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La Fiscalía de Gipuzkoa reclama seis años de cárcel para un suboficial de la Ertzaintza al que acusa de un delito de cohecho que tuvo lugar, al parecer, durante el confinamiento domiciliario de 2020, el año de la pandemia. El agente, un jefe de patrullas ... de la Unidad de Protección Ciudadana de San Sebastián, se habría hecho valer de su cargo para prometer a un detenido su ayuda en un juicio por tenencia de estupefacientes. A cambio, le pidió cocaína.
La presunta víctima, que falleció ese verano con 37 años, tenía una discapacidad del 69% por trastorno mental, inteligencia límite y limitación funcional. El juicio empezará el 14 de febrero.
Todo comenzó en un control preventivo sobre las cinco y media de la tarde del 20 de abril. Agentes de la Ertzaintza dieron el alto a un motorista, que resultó estar en posesión de sustancias estupefacientes. Fue detenido. Según el Ministerio Público, el policía mantuvo «varias conversaciones» a solas con el arrestado mientras permanecía en el calabozo de la ertzain-etxea de Ondarreta hasta que fue presentado en un juzgado a la mañana siguiente. Algunas de esas charlas tuvieron lugar en el garaje, donde fumaron juntos.
El ertzaina, al parecer, empleó «métodos coercitivos y autoritarios» al dirigirse al detenido con expresiones como «o me dices nombres o si no cierro la puerta y te vas...», según el fiscal, «en clara referencia» a la cárcel de Martutene. En uno de esos encuentros, el agente levantó «la manga derecha» del arrestado y «le escribió en su brazo su número de teléfono personal, profiriéndole la expresión 'si no colaboras te voy a crujir, llámame cuando salgas'» del juzgado.
El ertzaina, además, prometió a su detenido ayudarle en la recuperación de los 1.700 euros y dos teléfonos móviles que le habían sido confiscados. Para conseguirlo, le aconsejó «que dijera que pertenecían a una tercera persona». «A cambio de la gestión, le solicitó 500 euros».
Poco antes de su traslado al juzgado, el suboficial volvió a hablar con el detenido. Este encuentro y los demás se llevaron a cabo «haciendo gala de su condición de superior jerárquico», y tras asegurar a los agentes que le custodiaban que contaba «con la autorización» de un superior. Según relata el fiscal, ese permiso nunca existió.
Tras declarar en dependencias judiciales, el sospechoso fue puesto en libertad. Ese mismo día telefoneó al número que el agente le había escrito en un brazo. Ambos se citaron en una vía pública, desde donde se dirigieron al domicilio de la pareja del varón.
Allí habrían consumido «entre 1,5 y 2 gramos de cocaína» que aportó el segundo «a cambio» de ayuda policial. El agente, además, dictó a la mujer una carta «aderezada con tintes sentimentales», en la que solicitaba la devolución de los 1.700 euros, que provendrían «de la herencia de su padre». Antes de dejar la vivienda, el ertzaina solicitó «un regalito». Recibió «medio gramo de cocaína».
En los siguientes cuatro días se vieron tres veces más. En una de ellas se intercambiaron droga a cambio de regalos como gafas de sol, relojes y varios blíster con medicamentos «provenientes de la Ertzaintza». Tras despedirse, el supuesto suministrador de cocaína fue interceptado en otro control policial con motivo del estado de alarma dictado por la pandemia. En la confusión del momento, el hombre pasó el teléfono a uno de los agentes. El patrullero dio cuenta del incidente a su superior. En ese mismo momento, Asuntos Internos abrió una investigación.
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