Un joven de 20 años confiesa que asesinó al pequeño Mateo

A primera hora de la tarde, varios vehículos de la Guardia Civil entraban en la calle Dalí y procedían al arresto de un joven de 20 años de nacionalidad española. El detenido, que acabaría confesando el crimen a los investigadores, tiene familiares en el pueblo y estaba pasando unos días con su padre y su abuela. Una ratificación de la teoría que desde el pasado domingo circulaba por las estrechas calles de este pequeño municipio de apenas 5.000 habitantes en plena meseta manchega.

La delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tolón, confirmó el arresto, precisando que es vecino de Mocejón. Al parecer, según aseguran diversas fuentes, el joven se alojaba allí por temporadas y convivía con su padre y su hermano menor. El primero habría asegurado a los agentes que su hijo tiene una discapacidad psíquica enmarcada entre un 60% y un 70%. Sus progenitores están separados, por lo que se dividían su crianza. Vivía a a caballo entre el pueblo y Madrid, donde reside su madre.

Todo apunta a que conocía a Mateo y a su grupo de amigos, además de las instalaciones donde el pequeño recibió al menos 11 puñaladas, tres de ellas en el tórax, que le causaron la muerte. La pandilla de chavales se había colado en las instalaciones el domingo por la mañana para jugar a fútbol. Había aprovechado el hueco abierto en una de las vallas. Los vecinos confiesan que no hay joven en el municipio que no haya saltado la valla para entretenerse con el balón. «Aquí hay pocas atracciones más», confiesan. El presunto asesino habría aprovechado esa zona de la valla rota para adentrarse en el campo de fútbol. Un detalle que invita a pensar que conocía el escenario del ataque.

«No nos podemos creer que Mateo esté muerto», señalaban los vecinos de Mocejón. El dispositivo de búsqueda del autor de los hechos había estado abierto desde la misma mañana del domingo, con unidades por tierra y aire, algunas de ellas llegadas desde Madrid como refuerzo. Diferentes pesquisas llevaron hasta el chalé familiar del presunto asesino. Las imágenes de varias cámaras privadas y la triangulación de la posición de su teléfono permitieron dar con el paradero del joven de 20 años, que tras las preguntas de la Guardia Civil admitió haber cometido el crimen.

Ahora queda por descubrir los motivos que le han llevado a cometer este acto. El padre del joven ha confesado que su hijo sufre una discapacidad psíquica, aunque el instituto armado asegura que aún hay que aportar informes médicos y que todavía está pendiente la revisión del médico forense de los juzgados de Toledo.

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Otra de las incógnitas que aún quedan por resolver es cómo evitó las miradas de los viandantes. «Es una zona por la que vamos a pasear mucho y a esa hora seguro que había alguien», recalcaban los vecinos. De momento, fuentes de la investigación ni confirmaban ni desmentían el uso de algún vehículo tras el crimen para huir, como se había asegurado en un principio.

Al Ángel Tardío, el campo de fútbol donde todo sucedió se puede llegar de varias maneras, pero oficialmente se hace a través del paseo de los Molinos y su entrada principal. Ahí se alcanza el campo de fútbol, la piscina y el resto de pistas polideportivas. Sin embargo, este periódico pudo comprobar hasta cuatro aperturas diferentes en la verja que protege el perímetro del complejo deportivo.