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xabier garate
Jueves, 23 de mayo 2019, 08:19
El 14 de julio de 1994 comenzó para Pablo Ibar un calvario, un vivir en constante angustia, un sufrimiento. Son ya 24 años de cárcel, 16 de ellos en el corredor de la muerte. Ingresó en prisión siendo un joven de 22 años y se ... ha hecho adulto entre rejas. Desde hace veinticinco años el estado de Florida le acusa del asesinato de tres personas. Ha estado más de tres lustros pendiente de la posibilidad de ser ejecutado en cualquier momento por una orden judicial acusado de un triple asesinato en Miramar (Florida). Este sábado el jurado le declaraba culpable por unanimidad de tres asesinatos.
Pablo Ibar niega su implicación en los hechos y se declara inocente. En septiembre del pasado año, seis días antes de su último juicio, envió un mensaje desde prisión en el que mostraba su esperanza en poder viajar «pronto» a San Sebastián ya como una persona libre. Sueña con visitar a sus familiares en Gipuzkoa y mostrar su agradecimiento a todas las muestras de apoyo recibidas desde Euskadi.
En todos estos años ha sido fundamental el respaldo incondicional de su padre, el pelotari-puntista guipuzcoano y hermano del boxeador Urtain, Cándido Ibar, al igual que el de su esposa Tanya Quiñones, una enfermera de origen puertorriqueño. Junto al resto de su familia, amigos y distintas asociaciones -en especial el que lleva su nombre-, han sido vitales para que Pablo Ibar no se haya derrumbado ante los sucesivos reveses judiciales, que no han logrado doblegarle. La pareja se conoció cuando en una fiesta cuando ambos tenían menos de 16 años. Pablo Ibar quiso dedicarse a la pelota, pero no tuvo éxito. Admitía que era un pelotari frustrado. Se casaron en 1999 en prisión separados por una mampara, un año antes de que a Pablo Ibar le condenaran a muerte, por lo que nunca han podido tener la vida de un matrimonio normal. «Yo no era un santo, pero jamás he matado a nadie», no se ha cansado de repetir el sobrino de Urtain desde que fuera encarcelado.
La madre de Pablo Ibar, una mujer de origen cubano murió como consecuencia de un cáncer un año después de la separación de su marido, en 1997, cuando su hijo ya estaba en prisión. Cándido Ibar nació en Aizarnazabal en 1944 y regresó de viaje junto a su familia a Gipuzkoa cuando sus dos hijos eran muy pequeños, por lo que Pablo no recuerda la visita. Su actual mujer se llama Paula.
La pesadilla judicial comenzó el mes de junio de 1994. Dos modelos, Sharon Anderson y Marie Rogers, ambas de 25 años, y el propietario de un local de alterne, Casimir Sucharski, conocido como 'Buth Casey', murieron tiroteados en el domicilio de este último. Los autores huyeron en el vehículo de Sucharski al extrarradio de Tallahassee, la capital de Florida. Allí, rociaron el coche de gasolina antes de prenderle fuego. Al parecer se trataba de un ajuste de cuentas relacionados con el tráfico de cocaína.
Casey era un personaje muy conocido en el Estado. Los asesinatos quedaron grabados en una cámara de videovigilancia dispuesta en el salón de su casa. Sucharski había instalado dicho sistema después de recibir amenazas de personas, al parecer, relacionadas con el mundo de la droga.
Pero, ¿qué participación tuvo Pablo Ibar en los hechos? Él asegura que ninguna. ¿Por qué entonces se le vinculó con el caso? Pablo fue detenido casi un mes más tarde del triple crimen, después de que junto a otra persona con la que trapicheaba, acudieran a casa de unos traficantes colombianos con quienes mantuvo una acalorada discusión. El altercado subió de tono y ante el alboroto alguien llamó a la Policía. Los agentes procedieron a la detención de Pablo Ibar y una vez en la comisaría, los investigadores le relacionaron con los asesinatos ante el parecido que encontraron con una de las personas que aparecía en el vídeo obtenido en la casa del promotor.
Ahí empezó su particular vía crucis. Cuatro semanas después, Pablo Ibar, junto a un conocido suyo, Seth Peñalver, fue imputado formalmente de los asesinatos. El primer juicio contra los dos acusados comenzó en Fort Lauderdale el 5 de mayo de 1997. Tras meses de sesiones, el 25 de enero de 1998 fue declarado nulo. El jurado no llegó a un veredicto unánime.
Dos años más tarde se inició un segundo juicio en la ciudad de Fort Lauderdale , conocida como la Venecia de América por su extenso sistema de canales y ubicada en el condado de Broward. Está situada a 40 kilómetros al norte de Miami, Alí nació Pablo Ibar hace 46 años.
En la fase de selección del jurado, el abogado de oficio asignado a Pablo Ibar fue detenido acusado de agredir a una mujer embarazada. El sobrino de Urtain presentó una moción solicitando un aplazamiento que fue aprobada. El juicio contra Seth Peñalver, no obstante, continuó y fue condenado a muerte.
