente a esa misma hora y a escasos metros, otro migrante subsahariano, un joven de Costa de Marfil de 28 años de nombre Yaya, no lograba el objetivo y sucumbía en silencio, desamparado, en las aguas del río fronterizo.
«Eran las 10.30 de la mañana, más o menos». Media hora más tarde un piragüista que navegaba por la zona alertaba al servicio vasco de emergencias (112) de la presencia de un cuerpo aparentemente sin vida flotando en el agua a la altura de la isla de Santiagoaurre, a escasos 500 metros de donde Tom aún asistía al adolescente que acaba de rescatar.
«No sé si iban juntos o no», subraya el joven hendayés. «Supongo que no, porque me dijo que tenía dos amigos pero que no se habían atrevido a pasar. En ese momento no se sabía que había fallecido una persona y, obviamente, no le pregunté por esa cuestión. Mi única preocupación era ayudarle. Había dejado su ropa en la Isla de los Faisanes y estaba en calzoncillos. Le di ropa y alimento».
Dubois revela un aspecto desconocido hasta la fecha. «Se ha hablado de estos dos casos, el del fallecido y el del menor, pero en realidad eran varias las personas que en esos momentos cruzaban el río. Mientras ayudaba al chico, había algunos más en la orilla», remarca sin poder concretar cuántos.
El dramático episodio vivido el sábado ha descubierto una realidad desconocida para buena parte de la población: el río Bidasoa se ha convertido en una especie de Estrecho de Gibraltar en miniatura. Menos peligroso pero, como ha quedado demostrado con la víctima mortal de este fin de semana, no exento de riesgos, sobre todo, para personas que en muchos casos no saben nadar.
Dubois lo confirma. No era casualidad que se encontrara en ese momento en la ribera. Forma parte de un grupo de voluntarios hendayeses que prestan ayuda humanitaria y tratan de salvar vidas ante la constatación de que el río es ya en una vía habitual de cruce de la frontera como consecuencia del endurecimiento de los controles por parte de las autoridades galas. «Recorremos el río llevando ropa y comida por si, como en este caso, hay que ayudar a alguien».
Remarca que el tránsito por esta vía es «cotidiano». «Lo más habitual es que utilicen unas pequeñas barcas que suelen estar en la orilla, o que aprovechen cuando hay marea baja para pasar a pie por la zona del puente de Santiago. Pero esta posibilidad se ha puesto muy difícil por la presencia constante del control fronterizo en esa zona y el celo policial en estos momentos».
Esta situación es la que lleva a muchos a optar por alejarse de Santiago y tratar de cruzar por las inmediaciones de la Isla de los Faisanes, donde la profundidad es mayor y la corriente, más fuerte. Lo intentan ahí porque está antes de Behobia, el segundo puente que conecta Irún con Hendaia, donde también hay un control permanente por la pandemia y porque Francia está en situación de alerta terrorista.
Las dificultades para cruzar son evidentes, como también el miedo que tienen los migrantes de ser descubiertos aunque ya hayan tocado territorio galo, ya que las autoridades del país vecino no dudan en devolverles a España, aplicando las llamadas 'devoluciones en caliente'.
El mejor ejemplo es el menor al que rescató Tom. «De pronto, hacia las 11, empezó a haber movimiento de Bomberos y Policía», relata comprendiendo más tarde que el motivo podía ser el aviso de la aparición del cadáver. «En cuanto lo notó, el chico salió corriendo. Ahí le perdí y no sé más. Solo que su intención era coger un autobús hasta Burdeos».
El adolescente debió ser interceptado por la policía francesa y devuelto a España dos horas después, según denunció la asociación de apoyo y acogida a migrantes Irungo Harrera Sarea. Tom participó ayer en la concentración donde fue rescatado el cadáver de Yaya para denunciar su muerte y pedir una política migratoria «humanitaria» y el libre tránsito de personas que buscan una oportunidad.
No es el primer migrante al que Tom salva la vida. El 13 de marzo también rescató a un joven guineano de 22 años que había logrado llegar a Hendaia a través de la Isla de los Faisanes. Estaba aterido de frío tras cruzar el río. Junto a otros voluntarios, le ayudaron a secarse la ropa, le dieron zapatos nuevos y le ofrecieron comida caliente. El episodio llevó a Dubois a escribir una carta abierta a las autoridades en la que explicaba cómo había encontrado a esta persona «al borde del ahogamiento» y anticipando que el cierre de las fronteras «conducirá inevitablemente a un drama», como el sucedido el sábado.
La persona que perdió la vida el sábado en el río Bidasoa tratando de cruzar a Francia a nado era un joven de 28 años de Costa de Marfil, según confirmaron ayer fuentes del Gobierno vasco. De nombre Yaya, pasó la noche del 15 al 16 de mayo en el refugio para personas en tránsito de Hilanderas de Irún y, tras dejar el recurso, no volvió al albergue.
Se deduce de este modo que el migrante llevaba una semana tratando de cruzar la frontera, aunque cabe la posibilidad también de que en algún momento hubiera podido llegar a traspasarla pero fuese devuelto por las autoridades francesas.
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