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J. A. MARRAHÍ/J. MARTÍNEZGODELLA
Sábado, 16 de marzo 2019, 19:42
«Estas muertes se podía haber evitado». Son las frases más repetidas por los vecinos de Godella. El temor por la seguridad de los menores aparece encarnado, de manera singular, en la abuela de los pequeños, una mujer que según los consultados reside en Rocafort. ... En los últimos días, esa abuela, Noemi M. C., había realizado considerables esfuerzos, junto a otro hijo hermano de la sospechosa por lanzar a las autoridades un S.O.S., un desesperado grito de auxilio ante los desequilibrios mentales de su hija María y el compañero de ésta, el belga Gabi, ambos con una vida precaria y consumidores de estupefacientes, según las fuentes consultadas. Ella además, diagnosticada de esquizofrenia, como agregaron en el entorno de la investigación.
Un vecino de Godella que prefiere mantenerse en el anonimato fue testigo de estos enormes esfuerzos de la familia de María por lograr poner a los niños a salvo del evidente peligro en el que se hallaban. Fue hace diez días, por la noche, cuando Noemi acudió al centro de salud de Godella junto a su hijo «visiblemente preocupada». Según expresó, «la mujer estaba muy preocupada porque su hija había estado desaparecida con su nieta». Al parecer, dijo, había estado previamente denunciando esta situación ante la Guardia Civil y acudía al centro médico por indicación expresa de la Benemérita «para conseguir unos ansiolíticos». Fue en este contexto cuando el testigo escucho, literalmente, de boca de la abuela: «Tengo miedo por la vida de mis nietos».
Ante esa petición de medicamentos por el bien de su hija, «la médico de guardia le respondió que no podía dispensar unos tranquilizantes así como así y le indicó que debía venir la paciente para valorar». Entoces, la preocupada abuela mostró su impotencia: «A mí ella no se me quiere ni acercar, me ve como a una enemiga», lamentó la madre de la sospechosa, siempre según la versión del testigo. Sin conseguir la medicación, los familiares de María abandonaron el centro de salud.
Irene, otra vecina de Godella conocedora del problema familiar, constata que la madre «estaba dando todos los pasos a su alcance para tener la custodia de los nietos, pero se encontraba con la oposición, de los padres, que querían vivir a su manera alternativa y 'hippie'».
Según los vecinos consultados en Godella, el deterioro mental de María se había acentuado acompasado por las locuras esotéricas y delirios religiosos de Gabriel. «Te quiero, te amooo», proclamaba hace algo más de dos dos semanas María en su perfil de una red social. Mensajes aparentemente dirigidos a su compañero sentimental. Como describe una residente de Godella, «a ella se le iba la pinza con ideas de fantasmas y alienígenas». Según la vecina, «hace unas tres semanas volvió a protagonizar una desaparción con los chiquillos». Son varios los vecinos que la describen como «ausente», «enajenada» o con «una extraña cadencia al hablar».
Al igual que su compañero belga, María había tenido trabajos muy esporádicos, lo que explica la precariedad que tanto preocupaba a la familia materna de los dos menores asesinados. La madre de los niños estuvo haciendo trabajos en beneficio de la comunidad en la Casa de la Cultura. En 2018, y por espacio de tres meses, la joven fue contratada en tareas de limpieza como resultado de una bolsa de empleo municipal.
Hace dos años, antes de establecerse con Gabriel y los niños como ocupas en el ruinoso escenario del crimen, la pareja vivía en la Carretera de Rocafort, en Godella. Fue por unos pocos meses. Allí los vecinos describen algunas «discusiones y altercados» en el seno de la pareja. Los impagos de las cuotas de alquiler acabaron por abocarlos a la calle, y de ahí, a la ocupación ilegal.
La familia de María no es de origen marginal, sino «más bien pudiente», según los vecinos de Godella. Pero los intentos por ayudar a la madre y a los pequeños eran, al parecer, rechazados en aras de esa vida alternativa y que, a la postre, derivó en consumo de drogas y serios problemas mentales. Con la ausencia de los menores, el jueves, la madre de María ya temió que sus nietos habían sido víctimas de un terrible destino. Según los residentes, tuvo que ser asistida en el centro de salud de Rocafort y recibió tratamiento a causa de una fuerte crisis de ansiedad.
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