El segundo de los juicios a Pablo Ibar dio comienzo el 17 de abril de 2000 y fue entonces cuando el jurado lo declaró culpable. Era el 14 de junio. El tribunal, por nueve votos a favor y tres en contra, se mostró partidario de la pena capital. De esta forma, Pablo Ibar ingresó en el corredor de la muerte, donde permaneció dieciséis años, hasta febrero de 2016.
Los posteriores recursos que su defensa interpuso en instancias superiores fueron desestimados, hasta que el 4 de febrero de 2016 el Tribunal Supremo de Florida anuló la condena a Pablo Ibar y ordenó la celebración de un nuevo juicio. La Corte estadounidense, por cuatro votos a favor y tres en contra, concluyó que no existían «pruebas físicas que conecten a Pablo Ibar con el triple asesinato». Y determinó que «no tenemos confianza en el resultado del juicio», indicó la Sala en su fallo. «Cuando supe que habían anulado la pena de muerte lloré, me puse de rodillas y recé», declaró entonces un emocionado Pablo Ibar.
La decisión fue un auténtico varapalo para la Fiscalía norteamericana, mayor todavía porque llegaba meses después de que Seth Peñalver, el supuesto cómplice de Pablo Ibar , quedase absuelto tras la revisión también de su caso. De pronto, el ministerio público se había quedado prácticamente sin caso, sin acusados. Pero no se inmutó. Mantuvo su decisión de llevar de nuevo ante el jurado a Pablo Ibar, para quien ha vuelto a solicitar la pena capital.
Tras meses de espera a causa de los aplazamientos, el 26 de noviembre de 2018 comenzó en Fort Lauderdal el nuevo juicio contra Pablo Ibar con el juramento de un jurado que comenzó a formarse el 1 de octubre. Desde entonces se han celebrado casi una veintena de vistas presididas por el juez Dennis Bailey. Este pasado miércoles la defensa y la fiscalía plantearon sus conclusiones finales. A continuación, el jurado se retiró a deliberar para comunicar posteriormente su veredicto final al tribunal de Fort Lauderdale.
Esta vez el fiscal Charles 'Chuck' Morton no lo ha tenido tan fácil como hace veinte años. La defensa de Pablo Ibar, con el abogado Benjamin Waxman al frente, ha logrado reunir las suficientes pruebas como para rebatir la versión incriminatoria.
Al igual que en los juicios anteriores, la principal prueba de la Fiscalía ha vuelto a ser el vídeo que recoge el momento en el que los asesinos acaban con la vida de las tres víctimas. La grabación completa consta de 22 minutos y comienza con la irrupción de dos individuos en el salón del domicilio de Sucharski. Uno de ellos llevaba la cabeza cubierta con una capucha; el otro portaba una gorra con visera. Tras asesinar a las tres personas, el autor de los disparos pasó delante de la cámara ante la que se despojó de la capucha. La grabación, pese a su deficiente calidad, permite vislumbrar a un joven de aspecto latino que se echa la capucha sobre el hombro antes de abandonar la dependencia.
Aun cuando el fiscal asegura que la persona que aparece en el vídeo es Pablo Ibar, la defensa ha presentado un contundente informe elaborado por Raymond Evans, fundador de las empresas Foreign Image Analysis Group y Forensic Image Scientific Working Group, que estudió las características morfológicas de Pablo con la persona que aparece en el vídeo.
Además del vídeo, el fiscal sustenta su petición de condena en las declaraciones de un testigo: Gary Foy. ¿Pero quién es este individuo y qué dice? Foy era vecino del barrio donde se cometieron los delitos y afirmó haber visto a Pablo Ibar y a Peñalver con una pistola similar a la que se aprecia en el vídeo.
Esta misma persona mantuvo que volvió a verles después de la comisión de los crímenes. No obstante, la credibilidad de este testigo quedó totalmente en entredicho en los dos juicios anteriores. Era un consumidor de narcóticos. Lo hacía a diario. Y se demostró que tenía cuentas pendientes con Pablo. Por ello, su testimonio fue rechazado en el juicio en el que Peñalver fue declarado no culpable.
Pero por si lo anterior no bastara, la defensa ha argumentado que la identificación que Foy hizo de Pablo Ibar estaba viciada en origen, toda vez que fue inducida por los propios policías que investigaron el caso.
El tercer pilar de la tesis acusatoria contra Pablo Ibar ha sido poco menos que una sorpresa. Es una prueba de ADN que no había sido aportada en ninguno de los juicios celebrados hasta el momento. La evidencia fue presentada en septiembre de 2007. Se trata de una «mínima» mancha hallada en una camiseta que, según la Fiscalía, contiene restos biológicos que pertenecen a Ibar. La defensa ha restado valor a la misma al considerar que la muestra no sería admitida por ningún tribunal como una prueba concluyente. La prenda solo ha dado positivo en cinco 'locis', un valor genético que en circunstancias normales llevaría a cualquier juez a rechazarlo como prueba determinante.
Tras las conclusiones de las partes el pasado día 16, el juicio quedó visto para sentencia hasta este sábado cuando el jurado lo ha declarado por unanimidad culpable de los tres asesinatos.
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