AIENDE S. JIMÉNEZ
Lunes, 19 de septiembre 2022, 21:02
Es una de las pocas víctimas que consiguió evitar ser violada por el agresor en serie al que se atribuyen más de una decena de ataques cometidos en Gipuzkoa en los últimos años. Y lo es gracias a su «sangre fría», como aseguraron ayer los ... agentes de la Ertzaintza que fueron los primeros en llegar al lugar donde fue atacada. Esta joven, que fue asaltada en Andoain cuando volvía a casa de madrugada en agosto de 2012, le dijo al agresor que tenía sida para evitar la agresión. El hombre finalmente se masturbó y eyaculó sobre ella sin llegar a penetrarla.
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Se trata de uno de los tres casos por los que se juzga desde ayer al violador en serie de Gipuzkoa, G. G. Coman, en el que es el tercer juicio contra él. En los dos anteriores fue condenado a 12 y 9 años de prisión. Ayer negó ser el autor de los tres ataques, alegando que en esas fechas estaba «de vacaciones en Rumanía».
Dos ertzainas relataron ayer ante el tribunal que recibieron el aviso de una posible agresión sexual en Andoain sobre las 5.00 de la madrugada del 12 de agosto de 2012. Al llegar al lugar de los hechos, unos soportales «con muy poca visibilidad, en penumbra», la víctima estaba «llorando, asustada y muy nerviosa». Los policías apreciaron que la joven tenía los ojos enrojecidos. «Nos dijo que se había bajado del autobús y que un hombre se acercó a ella, la roció con un spray e intentó amordazarla con esparadrapo».
Según recoge el escrito de acusación de la Fiscalía, basado en la declaración de la víctima, «la tiró al suelo colocándose encima de ella», y después la levantó «empujándola contra la pared» y la sujetó con una mano «tocándole el pecho, mientras con la otra intentó subirle el vestido y bajarle la ropa interior». Los ertzainas aseguraron al tribunal que «en todo momento la intención del chico era violarla». Por eso les sorprendió la «sangre fría» que tuvo la joven para intentar evitarlo. «Nos contó que en ese momento le dijo que no le hiciera daño, que iba a acceder a todo, pero que tenía sida y que podían ir a comprar condones a una farmacia. Me pareció fantástico que pudiera sacar algo así con ese nivel de estrés, porque en esos casos la gente se bloquea», indicó uno de los agentes. Ante esa afirmación de la víctima el agresor comenzó a masturbarse y eyaculó sobre su vestido, sin llegar a penetrarla.
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Además, la víctima les relató que antes de marcharse, su atacante le pidió perdón. «Le dijo que sabía que estaba haciendo mal, que lo sentía». La joven pudo describir a un hombre de unos 25-30 años (actualmente tiene 39), con el pelo rapado, con pantalón corto y sudadera negra, que hablaba en castellano.
El juicio continuará con la declaración de más ertzainas que aportarán datos sobre este y los otros dos casos que se juzgan en este procedimiento, dos agresiones cometidas en Tolosa y Anoeta. La primera tuvo lugar en la villa papelera en septiembre de 2012. Según la Fiscalía la víctima caminaba por una carretera cuando el acusado «le abordó y le golpeó un puñetazo en la mandíbula, tapándole la boca con la mano y arrastrándola a una zona más apartada». La mujer opuso resistencia, aunque el acusado llegó a tocar su zona genital. La víctima pudo zafarse y huir, aunque el agresor le robó la cartera. La segunda fue en Anoeta en septiembre de 2013, también en una carretera. El acusado colocó a la víctima un pañuelo en la boca, y a pesar de que se resistió, la arrastró y la violó cuando perdió la consciencia.
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Las tres víctimas declararon ayer ante el tribunal de la Audiencia de Gipuzkoa, a puerta cerrada, pero delante del acusado. Lo hicieron a petición propia, tal y como explicó Cristina Ramos, abogada de la asociación Clara Campoamor, que ejerce la acusación particular. «Las tres han decidido que no querían taparse más, que querían que él escuchara lo que les había hecho y cómo lo están pasando, lo cual para mí es muy acertado», señaló. Sus declaraciones fueron, en palabras de su letrada, «muy concretas, muy precisas, han vuelto a relatar todo y han vuelto a salir las emociones».
«Es imposible que fuese yo»
Por su parte el acusado negó por primera vez ser autor de los hechos que se le imputan, un cambio de estrategia que sorprendió a las acusaciones. G. G. Coman negó categóricamente ser el autor de estos tres ataques, y lanzó una insinuación que podría relacionar a su hermano con los hechos. «Yo no fui, estaba en Rumanía de vacaciones», dijo el encausado, que solo contestó a preguntas de su abogado. El hombre aseguró que en las fechas que se cometieron los hechos (12 de agosto de 2012, 29 de septiembre de 2012 y 22 septiembre de 2013) él estaba visitando a su madre en su país de origen. «Es imposible que fuese yo porque siempre en esas fechas estaba fuera. A partir del 15 de agosto hasta el 30 septiembre estaba fuera con mi madre, que vivía en Rumanía y Albania».
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El encausado relató que él «trabajaba en mantenimiento de empresas, sin fiestas ni vacaciones ni semana santas, y me cogía un mes y medio de vacaciones para visitarla». Según su versión, desde que en 2010 murió su padre pasaba ese periodo en su país de origen con su madre. Pero la sorpresa llegó cuando su abogado le ha preguntado por sus hermanos. «Tengo una hermana y un hermano por parte de padre. Él vivía en Gipuzkoa desde 2004, él me trajo aquí», indicó. «¿Él se iba de vacaciones con ustedes?», preguntó su letrado. «No, él no se iba porque trabajaba de comercial», contestó el acusado, abriendo así una posible puerta a relacionar a su hermano con los hechos.
Sin embargo, preguntada por esta circusntancia, la abogada de la acusación particular señaló que «no hay lugar a dudas» de que también es autor de estos tres ataques, ya que se encontró su ADN «en las tres víctimas». Asimismo aseguró que «no hay pruebas» de que cuando sucedieron los hechos estuviese en Rumanía, como señala la defensa. De la misma manera, sobre la posible insinuación del acusado para relacionar a su hermano con los hechos, dijo que «nos ha sorprendido, pero hay pruebas concluyentes de que ha sido él».
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Cabe recordar que estos tres casos son algunos de los que la Ertzaintza pudo atribuir a G. G. Coman después de que fuese detenido en 2019, tras la violación de una joven en Beasain. Tras comprobar que su ADN coincidía con el encontrado en el cuerpo de esa víctima, su perfil genético fue introducido en una base de datos policial, como ocurre en todos los casos de agresiones sexuales. Fue en ese momento cuando los investigadores descubrieron que no se trataba de un agresor más, sino de un depredador en serie al que buscaban desde 2012 y al que nunca habían podido poner cara. Los agentes que llevaron el caso explicarán hoy durante el juicio qué pruebas permitieron relacionar al acusado con estas tres agresiones.
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